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Se necesita un pueblo: redes sociales y envejecimiento saludable

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“Hojancha es un cantón verde, ordenado. Si usted camina por Hojancha, respira paz”, dice Verónica Campos, la vicealcaldesa del cantón de Hojancha, uno de los cinco cantones que conforman la Zona Azul dentro de la Península de Nicoya.

¿Algo más para describir Hojancha?, le pregunto. “Con eso se lo simplifico todo”. Pero ambas sabemos que no es simple. Verónica tiene más de una hora contando cómo las comunidades para las que ella trabaja hacen mucho por lograr y mantener esa paz, en especial para sus adultos mayores.

Hace cinco años, esta psicóloga y gerontóloga se convirtió en la vicealcaldesa de este cantón de poco más de 7.000 habitantes, de los cuales prácticamente la mitad son clasificados por el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) como “dependientes”, es decir, tienen menos de 15 años o más de 65. Este segundo grupo, el de los adultos mayores, es el que le hace famoso a Hojancha, y se ha convertido en una de las principales ocupaciones de Verónica.

Aunque los recursos económicos son limitados, “el recursos humano aquí es lo más importante por eso se logran las cosas”, dice Veronica. Es así como funcionarios de una gran cantidad de instituciones como Ministerio de Salud, Caja Costarricense de Seguro Social, Red de Cuido, Asociación Gerontológica Costarricense (AGECO), y universidades—así como vecinos líderes en cada una de sus pequeñas comunidades—han logrado consolidar una serie de alianzas y programas que han permitido visibilizar más a las personas adultas mayores. También han fomentado aún más interacción entre adultos mayores con cada una de sus pequeñas comunidades y con el cantón en general.

“Hagamos grupos de adultos mayores”, recuerda Verónica que fue su propuesta inicial. “No podemos jalar a los adultos mayores al centro, no hay servicio de buses, existe pobreza. Nosotros tenemos que trasladarnos a los pueblos”. Es así como hoy en día hay más de cinco grupos de adultos mayores organizados en diferentes comunidades, realizando actividades que hasta han aprendido a financiar ellos mismos.

“Empezaron a involucrarse más adultos mayores”, recuerda Verónica. “Ellos empezaron como grupo a hacerse cargo de actividades dentro de sus propias comunidades. Hacían bingos para tener su plata”.

La pandemia ha detenido muchas de estas actividades, pero el espíritu continúa. Verónica dice que la relación entre la población adulta mayor de Hojancha y las personas de menor edad es muy sana, de mucho respeto y cada vez más de mucha admiración mutua.

“Aquí la gente habla de mi abuelo, mi abuela, mi tío, mi tía, con orgullo”.

Grupo de Adultos Mayores de Huacas de Hojancha posan para una fotografía grupal, antes de la pandemia. Cortesía Verónica Campos / El Colectivo 506

Entendiendo las redes sociales de los centenarios nicoyanos

El proyecto del Espacio de Estudios Avanzados de la Universidad de Costa Rica (UCREA), llamado Redes sociales, microbioma y envejecimiento: análisis multidisciplinario de las redes de apoyo y su influencia en el microbioma intestinal de los habitantes de la Zona Azul costarricense, se ha dedicado, desde el 2019, a entender cómo los factores sociales y ambientales podrían haber favorecido el envejecimiento saludable de los longevos de esta Zona Azul del mundo. (Una Zona Azul es un lugar donde hay hasta 10 veces más personas mayores de 90 años que el promedio del mundo, es decir, las personas viven más y mejor).

En cuanto a las redes sociales, el antropólogo e investigador del proyecto, Juan Carlos Vargas explica que la investigación trata de entender la red de apoyo que rodea a los longevos nicoyanos en cuatro dimensiones: con quien comen, o quien prepara y con quién consumen sus alimentos; cómo hacen para atender los aspectos de salud (asistir a citas por ejemplo); con quién conversan cotidianamente, con quien narran cosas, preguntas, se enteran de lo que sucede; y por último, cómo viven su espiritualidad.

Aunque el estudio aún no ha publicado sus resultados oficiales, Juan Carlos si es enfático en señalar su mayor hallazgo.

“[Las personas mayores de la Zona Azul] nunca están solas, a diferencia de otros lugares, por ejemplo con la GAM, donde puede que en el día [la persona mayor] está sola”, indica.

Sin embargo, Juan Carlos agrega que esa compañía va más allá: “No estoy solo y lo que yo hago, pienso, vivo, requiero, lo comparto y hay otras personas que lo comparten conmigo. Esa red es viva”.

