Cuando pienso en el vínculo entre mujeres y naturaleza, pienso en Gladys, María Luisa, María Elena, quienes representan las muchas mujeres que el amor y vocación por el cuido de los recursos naturales las llevó a prepararse profesionalmente y retar al sistema para hacer carrera en áreas protegidas, sector que tradicionalmente ha sido espacio de hombres en Costa Rica. Para estas primeras guardaparques de Costa Rica, esto significó aceptar trabajos con menor paga y desempeñar labores diversas a las de su profesión, casi como prueba, hasta demostrar que su vocación era más fuerte que las situaciones que enfrentaron. Hoy día son más las mujeres que ingresan al sistema a puestos operativos en áreas protegidas o a cargos en oficinas regionales en donde se desempeñan como guarda recursos (forestales y vida silvestre), y que quisiera pensar están menos sujetas a experimentar situaciones de discriminación.
Otras mujeres que vienen a mi mente son Sonia y Keilyn, que representan a esas mujeres que desde los años ochentas se unieron a brigadas antincendios y que han defendido nuestros bosques de los fuegos, pero cuyo esfuerzo y rol también ha sido invisibilizado y no es hasta el 2019 que por primera vez se les asigna un uniforme con las palabras BOMBERA FORESTAL.
También pienso en doña Guillermina, en la zona norte, como ejemplo de todas las mujeres rurales que han promovido la reconversión de las tierras degradadas a sistemas agroforestales, diversificado los ingresos de sus fincas productivas e incorporado también en muchos casos actividades de turismo rural. Sí, esas mujeres que también han sido protagonistas de la construcción del paisaje productivo, del cual orgullosamente decimos al mundo que hemos logrado revertir la deforestación y recuperar la cobertura forestal. Hoy, la cobertura forestal de Costa Rica es de un 52% gracias a una combinación de políticas públicas acertadas, entre ellas la creación de las áreas protegidas y el Pago por Servicios Ambientales.
Escuchar sus voces, hablar y trabajar por ellas es de gran importancia. Sus experiencias de vida y las de muchas otras que se han dedicado al resguardo y gestión sostenible de los recursos naturales de Costa Rica, han sido invisibilizadas en la historia y por la institucionalidad. La mayoría de las políticas públicas en materia de conservación y gestión de la biodiversidad se emitieron sin tener el lente de mujer puesto. Al no contemplar la realidad de éstas, a la mujer se le ha dejado atrás. Se les ha dificultado llegar a puestos de liderazgo, a la participación de los espacios de toma de decisión, así como también se les ha excluido de la asesoría técnica, incentivos y financiamiento del Estado.
Esta realidad, poco estudiada no sólo en Costa Rica sino en el mundo; fue fuertemente evidente para mí cuando asumí por dos años el Viceministerio de Ambiente de Costa Rica (2018-2020), después de trabajar 18 años en temas de conservación de la biodiversidad desde el sector ONG. Al estar en un puesto político, siendo mujer, fue imposible no sentir en la piel las brechas tanto institucionales como en el alcance de las intervenciones del Ministerio de Ambiente y Energía. Fue así como en dos años, con el compromiso de un equipo de mujeres y con el apoyo del ministro Carlos Manuel Rodríguez, de la Vicepresidenta de la República Epsy Campbell y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se complementó el estudio de brechas de género en ambiente impulsado por la Estrategia Nacional REDD Plus, financiado por el Banco Mundial, con un estudio de brechas de género en el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC). Los resultados fueron la base para poder tomar decisiones y lograr emitir políticas públicas con acciones concretas para iniciar a cerrar las brechas de género, como lo fueron la Directriz Ministerial de Género y la creación del Programa +Mujeres +Natura.
La Directriz Ministerial establece a las instituciones rectoras de los temas de gestión de la biodiversidad (SINAC, FONAFIFO, CONAGEBIO) responsables de garantizar que en la renovación generacional que enfrentan se procure la contratación paritaria entre hombres y mujeres, se insta a los órganos colegiados a conformarse de manera paritaria garantizando la participación de más mujeres (en el caso de los consejos forestales en el 2019 no había una sola mujer que participara en ellos de acuerdo al diagnóstico). Asimismo, la Directriz solicita reportar anualmente la composición de su personal, no sólo por número de mujeres y hombres, sino a analizar los datos y estadísticas por tipo de cargo, como, por ejemplo, por puestos de liderazgo tales como direcciones regionales, jefaturas y puestos técnicos. Finalmente, entre las medidas a resaltar se encuentra la solicitud de que todo diseño de infraestructura en áreas protegidas incluya diseños inclusivos y de género para reducir el riesgo al que muchas de las funcionarias se han visto expuestas por no contar con este tipo de infraestructura.
