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jueves, abril 18, 2024

‘Una taza de café sí hace una diferencia’

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Directorio 506
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Reportajes creados por el Directorio 506 son un esfuerzo conjunto entre el equipo editorial de El Colectivo y los emprendedores y organizaciones que participan en nuestro directorio nacional de turismo rural. Reportes bearing the byline Directorio 506 are created jointly between the editorial team of El Colectivo 506 and the entrepreneurs and organizations that participate in our national directory of rural tourism.

Un mes de enfocarnos en la industria de café costarricense y las luchas financieras enfrentadas por los caficultores pequeños, no estaría completo sin ver un sector emergente del mercado: el café orgánico. Aquí, dos microempresarios de la zona de Los Santos cuyos emprendimientos combinan caficultura orgánica y turismo, cuenta sus experiencias y retos. 

Lucidia Hérnandez es de San Marcos de Tarrazú y maneja su emprendimiento de caficultura orgánica y turismo, Tierra Amiga Tarrazú, junta con su esposo, Minor Montero. Ellos tienen un cafetal en San Marcos de Tarrazú y reciben a turistas en su hogar para aprender sobre la caficultura y probar los productos de Tierra Amiga. Jonathan Cerdas creció en San José pero volvió a sus raíces familiares en Los Santos como profesional de turismo, creando Santos Tour y eventualmente la organización sin fines de lucro Green Communities, que ha utilizado el voluntariado internacional como un incentivo para que su grupo de 15 agricultores se conviertan a prácticas orgánicas y ecológicas, lo cual ayuda a preservar los bosques de la región.

Ambos, Jonathan y Lucidia, producen su propio café orgánico; ambos, también, son miembros del grupo piloto del Directorio 506, nuestro proyecto para dar mayor visibilidad a emprendimientos de turismo rural.

Lo que siguen son excerptos de sus comentarios, editados para mayor claridad. 

Lucidia Hernández y Minor Montero, Tierra Amiga Tarrazú 

Minor Montero mueve los granos de café que está secando al sol. Cortesía Tierra Amiga Tarrazú/El Colectivo 506

Cuando empecé con el café orgánico hace 15 años, al inicio me cuestioné mucho por falta de conocimiento y de no entender el mecanismo. La gente empieza a murmurar “Esa persona está haciendo las cosas al revés, está loca, así como trabaja el cafetal no va a llegar a ningún lado”. Pero uno tiene que echar para adelante. 

La agricultura orgánica es un mecanismo artesanal muy distinto a una agricultura convencional,  esta última es casi una receta homogénea que todos los caficultores tienen. Cuando uno inicia un reto debe de tener un final o meta y para llegar hasta ahí hay que trabajar duro, capacitarse muy bien, y desenvolverse en el tema. 

Tuvimos que pasar por un proceso de cinco años para saber que lo habíamos logrado. El objetivo central fue entender cómo las plantas se nutren, y entender que hay cuatro elementos muy importantes para poder llegar ahí: el fuego, agua, viento y tierra. La agricultura orgánica no es solo boñiga (excremento de vacas): hay que hacerle análisis a los suelos y buscar materias que cuenten con certificación orgánica, o bien, que demuestren que hay un respeto en la forma en que se extraen. Al final el principal testigo son las plantas de café que nos demuestran si estamos haciendo las cosas bien o mal.

La casa, finca y cafetal orgánico de Tierra Amiga. Cortesía Tierra Amiga Tarrazú/El Colectivo 506

Se ha requerido iniciativa y perseverancia. Hace 15 años éramos 15 personas en toda la región de Los Santos dedicados a la caficultura orgánica; en ese momento había una población aproximada de 12.000 personas de los cuales había 5.000 productores de café. Poco a poco se fueron retirando del grupo inicial porque los productores vieron bajas en la producción, enfermedades como la roya, y un mercado poco favorable, ya que la diferencia de precios de un quintal de café orgánico a un café convencional era muy poca. En este momento de los que iniciamos hace 15 años, estoy solo yo.

El café en cerezo y listo para consumir de Tierra Amiga Tarrazú. Cortesía Tierra Amiga Tarrazú/El Colectivo 506

En el factor ambiental una de las razones fue porque en la agricultura convencional se utilizan productos químicos muy fuertes que están matando miles de microorganismos vitales de la tierra además de matar diferentes tipos de insectos como las abejas que son parte de un ecosistema en común. El factor económico no ha sido recompensado, pero nos ha ido diferenciando el haber encontrado nuestros propios clientes. Las entidades que compran el café de la zona no nos dan esa diferencia de precio por producir un café con otras cualidades.

Al comprar café orgánico, los consumidores ayudan a promover una agricultura que muchas veces no se le da el verdadero apoyo que requiere. Cada vez que una persona compra una bolsita de café orgánico está dándole la capacidad económica a ese productor para seguir desarrollando su proyecto y motivar a otras personas a producir orgánico.

Creemos que juntas la caficultura orgánica y el turismo son perfectas, es de las mejores recompensas que podemos tener. Las personas que nos visitan siempre llevan café además de llevar a su familia y amigos la experiencia vivida, dándonos una publicidad gratuita que muchas veces nos cuesta pagar por ella. Las personas pueden ver de dónde proviene cada taza de café que ingieren, el que nos conozcan tal y como somos, con nuestras botas sucias y sombrero bien puesto el cual nos protege del sol. La satisfacción nuestra de poder compartir la pasión y amor con la que trabajamos la tierra.

