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viernes, marzo 14, 2025

Tres días, tres países: cómo vivimos la visita a Centroamérica de Marco Rubio

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Nancy Pretto / Adriana González / Katherine Stanley Obando
Nancy Pretto / Adriana González / Katherine Stanley Obando
Nancy Pretto (Panama), Adriana González (El Salvador), y Katherine Stanley Obando (Costa Rica) son periodistas independientes.

Una reflexión de tres periodistas sobre la visita del Secretario de Estado Marco Rubio a nuestros países centroamericanos—Panamá, El Salvador, y Costa Rica—en febrero del 2025.

Ciudad de Panamá, 2 de febrero, 10:15 AM

Viejas heridas, nuevas protestas

“¡Panamá no está en venta! ¡Un solo territorio, una sola bandera! ¡Esta Patria no se vende!” eran algunas de las consignas que lanzaban los manifestantes ante las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump y la llegada a Panamá de Marco Rubio, su Secretario de Estado.  La marcha pacífica no pudo llegar hasta el Palacio Presidencial de las Garzas, lugar de la cita entre Rubio y el Presidente José Raúl Mulino, ya que varios tramos habían sido cerrados por la Policía Nacional y efectivos de la Unidad de Control de Multitudes.

El enfado era visible en los rostros tanto de jóvenes como de adultos. Los desatinados comentarios de Trump sobre el Canal de Panamá—en varias ocasiones, incluyendo su discurso inaugural el 20 de enero—fueron percibidos como una amenaza a la soberanía nacional y  esa amenaza no iba a ser pasada por alto por ningún panameño. Donald Trump dejó clara  su intención de recuperar el Canal de Panamá a toda costa y a cualquier costo, argumentando la injerencia de China en los asuntos del canal. Esta retórica monroista muy al estilo del “Big Stick” ha utilizado argumentos fuera de contexto para justificar lo injustificable.

Nancy Pretto / El Colectivo 506

Estas amenazas han reabierto viejas heridas, heridas que aún duelen y que siguen latentes en la memoria de toda una nación. El Canal de Panamá fue construido por la sangre de miles de panameños, jamaiquinos, chinos y franceses que buscando un mejor porvenir, terminaron batiéndose a duelo no sólo con una cruel geografía sino también con un sistema que los despreciaba y hacía menos. Pretender que regrese a manos “gringas” no sólo sería la burla más grande para los que dieron su vida luchando por un territorio soberano libre de cualquier injerencia extranjera, sino es la afrenta más grande que se le puede hacer a un pueblo.

Las calles se llenaron de banderas panameñas, muñecos de trapo con el rostro de Trump y Rubio fueron quemados al igual que la bandera estadounidense.  Así de caldeados están los ánimos.

El avión de Rubio no aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Tocumen, sino en el Aeropuerto de Panamá Pacífico, ubicado en lo que fue la antigua base militar de Howard, el sábado 1 de  febrero alrededor de las 8:35 pm. Fue recibido por su homólogo panameño, Javier Martínez Acha, Canciller de Panamá, y un grupo de funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos en Panamá, que desde tempranas horas se encontraban ya en el aeropuerto. Fue una corta bienvenida: los saludos protocolares y una breve y amena conversación.

Se dieron cambios de último minuto en la agenda: la entrevista con el Presidente José Raúl Mulino programada en el Palacio Presidencial de las Garzas al día siguiente  a la 1 pm fue adelantada para las 10:15 am. Tan en casa se sentía Rubio, que hasta se dio tiempo de asistir a la eucaristía en la Iglesia de la Merced antes de su encuentro con Mulino. A su salida de la Iglesia, se tomó fotos y cargó en brazos a niños de feligreses que allí se encontraban.

Nancy Pretto / El Colectivo 506

La reunión se llevó a cabo a puertas cerradas, pero sabemos que los principales puntos a tratar oficialmente tienen que ver con: China, el Canal de Panamá y la inmigración. En una conferencia de prensa posterior al encuentro, el  Presidente Mulino afirma que «la soberanía de Panamá no está en cuestión, eso es muy importante y se lo expliqué en detalle [a Rubio]… El canal es operado por nuestro país y así seguirá siendo”.

No obstante, hay quienes afirman que la actitud del mandatario panameño no ha sido tan firme y tajante como se esperaba, pues ese mismo día Panamá decide no renovar el acuerdo de entendimiento que firmó con China en el 2017 en el marco de la llamada Ruta de la Seda. Para muchos, esto fue un acto de servilismo y preocupa que Panamá ceda ante otros caprichos de la nueva administración.

Nancy Pretto, periodista independiente, Panamá

San Salvador, 6 de febrero, 10:33 am 

De ‘shithole’ a socio confiable: Las administraciones de Trump y Bukele en una relación inesperada

El avión de Marco Rubio aterriza en el Aeropuerto Internacional de El Salvador bajo un sol intenso. Lo recibe la canciller salvadoreña Alexandra Hill Tinoco en una ceremonia oficial con la formalidad de siempre: soldados de gala impecables, alfombra, una breve caminata mostrándose ante la prensa nacional e internacional. Es el tipo de recibimiento reservado para un aliado clave, pero las imágenes de su llegada contrastan con lo que vendría después. Porque más tarde, cuando la jornada oficial estriba en un ritmo más relajado, Rubio y el Presidente Nayib Bukele aparecen juntos en otra escena: de espaldas al atardecer, frente al lago de Coatepeque, en una imagen cuidadosamente producida.

