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sábado, diciembre 21, 2024

¿A qué llamamos inteligencia?

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María del Mar Obando Boza
María del Mar Obando Boza
Editora, escritora y profesora del programa de Filosofía para la Niñez en diversas instituciones. Escribió su novela “¿Por qué los adultos son tan amargados?” como un homenaje a las fantásticas ideas que niñas y niños poseen para evaluar y cambiar el mundo. Actualmente trabaja como Directora Ejecutiva de la Editorial La Jirafa y Yo. // Editor, writer and professor of Philosophy for Children program at various institutions. She wrote her novel "Why Are Adults So Bitter?" as a tribute to the fantastic ideas that girls and boys have to evaluate and change the world. She currently works as Executive Director of Editorial La Jirafa y Yo.

Como humanos, la naturaleza no nos entregó ningún órgano físico pensado exclusivamente para que llegáramos a hablar. Los pulmones, la boca, la laringe, incluso las mismas cuerdas vocales poseen funciones primarias desligadas de pronunciar una palabra. Sin embargo, lo hicimos. Evolucionamos de los sonidos guturales al abecedario y ello logró un hito que aún nos resguarda como especie: comunicarnos.

Darle forma a nuestras ideas, emociones y preguntas utilizando el aire que respiramos fue el primer paso para evolucionar. Lograr plasmarlas símbolos en piedra o papel, fue el segundo. Divulgarlas en tiempo real, el tercero. ¿Será posible que estemos presenciando un cuarto paso que nos hará retroceder?

La llegada de la inteligencia artificial a la vida diaria ha emocionado a muchas personas y alertado a una cantidad considerable. Si bien es cierto que cada nuevo descubrimiento integrado a la comunicación genera recelo, como fue el caso de la televisión en el siglo pasado, ninguno de los casos anteriores alcanzó el desafío actual: cederle nuestras palabras a una máquina y otorgarle la credibilidad de transmitirlas mejor que nosotros.

Lingüistas de todas las épocas coinciden en que los idiomas son organismos vivos. Se alimentan y crecen con la vida de sus pueblos: ello los lleva a modificarse según las experiencias que los hablantes generen a lo largo de la historia. Afectos, miedos, esperanzas y valores identifican a las personas con su forma de nombrar las cosas. Por eso existen las palabras “viudo” o “viuda” para representar la condición de alguien que perdió a su cónyuge, “huérfano” para quien desconoce a sus padres, pero no existe un término que nombre la condición de una madre o un padre que pierde a su hijo; porque es un dolor que no se desea normalizar. “Valentía”, “honor”, “lucha”, “alegría” se escuchan en los himnos nacionales para identificar el orgullo de pertenecer a un espacio geográfico y “repudio”, “vergüenza”, “deslealtad” para señalar un comportamiento que no debe repetirse.

“Mamihlapinatapai” está categorizada como la palabra más concisa del planeta. Pertenece al idioma yagán de los nativos de Tierra del Fuego, y significa una mirada entre dos personas que desean lo mismo, pero ambas están esperando que la otra dé el primer paso para concretarlo. Con todo lo recientemente desarrollado por la inteligencia artificial, apostaría que ninguna sería capaz de idear un concepto tan hermoso, por la sencilla razón de no contar con las complejas y fantásticas conexiones neuronales que provocan en los humanos que todo se transita a través de las emociones. La red de circuitos y sensores que dan vida a la inteligencia artificial continuará generando copias y copias de algo anteriormente gestado por el ingenio humano. Por lo tanto, lo que realizan estas máquinas no debería llamarse “inteligencia” sino “imitación”.

La decisión más sensata que como especie deberíamos tomar es continuar entregándoles palabras a niñas y niños mediante los libros, para que engrandezcan sus ideas con mundos creados por personas sensibles que comparten sus problemas y emociones desde la realidad de un cuerpo, lejos de la frivolidad de un dispositivo.

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Este contenido de la edición de abril y mayo del 2023, “¡A Leer!”, se realizó con el apoyo de la editorial La Jirafa y Yo, una editorial especializa­da en la producción de libros de lectura para niños y adoles­centes. La editorial está ligada a la Escuela Euro­pea, en San Pablo de Heredia, en la cual se validan las dife­rentes publicaciones. Agradecemos su donación y sus comentarios en nuestro reportaje este mes sobre el tema de la relevancia cultural de la lectura.

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