Lucidia Herández trabajando la tierra. Cortesía Tierra Amiga Tarrazú/El Colectivo 506

Jonathan Cerdas, Green Communities

Que si ¿alguna vez me pregunté si estaba loco por meterme a la caficultura orgánica? Bueno, sí, en realidad. Cuando ya vimos las cantidades de materiales y abono y todo lo que había que echar en el café, y ver lo complicado que era conseguir las cosas y ver tanto rechazo de parte de todo mundolas organizaciones, las cooperativas, los mismos agricultoresrealmente se cuestiona uno. Pero siempre ver los resultados del suelo, ver algunos cambios en algunas fincas, y ver el resultado que genera a nivel internacional y la poca cantidad de agricultores hace que uno se mantenga. Lo más duro fue esa negatividad de las personas. Pero cuando ya logramos las primeras bolsitas de café, probarlo y que nos dieran una catación tan buena fue super motivante. 

El impacto social del café orgánico es un impacto que va de la mano del ecónomico, ya que nosotros sentimos que el agricultor se está viendo muy afectado con los precios que pagan las cooperativas. No entendemos porque ese negocio se mantiene tal cual cuando los precios están muy altos y el intermediario vende bien. Cada vez el agricultor tiene menos posibilidades, cada vez los productos son más caros, cada día hay más endeudamiento. La gente se pone triste; no sabe qué hacer. Por eso mucha gente corta el bosque porque cree que puede producir más café, pero no está haciendo números, y por no tener una educación o un respaldo administrativo no sabe cuánto están ganando o perdiendo. El ambiente se va destruyendo, y la gente es cada vez más pobre.

Esa es la razón principal de por qué hacer un proyecto de café orgánico ecológico. En el factor social y económico, nosotros estamos educando a la gente para que conozcan sobre los temas de cambio climático: ¿porque estamos en pleno verano y está lloviendo, o no hemos podido madurar el café porque no hace el sol que se necesita? ¿Porque hay cada vez menos agua? En el tema ambiental, buscamos preservar a las futuras generaciones el poquito de bosque que nos quede, y lograr que lo que hay de café hoy por hoy no contamine más los afluentes de los ríos, no produzca más erosión. Que no se utilicen más agroquímicos y pesticidas. 

Jonathan Cerdas mostrando su café orgánico a visitantes. Foto de Jonathan Cerdas

El precio del café orgánico logra que nosotros, al hacerlo directo, se le dé a cada agricultor un premio de $80 por fanega sobre el último precio que fija la cooperativa. Aparte de eso, les damos los insumos y pueden recibir voluntarios que vienen a trabajar en las fincas, entonces reciben un poco de mano de obra. Otro impacto social es que tenemos un grupo de Young Dreamers que son los Jóvenes Soñadores, la mayoría hijos de los agricultores, donde están recibiendo las futuras generaciones mucha educación ambiental y de valores.

Si la gente quiere tener un futuro, si la gente quiere que tengamos recursos naturales en el futuro, si la gente quiere que las personas como los agricultores que es el encargado de que tengamos el café y que se mantenga el café por muchísimas generaciones… es más que una razón para que la gente consuma café orgánico y ecológico. Una taza de café puede hacer una gran diferencia. Solo hay un 1% de productores orgánicos, y si no cambiamos la forma de pensar, simplemente se está apoyando deforestación, contaminación de ríos, contaminación del oxígeno, maltrato económico al agricultor ya que están mal pagados. Es apoyar un sistema que no tiene ni pies ni cabeza. Si entendemos que no podemos comer dinero, es más importante que cuando consumes una taza de café orgánico ecológico estás protegiendo el suelo, el bosque, y las montañas. Es educar a la gente a que consuman un producto que no les va a dañar su estómago, ya que el café orgánico no tiene ningún tipo de químicos. 

Los problemas que yo veo para el futuro del café orgánico es las cantidades de los materiales que se necesitan para poder cubrir todas las fincas. En este momento el compost que es lo que utilizamos en las fincas es demasiada cantidad versus la cantidad de alimento que se utiliza de la manera química. Otro reto es que las universidades empiecen a crear un poco más agrónomos que amen la naturaleza, porque es muy extraño que los agrónomos vivan de las plantas y lo único que busquen es utilizar químicos. Inclusive conozco ejemplos de agrónomos que hasta dan recetas que son prohibidas por la toxicidad. Esa parte educativa de los líderes que manejan ese tipo de campañas es importante para que cambien su visión. 

La caficultura orgánica y el turismo para mi lo son todo. Impactaron mi vida completamente, porque siempre quise ser ambientalista y no lo había logrado. Era un profesional en turismo y me iba bien. Pero cuando logramos fusionar el proyecto ambiental en una zona que está en camino de perder su mayor riqueza ambiental por la amenaza de la caficultura, la cual es real, para mí es un privilegio. Más que turistas, me ha generado muchísimos amigos en todo el mundo. Además que en plena pandemia, nuestros turistas y voluntarios son los que nos ayudaron, allí saliendo poco a poco de la crisis, ya que son los que nos han comprado el café en línea

El café orgánico me ha hecho todavía amar más al ambiente y respetarlo más, día con día. 

Jonathan Cerdas con voluntarios de Green Communties. Foto de Jonathan Cerdas
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