Algunas emprendedoras podrían encontrar que convertir su pasión en ingresos podría quitarle parte de la alegría.
Para otras, ocurre lo contrario. Un interés fugaz se profundiza y transforma.
Siempre fanática de las piedras semipreciosas—fascinada por la forma en que los volcanes, los ríos, las capas de tierra brindan estos regalos vívidos para adornar nuestras muñecas y cuellos—ella finalmente las tomó en sus propias manos. Empezó a crear sus propios diseños.
No sabía que esas piedras, esas manos, la llevarían a casa. Que aprender a combinar piedras y alambre la llevaría atrás en el tiempo, a la forma en que las manos latinoamericanas han realizado esa misma tarea a través de los tiempos. Que estudiar cómo la tierra produce belleza la llevaría a estudiar cómo la tierra produce salud. Junto a sus joyas, ahora colocó cremas y jabones. Cuando llegó la pandemia, ganaba menos, pero aprendía más.
Descubrió que su misión había crecido: recordarnos que América Latina puede tener todo lo que buscamos. Que esa belleza no tiene por qué venir de otra parte. Que lo que alguna vez fue, para ella, un interés fugaz, es en realidad un regalo atemporal: regalos de una tierra que dice, como dice ella: “Nuestro patrimonio nunca debe pasar de moda”.
Inspirado en la historia de Erika Sevilla de Goicochea, San José, fundadora de Lakshmi Touch y miembro de nuestro grupo de WhatsApp de Emprendedores 506, que ha dado forma e informado nuestra edición de enero (¡únase al grupo aquí!) Nuestra columna semanal de Media Naranja cuenta breves historias de amor con un toque costarricense. Durante nuestra edición de enero, nos estamos enfocando en emprendedores que están marcando la diferencia.