Gobierno de El Salvador / El Colectivo 506

No es la primera vez que la narrativa cambia con la luz del día. La imagen de Rubio y Bukele en la baranda del lago tiene un mensaje claro: la relación entre ambos gobiernos es fuerte. Pero basta mirar atrás para ver lo curioso de esta cercanía. En 2018, Donald Trump llamó a El Salvador un «shithole», un país al que no valía la pena prestar atención, excepto para frenar la migración. Años después, en plena campaña presidencial, Trump criticó duramente la política de seguridad de Bukele:

«Hay un país que me gusta mucho, el presidente tiene mucha popularidad por ser un buen pastor de su país, su criminalidad está bajando, él dice que los entrena y vengo leyendo esto hace dos años y dijimos: ‘vamos a ver de qué se trata’ y me di cuenta que no los está entrenando, sino que envía a estos tipos criminales, traficantes, reclusos, a Estados Unidos. Él no lo dice, trata de convencer a todos de que hace un trabajo maravilloso”.

Ahora, apenas tres días después del regreso de Trump a la Casa Blanca, Bukele ha sido uno de los primeros en llamarlo. La página oficial de la presidencia estadounidense publicó un—muy breve—comunicado sobre la conversación, mencionando la cooperación en seguridad y migración.

«Hoy, el presidente Donald J. Trump se comunicó telefónicamente con el presidente de la República de El Salvador, Nayib Bukele. Ambos líderes hablaron sobre la posibilidad de trabajar juntos para detener la inmigración ilegal y acabar con las bandas transnacionales como el Tren de Aragua. El presidente Trump también elogió el liderazgo del presidente Bukele en la región y el ejemplo que da a otras naciones del hemisferio occidental.”

Fin del comunicado.

Gobierno de El Salvador / El Colectivo 506

Nada sobre las críticas del pasado. Nada sobre los fondos congelados de USAID que pausan importantes programas en El Salvador. Nada sobre los salvadoreños que quedarán sin apoyo. Tampoco nada sobre los que cruzaron la frontera en busca de una oportunidad, incluyendo aquellos que, desde la diáspora, financiaron la campaña de Bukele. Nada sobre quienes en Estados Unidos llevan su rostro en camisetas y lo respaldan incondicionalmente, incluso viajando a El Salvador en tiempos de elecciones para apuntalar su poder como el autodenominado “dictador más cool del mundo”.

En las reuniones del día, uno de los puntos clave fue la propuesta de Bukele de recibir en la megacárcel de Tecoluca a criminales deportados desde Estados Unidos, incluidos ciudadanos estadounidenses. El (Centro de Confinamiento del Terrorismo) CECOT, con capacidad para 40,000 reclusos, se ha convertido en un símbolo del modelo de seguridad del presidente salvadoreño. Organizaciones de derechos humanos han denunciado abusos dentro de la cárcel, pero en Washington la narrativa es otra: Bukele ha logrado controlar la violencia, y ahora ofrece su infraestructura para manejar el problema carcelario estadounidense.

La palabra outsourcing queda flotando en el aire. Tercerizar el sistema penitenciario estadounidense en El Salvador es una idea que en otras circunstancias habría sido impensable.

El día avanzó entre reuniones de alto nivel y acuerdos estratégicos. La canciller Alexandra Hill Tinoco y Marco Rubio firmaron un Memorándum de Entendimiento sobre Cooperación Nuclear Civil Estratégica. El documento establece un marco para el desarrollo de infraestructura nuclear en El Salvador, el fortalecimiento de capacidades regulatorias y la exploración de proyectos de investigación conjunta con Estados Unidos.

Embajada de Estados Unidos en El Salvador / El Colectivo 506

El acuerdo surge de una ley aprobada de manera exprés en la Asamblea Legislativa, sin consulta pública ni mayor debate. Hasta hace pocos meses, la posibilidad de energía nuclear en El Salvador no figuraba en la agenda nacional. Sin embargo, con la mayoría oficialista en el Congreso, el tema pasó de la nada a convertirse en política de Estado. Los salvadoreños aún no tienen claridad sobre qué implica exactamente esta decisión, qué costos tendrá o qué riesgos supone para el país. Mientras el gobierno lo presenta como un paso hacia la diversificación energética, la falta de información deja más preguntas que certezas.

Terminados los actos oficiales, Rubio abandonó la formalidad del protocolo y se dirigió a la residencia de Bukele. No hubo prensa ni discursos preparados. Las imágenes que circularon después lo muestran estrechándole la mano en un entorno más relajado, como quien visita a un viejo amigo. Un día que inició con documentos y diplomacia terminó en la intimidad de una cena privada.

