Cuando Ingrid Calderón saca a pasear a Tara a un mall, es normal que les pare un oficial de seguridad para pedirle que le ponga un bozal a su perra. Tara es una American Staffordshire Terrier (Amstaff) de seis años, y como ejemplar de las razas que pertenece al grupo Terrier descendiente del American Pitbull Terrier, siempre se enfrenta a la reacción temerosa de quien no la conoce. El estigma que vive Tara puede resultar familiar para muchas personas.
Ingrid adoptó a Tara cuando le dió un dinero a una familiar de muy bajos recursos a cambio de que le permitiera tener a la perra. Tara originalmente iba a ser miembro de un hogar donde una madre soltera de dos hijos estaba esperando el tercero, y además vivían en condiciones no aptas para tener un perro del tamaño y temperamento de una Amstaff. “Qué lástima, porque uno ya sabe a dónde va a parar la historia”, recuerda Ingrid que pensó cuando decidió buscar una forma de traer a Tara a su hogar.
Desde muy pequeña, Tara demostró tener un temperamento diferente, pero además Ingrid se dedicó a educarla y socializarla tanto como pudo. Hoy en día, Tara ha participado de muchos eventos caninos, pero se destaca como voluntaria de Aula Pet. Allí, esta mascota no sólo ha dado apoyo a escolares costarricenses, sino que ha trabajando con jóvenes costarricenses que, al igual que ella, pueden sufrir del peso de un estigma.
¿Qué es Aula Pet?
Aula Pet, según explica su fundadora Xinia Jimenez, es un emprendimiento social que se basa en la intervención asistida con animales para promover el liderazgo en los niños, jóvenes y adultos en Costa Rica. “El vínculo que tienen los seres humanos con los perros, está asociado al desarrollo de habilidades para llevarse bien con los demás, ser flexible, innovador, enfrentar el miedo”, lee el material promocional de Aula Pet.
Al principio el objetivo era visitar cuantas escuelas fuera posible para prestar el servicio de capacitación asistida por perros en habilidades para la vida.
“Uno se encuentra con la realidad que el plano educativo de Costa Rica es duro. Apenas tienen los recursos para funcionar”, dice Xinia, cuando recuerda los procesos de reinvención de Aula Pet como emprendimiento que han ocurrido desde su inicio en el 2016.
La empresaria con experiencia en el área de ejecución de proyectos tecnológicos sufrió un caída en el trabajo que le ocasionó una lesión. Después de una incapacidad de cinco meses, y de haber implementado una automatización muy efectiva en la empresa, regresó para encontrar que ya no tenía empleo. Después de probar muchas terapias distintas para superar su dolor físico y emocional, su recuperación la logró al convertirse en voluntaria en un proyecto de intervención asistida por perros para niños llamado ACOTEAMA.
Durante esa experiencia, decidió formarse como experta en intervención asistida con animales. Su proyecto de graduación combinó su primera formación universitaria, educación, con su trayectoria profesional. Fue así como nació Aula Pet.
Para Xinia era muy importante montar el proyecto con un modelo financiero funcional.
“Yo ya había visto sufrir a las organizaciones porque cuando están sin fondos se acabó el objetivo”, recuerda Xinia. Fue así que como empresaria que es, decidió financiar estas actividades con el aporte de empresas que quisieran contratar la intervención asistida por perros en diferentes actividades de formación en liderazgo y trabajo en equipo.
Hasta el día de hoy el emprendimiento ha interactuado con casi 8000 usuarios entre empresas, escuelas y colegios, universidades, ferias para mascotas y dos centros penitenciarios.
‘Conéctate con tu poder interior’
En los años 2018 y 2019 Aula Pet realizó un trabajo voluntario y donado en el Centro de Formación Juvenil Zurquí, que es el centro de detención para menores de edad en Costa Rica. Apoyado por el departamento de orientación del centro, inició como un proyecto de empleabilidad.
“Era muy frío porque tenía que ver más con lo laboral”, explica Maureen Sanchez, quien fue orientadora por seis años en el Centro Zurquí. Actualmente trabaja como directora en el Centro Especializado Ofelia Vincenzi Peñaranda, un centro penal para jóvenes entre 18 y 24 años.
Para Mauren, el objetivo de empleabilidad se logró, porque los muchachos pueden ver un camino diferente para realizar una actividad productiva: desde ofrecer el servicio para caminar perros, hasta servicios de grooming. Pero dice que el proyecto logra mucho más que eso.
“[Aula Pet] aborda una serie de habilidades para la vida, sin necesidad de hablar de habilidades para la vida”, dice. “Muchas veces [los muchachos que participan] fueron violentos con los animalitos. Les daban drogas, les daban licor. Parte del proceso es concientizar el daño que le estaban causando a los perros”.
Los voluntarios caninos que participan en el proyecto del Zurquí generalmente son animales de raza grande, y en muchos casos de razas estigmatizadas como la de Tara.
“[Las razas] tienen mucha relación con la población. Ellos son adolescentes y jóvenes adultos como todos, pero muy estigmatizados, marcados por una conducta delictiva y una historia bastante triste, y que no queremos topárnoslos de repente”, dice Maureen. “Pero que si les brindamos respeto, escucha, empatía, podemos también obtener cosas buenas”.