En el caso del Programa +Mujeres +Natura se establecieron mecanismos financieros diseñado para mujeres gestoras de la biodiversidad, incluyendo:
- El Crédito Mujer Natura de Fundecooperación, que se enfoca en otorgar fondos para mujeres productoras para capital semilla, equipo mobiliario, y reconversión de actividades productivas a prácticas más sostenibles. Este crédito también ofrece garantía fiduciaria, mobiliaria o hipotecaria (dependiendo de los montos). Para aquellas mujeres en situación de pobreza que no pueden acceder con fiduciario, se habilita el aval del Instituto Mixto de Ayuda Social.
- El Crédito FONAFIFO a tu Lado, el cual está dirigido a todas las mujeres que tienen emprendimientos relacionados al bosque (sistemas agroforestales, reforestación, actividades turísticas) con intereses realmente bajos (4% de tasa fija).
- Y el Programa de Servicios Ambientales Mujer (PSA Mujer), también de FONAFIFO, que busca lograr que las pocas mujeres que son propietarias de tierras con bosque (15% de las fincas productivas de Costa Rica), puedan ser beneficiarias del PSA. Para esto, FONAFIFO modificó el sistema de evaluación otorgando 25 puntos más a aquellas solicitudes enviadas por mujeres.
Diez meses después del lanzamiento del Programa +Mujeres +Natura, se han colocado en manos de mujeres rurales más de mil millones de colones, entre los tres mecanismos financieros. Sin embargo, se requiere que estos mecanismos sean conocidos por más mujeres en todo el territorio nacional, para que al igual que estas gestoras de la biodiversidad, más mujeres puedan hacer frente a la crisis socioeconómica intensificada por los efectos de la pandemia y conviertan la situación en oportunidad para sus emprendimientos.
Este tipo de intervenciones son de vital importancia para poder hacer frente a las barreras que las mujeres rurales enfrentan en Costa Rica. Al no tener, en su mayoría, títulos de propiedad, la mujer rural invierte hasta 26 horas más semanales en labores de cuido, la cual también es una de las razones por la cual se les dificulta participar de espacios de toma de decisión o de capacitaciones y/o asesorías técnicas ofrecidas por la institucionalidad o proyectos de cooperación. El Censo Agropecuario 2014 traduce todo esto a la cifra de un 72,8% del trabajo que realizan estas mujeres en sus fincas como trabajo no remunerado. Iniciativas como +Mujeres +Natura, deben extenderse y complementarse para lograr incorporar a las mujeres rurales en la recuperación económica. Su inclusión es crítica, considerando que las brechas se han ensanchado por los impactos de la pandemia. Muchas de las mujeres rurales se encontraban en la informalidad y/o prestaban servicios a la industria turística que ha sido seriamente impactada por la pandemia (sobretodo los medianos y pequeños negocios).
Una reactivación económica que busque el asocio de las mujeres, el trabajo colaborativo y la facilitación de mecanismos financieros, hará posible que ellas puedan liderar, con su conocimiento, nuevas economías, fortalecer la agricultura familiar y posicionarse en la reactivación del turismo rural. Invertir en las mujeres es un tema de derechos humanos, pero también de inversión en el desarrollo económico regional.
En mi vida profesional he tenido grandes pasiones: la conservación y gestión de la biodiversidad, el trabajo con las personas-comunidades, promover el liderazgo colaborativo y más recientemente trabajar para dar a conocer el trabajo de las mujeres en el sector ambiental, las brechas que enfrentan en la realización de sus labores y contribuir al cierre de estas brechas entre hombres y mujeres. En combinación, todas estas pasiones, junto a mi paso por diversos sectores, me motivan a participar en el espacio Voces de El Colectivo 506 a través del cual estaré compartiendo historias que motiven, datos que nos sensibilicen y nos instruyan en los diferentes temas, logros que celebrar, discusión y opinión sobre los retos que aún nos faltan por enfrentar. Me interesan sus opiniones y contribuciones a todos estos temas que marcan el camino a una sociedad más sostenible y equitativa.
Nos enorgullece compartir esta primera columna de Pamela Castillo como parte de nuestra edición de abril, «Camino al andar,» enfocada en el turismo rural comunitario. Conozca la edición aquí. Si tiene ideas y comentarios para las próximas columnas de Pamela sobre mujeres y conservación, ¡cuéntenos!