¿Acaso alguna vez han sentido una enorme presión en el corazón, pero que se siente muy bonito? Eso es lo que yo siento cuando veo a mi mamá, podría pasar horas sólo observándola, viendo como la piel de su cara es tan hermosa, el tono platino de su pelo y sus manos arrugaditas.
Mi mamá es la mujer con la capacidad más grande de amar y de enfrentar los retos con la convicción de que el aprendizaje es lo que importa, y ese mismo es el que nos hace personas con la capacidad de enfrentar la vida con optimismo y valentía. Nació en Puntarenas, la hermana mayor de nueve hermanos. Asumió la responsabilidad de ayudar a sus padres a cuidar de ellos. Luego crió tres hijos y dos hijas, toda su vida siendo una mujer valiente y creyente de sus capacidades.
Con el paso de los años, ya siendo adulta he logrado ver a mi madre desde una mirada diferente, con amor y admiración siempre, pero también con mucho respeto. Desde muy joven aprendió la labor de la costura y aunque nunca fue su trabajo a tiempo completo, bastaba verla sentada frente a una máquina de coser para entender cómo esa era su gran pasión. A sus recién cumplidos 71 años, esa pasión sigue tan intacta como cuando yo la veía desde niña. Los momentos más difíciles de su vida—como el quedar imposibilitada de actividades físicas por una operación a corazón abierto, o la muerte de mi padre con quien compartió 53 años de su vida—las ha sanado con la costura. Esa energía creadora ha sido su gran terapia y también una herramienta en su realización profesional como mujer, graduándose de alta costura en medio de una pandemia que a todas las personas nos hizo reinventarnos. Ella lo utilizó como una oportunidad para cumplir uno de sus más grandes sueños.
Por eso más que admirar a Doña Bertha por ser mi madre, la admiro por su valor como mujer. Por mostrarme todos los días que con valentía y trabajo las oportunidades de ser feliz y hacer realidad los sueños son infinitas, que el poder que tenemos las mujeres nos acompaña desde nuestro nacimiento y nos hace salir adelante porque las mujeres lo podemos todo.
Honro su vida, y agradezco el haberme traído a este mundo, que sea mi compañera y mi maestra. Si una sola cosa pudiera yo pedir en el mundo es ser lo más parecida a mi mamá.
Fotografías por Izela Quirós, cortesía para El Colectivo 506
Durante el mes de febrero, en el marco de nuestra edición «Mujer no número», estaremos publicando las reflexiones de varias fotógrafas sobre las mujeres que más admiran. Agradecemos a Izela por iniciar la serie.