Grupo de Adultos Mayores del Centro de Hojancha posan para una fotografía grupal, antes de la pandemia. Cortesía Verónica Campos / El Colectivo 506

El sentido de pertenencia en la comunidad, y de que existe una relación respetuosa y que valora a cada persona por su aporte, es la red viva de la que habla el investigador.

“Se sienten satisfechos de que la gente les colabora y ellos colaboran”, dice Hennia Cavallini, Ingeniera Mecánica, doctora en educación e investigadora del proyecto, quien agrega que es la participación de estas personas mayores, aunque sea sólo con sus historias, la que también alimenta esa red viva. “Son tomados en cuenta, hay un sentido de pertenencia de la comunidad”.

“No es una cédula que dice de dónde soy sino que es un auto reconocimiento [de que pertenezco] y un asumir del grupo de que sí, soy parte de este”, agrega Juan Carlos.

¿Quienes forman la red en Nicoya?

Cuando pensamos en redes sociales—las de carne y hueso, no las virtuales—muchas veces tendemos a pensar en la familia. Son padres, hijos, abuelos, tíos, primos, esos grupos grandes de personas que se reúnen y se apoyan. Pero ¿cómo podemos aplicar lo aprendido en las Zonas Azules a los nuevos núcleos familiares? ¿Qué pasa con las familias pequeñas, incluso con aquella que no han llegado a tener hijos?

Juan Carlos explica que cuando hablamos de afiliación, es decir, esa tendencia a buscar compañía de otras personas, debemos considerar dos modificadores: la fuerza y la frecuencia. La fuerza tiene que ver con la permanencia de esa afiliación en el tiempo. “Es como cuando veo a alguien cada diez años y siento que no pasa el tiempo”, explica Juan Carlos. La frecuencia, tiene que ver con la presencia más o menos constante de esa afiliación.

Para que una afiliación sea permanente, debe ser fuerte y ojalá frecuente, y eso es más común de lograr cuando hay lazos familiares de por medio.

“Es como con los compañeros de trabajo con los que comparto todos los días pero si se van, no pasa nada”, dice Juan Carlos explicando el otro extremo del espectro.

Es justamente estas afiliaciones fuertes y frecuentes las que hacen la diferencia, y es en esas en las que se debe trabajar para que apoye el envejecimiento saludable de las personas.

Pablo Castillo Carrillo, a sus 95 años cumplidos, participaba de las festividades del Encuentro Mundial de Zonas Azules en el 2017. Pablo y su mamá, una de las centenarias más conocidas de esta Zona Azul, Panchita Castillo Carrillo, son de las personas lonjevas de Hojancha. Panchita murió en diciembre 2016 a los 110 años. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506

Además de los lazos familiares, los investigadores explican que en la zona azul dentro de la península de Nicoya hay muchas afiliaciones que no son de sangre, pero que los resultados indican que son igual de importantes.

“El común en la GAM es que usted no sepa que detrás de su casa vive una persona adulta mayor”, dice Juan Carlos, explicando que eso no pasa en la Zona Azul dentro de la península.

“Sentarse a conversar normalmente sucede con un tercero, un vecino, un amigo, una persona que pasa y que sabe que esa persona mayor vive ahí”, dice Juan Carlos, explicando los hallazgos de con quién estas personas se comunican. “[La persona que visita] sabe que el adulto mayor sabe de cosas, le tiene respeto por eso”.

Otros dos tipos de persona que son parte tangible y presente de la red están aquellos que conectan al adulto mayor con las redes de salud y la persona o personas que le conectan con los espacios para la espiritualidad.

“La Caja llega donde ellos, ya sea que existe la disposición de transporte para llevarles a algunas citas o los equipos de salud llegan a visitarles”, dice Juan Carlos. “Ese personal con presencia constante forma parte de esta red, pero además, aunque el personal cambie, la institución está presente”.

En este particular, existe una figura que resalta: el Asistentes Técnicos de Atención Primaria, o ATAP.

“El ATAP es una persona que vive cerca y que tiene una zona de atención cotidiana. Es alguien que está muy cerca y ya es conocido, saben quién es, está frecuentemente pasando, prestando atención a las vacunas y otros medicamentos y puede llevar y traer información hacia los centros de salud y los EBAIS”, dice Juan Carlos sobre este puente entre las instituciones de salud y las comunidades, las familias, las personas, que ha existido bajo diferentes títulos por lo menos desde los años 1950, “cuando los longevos de ahora eran jóvenes”, explica Juan Carlos.

Cuando estudiaron la espiritualidad de las personas longevas de la zona azul de Nicoya encontraron aspectos similares.