Gobierno de El Salvador / El Colectivo 506

Washington y San Salvador firman acuerdos. Los comunicados hablan de una cooperación fortalecida. Pero en las filas de quienes buscan empleo, en los hogares que dependían de fondos ahora congelados, en las esquinas donde los deportados bajan del avión con lo puesto y sin respuestas, la pregunta sigue sin respuesta en la libreta de la prensa independiente, que queda relegada sin convocatoria para estos encuentros: ¿y para la población salvadoreña, qué cambia realmente?

Adriana González, Proyecto Lava

San José, Costa Rica: 4 de febrero, 10:45 am

Hacia gobiernos con el poder menos ‘diluido’

El despacho presidencial de Costa Rica se encuentra en el segundo piso, encima de unas extrañas piscinas decorativas; la prensa reunida observa desde abajo cómo Rubio desciende por la rampa de cemento junto a Rodrigo Chaves. (En contraste con la visita anterior, a El Salvador, la prensa en Costa Rica pudo acudir a una invitación abierta a una conferencia de prensa con Rubio.) El economista de 62 años tuvo un ascenso vertiginoso al poder con un nuevo partido en las elecciones de 2022 tras su salida del Banco Mundial, poco después de que se presentaran múltiples acusaciones de acoso sexual en su contra.

Como presidente, se ha manifestado contra instituciones que, para sus seguidores, son ineficaces o no los representan—incluyendo a los medios tradicionales y la Asamblea Legislativa. Ha propuesto en repetidas ocasiones medidas inconstitucionales que son inmediatamente o eventualmente vetadas, como un esfuerzo por eliminar las protecciones para los numerosos refugiados del país. La semana anterior a la visita de Rubio, su gobierno anunció la eliminación de un programa de educación sexual de larga data en las escuelas del país, y una propuesta para aumentar las penas de cárcel para las mujeres que abortan.

Gobierno de Costa Rica / El Colectivo 506

Recibió en el 2024 a Nayib Bukele, llevándolo a visitar a una cárcel costarricense para hacer recomendaciones y otorgándole un premio. Chaves dijo en esa ocasión: “El Salvador, bajo el liderazgo del presidente Bukele, demostró la necesidad que en momentos históricos claves tienen los pueblos para no diluir en exceso el poder que le dan a los gobernantes”.

Una encuesta de CID-Gallup del mes pasado mostró que es el presidente costarricense más popular en 44 años.

Los niños que ondeaban banderas de Costa Rica y Estados Unidos a la llegada de Rubio ya se han ido cuando los dos líderes ocupan sus lugares en el podio frente a la prensa. Con su típica y agradable insipidez, Rubio enumera sus temas de conversación, primero en español y luego en inglés: 5G, ciberseguridad, migración. Costa Rica abolió su ejército en 1948. Rubio promete un aumento significativo de la ayuda a Costa Rica—incluida la presencia dentro del país de la DEA y el FBI—para combatir el narcotráfico y los inmigrantes terroristas “de África y Medio Oriente… de camino a Estados Unidos”.

Katherine Stanley Obando / El Colectivo 506

Un periodista del Washington Post le pregunta sobre la oferta de Bukele de recibir a ciudadanos estadounidenses en cárceles de El Salvador. El semblante de Rubio cambia notablemente; parece muy contento, casi incrédulo. “Tenemos que estudiarlo. Hay aspectos legales obvios involucrados; tenemos una Constitución. Pero es una oferta muy generosa. Nunca antes nadie nos había hecho una oferta así, outsource [a los prisioneros] a una fracción del costo. Es una oferta increíble”.

Su estado de ánimo se tensa cuando se le pregunta sobre el impacto del congelamiento de fondos en USAID, una agencia q ue Rubio había anunciado que dirigiría el día anterior, y que los titulares en el momento de esta conferencia de prensa sugerían que pronto cerraría. «La ayuda exterior no es caridad», dice. “Cada dólar que gastemos, mientras yo sea Secretario de Estado… será un dólar que promueva nuestro interés nacional… No sé cómo podríamos ser más claros al respecto”.

Se le pregunta a Chaves cómo se siente acerca de los recortes y el impacto en su país. En Costa Rica, que, según ACNUR, acogió el 30 de septiembre de 2024 a 233.934 “personas necesitadas de protección internacional”, incluidos solicitantes de asilo, refugiados y apátridas; Han surgido informes sobre el cierre de refugios, aunque es difícil rastrearlos porque algunas organizaciones parecen guardar silencio en caso de que se pueda restablecer la financiación. Chaves no responde. Con amplias sonrisas nos despiden. 

Mientras salgo, me cruzo con un fotoperiodista costarricense que conozco, sentado al borde de una de las pequeñas piscinas mientras los reporteros de televisión hablan ante las cámaras que nos rodean. Nos encogemos de hombros, una pequeña mueca en lugar de un saludo.

Él dice: «Estos van a ser años muy duros”.

Katherine Stanley Obando, El Colectivo 506

Gobierno de Costa Rica / El Colectivo 506
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