En los dos años de trabajo, Aula Pet realizó dos talleres de siete sesiones cada uno con 16 jóvenes en el Centro Zurquí. Las sesiones siempre contaron con la presencia de Xinia, como la especialista en intervención asistida; un entrenador canino; los voluntarios caninos, juntos con sus dueños; y los invitados especiales que en cada sesión trabajan algún tema de formación en liderazgo.
Algunos de esos invitados especiales fueron otros perros: en una sesión los participantes tuvieron que bañar y atender a perros recientemente rescatados de las calles.
“Cuando trajeron unos perros del refugio, venían totalmente indigentes, y eso generó mucha empatía en los muchachos. Además, les permitió dar algo de ellos”, dice Maureen. “Ellos se encargaron de bañarlos. El poder aportar, el poder entender que también podemos ayudar, es muy importante”.
A través de la terapia asistida con los perros, los muchachos deben trabajar en equipo con su compañero canino para aprender nuevas formas de comunicarse, especialmente utilizando el entrenamiento con reforzamiento positivo. Al final del taller deben presentar una rutina de comandos e interacciones con su can a sus compañeros del centro y la dirección del mismo. Pero en el proceso aprenden sobre bienestar animal, cuidados caninos, entrenamiento canino, la importancia de la compasión y la diferencia con la palabra lástima. Experimentan qué significa integrarse como grupo, fortaleciendo el concepto del trabajo en equipo. Luego aplican estas lecciones a los conceptos de liderazgo al tomar decisiones y acciones, y modelar con el ejemplo.
“Trabajamos para que ellos puedan entender que el perro nada más le va a ayudar; el perro no le va a salvar de nada. El perro nada más le va a ayudar a encontrar el camino que él ya está decidiendo tener”, dice Xinia. “Y que otro día cuando salga y se encuentre con otro ser, que no sea un perro, acepte la ayuda aunque no sea de mi familia”.
En el 2019, Aula Pet inició el trabajo con 10 adultos jóvenes entre 18 y 24 años del Centro Especializado Ofelia Vincenzi Peñaranda. Sin embargo, la capacitación fue interrumpida por la pandemia.
Al momento de la publicación de este artículo, el programa está a punto de iniciar otro grupo en el Centro Zurquí con seis jóvenes, pero están esperando el giro del patrocinio.
Los retos de un emprendimiento social
Antes del 2018, Xinia encontró grandes barreras que le permitieran iniciar el trabajo con jóvenes encarcelados. Por más de un año tocó la puerta del centro penitenciario de diferentes formas, pero no fue hasta que una empresa conocida iba a ingresar con un programa de voluntariado que ella logró llevar a sus voluntarios caninos al centro. Hoy en día ya cuenta con aprobaciones formales para realizar los talleres.
La nueva dificultad es la presupuestaria, que sólo se ha visto agravada por la pandemia. Financia el proyecto del Zurquí mediante los ingresos que provienen de empresas que contratan a Aula Pet para realizar talleres con sus funcionarios.
“Aula Pet es un emprendimiento social sin fines de lucro”, explica Xinia. “Lo que recolectamos ha ido 100% al proyecto. En las visitas a una empresa, cada perro que va a una actividad gana un salario simbólico. Además se pagan los gastos para realizar la actividad. Lo que queda del costo [que pagan las empresas] es para el proyecto del Zurquí”.
En el 2022 el proyecto también se ha propuesto realizar mediciones más estrictas que permita a Aula Pet presentar con mayor claridad a sus socios y patrocinadores el impacto de los talleres en la población meta.
“Esta vez tenemos un diagnóstico que vamos a aplicar”, explica Xinia, quien ahora está trabajando con una sicóloga como parte del equipo de Aula Pet. “Queremos medir percepciones de vínculo, de emociones, qué significa la compañía y ver si realmente el programa ha ido calando en la parte interna”.
Además, Xinia quiere profesionalizar más el trabajo de Aula Pet. Hasta ahora, los voluntarios del proyecto han sido seleccionados por su habilidades y aptitudes a través de una serie de entrevistas y pruebas, para luego llevar entrenamientos básicos de intervención asistida. En el 2022, Aula Pet va a trabajar con una escuela de certificación en intervención asistida para que los estudiantes hagan sus horas de práctica con el proyecto, pero además quiere incentivar a sus voluntarios actuales a oficializar su especialidad.
Ingrid y Tara ya están en este proceso. Desde inicios de año ambas se están formando en el Centro de Atención Integral a Personas con Discapacidad, y están deseosas de regresar a los talleres con los jóvenes de los centros penales juveniles.
“Muchos se identifican con estas razas”, dice Ingrid mientras acaricia a Tara, que está sentada en su regazo. “Ellos dicen ‘si un perro como este que la gente le tiene miedo, que son difíciles de manejar, puede hacer este tipo de trabajo, pueden prestarse para un entrenamiento. Entonces ¿por qué yo no puedo ser diferente?, a pesar de lo que la gente me tacha’.
“Es una población muy vulnerable, que necesita recobrar la confianza en sí misma. Cuando aprenden a hacer ciertos trucos con los perros eso los empodera, les hace sentir que ellos pueden llegar a hacer algo más y empiezan a pensar en positivo”.