“No hablamos sólo del líder religioso sino también de los otros fieles, esa comunidad que acuerpa”, hace énfasis Juan Carlos al comparar que, al igual que con el ATAP, la red puede ir hasta incluir a las instituciones u organizaciones. “[El puente] es alguien a quien la organización le da un cierto poder o responsabilidad pero que no es únicamente el pastor o el sacerdote. Puede ser el delegado de la palabra, misionero, el hermano. A veces es un pequeño grupo que conforman ese equipo de acompañamiento”.

Y es con ese grupo que las personas crean afiliación, crean redes sociales, que les permiten pertenecer.

Luz, ruido, agua e instituciones

Hennia Cavallini, con su lente de ingeniera mecánica, miró más allá de las personas que forman la red para reconocer los factores ambientales que la acompañan.

Muchas cosas fueron documentadas y llaman la atención, como los altos niveles de humedad, la excelente calidad del aire, las vías de acceso, la topografía montañosa o las altas temperaturas. Pero hay tres que ella menciona más de una vez en su recuento: los bajos niveles de ruido que ayudan a disminuir el estrés; la gran cantidad de luz natural que hace que las personas se sientan de mejor ánimo; y una estructura institucional y funcional que asegura que las comunidades donde viven estas personas longevas tengan acceso a agua potable.

Durante el Encuentro Mundial de Zonas Azules en el 2017 en Nicoya, el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) realizó una cata de agua, proveniente de diferentes partes de la península. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506

Para ella, la buena organización comunal debe tener un impacto en el envejecimiento saludable de las personas mayores de la zona azul. Esa organización se ve reflejada en la gran cantidad de Asociaciones Administradoras de los Sistemas de Acueductos y Alcantarillados Comunales (ASADAS) en la zona, y también en gobiernos locales proactivos, como la Municipalidad de Hojancha.

Conversando conmigo en una llamada de Zoom, Hennia y Juan Carlos me explican por qué el trabajo del conjunto de estas instituciones es esencial.

“Eso es super importante,” dice ella. “Un gobierno local tiene influencia en su comunidad y puede integrar a todas las personas de todas las edades en un sólo sistema donde se protegen todos”.

“Las ASADAS y los ATAPS, que son dos expresiones separadas se unen,” explica Juan Carlos. “Los ATAPS trabajan en la salud, pero poco harían si tenemos malas aguas”.

“Todo está interconectado”, agrega la ingeniera.

“Y no es algo de cómo sumar sino potenciar”, dice Juan Carlos. “Se trata de ver cómo se interconectan todos los factores para potenciar [el envejecimiento saludable]”.

Durante el Encuentro Mundial de Zonas Azules en el 2017 en Nicoya, los vecinos de Carrillo, Blass Angulo Chinchilla, quien tenía 91 y María Gapita Chavarría Cerrano, quien tenía 84 años, participaron de las actividades. Entonces ellos tenía 64 años de casados. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506

El ingrediente secreto del envejecimiento saludable

“No es mágico. No es así”, responde Juan Carlos cuando le pregunto qué deben hacer las personas en cuanto a sus relaciones personales para envejecer saludablemente. “Ahora, indudablemente incorporar estas prácticas—tener espiritualidad, compartir con otros, una dieta variada, todo esto—hará que la persona va a lograr llegar más lejos que donde estaba previsto, pero además en buena condición”.

Ese ha sido el himno de esta edición de El Colectivo 506. Queremos una ¡Larga Vida para Costa Rica!, pero con calidad. Y por eso este último artículo de la serie quiere hablar de comunidad, de afiliación permanente, de relaciones fuertes y frecuentes—en fin, de redes sociales reales que nos permitan disfrutar y construir esa vida de calidad.

Porque al final, como lo dice Juan Carlos, “[La soledad], eso no se acomoda con lo que se da en las zonas azules”. El envejecimiento saludable también es una cosa de equipo.

Trinidad Espinoza, tenía 101 años en el 2017 cuando asistió a las actividades del Encuentro Mundial de Zonas Azules en la península de Nicoya. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506
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Mónica Quesada Cordero
Mónica Quesada Corderohttp://www.mqcphoto.com
Mónica (Co-Fundadora, Editora Gráfica) es una galardonada fotoperiodista con 15 años de experiencia en el desarrollo de proyectos fotográficos en el área editorial, retrato, vida silvestre, comida y arquitectura. Además, cuenta con experiencia en escritura y redacción y una maestría en Producción Audiovisual y Multimedia. Mónica (Co-Founder, Graphic Editor) is an award-winning photojournalist with 15 years of experience developing photographic projects in the editorial, portrait, wildlife, food and architecture areas. In addition, she has experience in writing and a master's degree in Audiovisual and Multimedia Production.

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