Debajo de la superficie del Golfo de Nicoya

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Cuando la mayoría de nosotros miramos el golfo, vemos agua y cielo, las suaves curvas y triángulos de las olas. Él, sin embargo, ve lo que hay debajo, como por arte de magia. Los recursos que nadan y pululan bajo la superficie, la oferta contra la demanda en la costa, las consecuencias del daño ambiental y la sobrepesca, el potencial incumplido. Predica el evangelio de la pesca sostenible y encuentra la manera de ponerlo en práctica.

¿Panes y pescados? Solo con pescados, él, como tantos otros en esta costa verde baja, ha tendido una línea de vida tras otra. Los ha perseguido, vendido, servido, descubierto formas de permitir que un comensal rastree su camino desde las profundidades hasta su plato reluciente. De un barco pesquero a un restaurante, de una empresa turística a un Mercadito, ha pasado de una identidad empresarial a otra sin desviarse nunca de un objetivo: compartir estas aguas, estas islas y costas, con quienes vienen a verlas, saborearlas, experimentarlas.

El resto de nosotros vemos el agua y el cielo, y para nosotros, eso es suficiente. Ve lo que hay debajo, como por arte de magia. Al menos, vive como si pudiera.

Texto de Katherine Stanley Obando, inspirado en la historia de Mario Zamora de Isla Cocos Mercadito y su amor por el Golfo de Nicoya. Fue entrevistado por Sharon Cavallini y Mónica Quesada para su reportaje sobre Isla San Lucas el próximo viernes, parte de nuestra edición de agosto, “Simbiosis”. Nuestra columna semanal Media Naranja cuenta breves historias de amor con un toque costarricense. Durante nuestra edición de agosto, se enfocarán en el amor de muchos tipos (romance, amistad, lazos de vecinos) que están relacionados con los parques nacionales de Costa Rica y otras áreas protegidas.

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