La psicóloga Catalina Calderón trabaja para el Ministerio de Salud en la Dirección Central Norte. Esta región abarca toda la provincia de Heredia y cinco cantones de Alajuela: Río Cuarto, Grecia, Atenas, Póas y la cabecera de Alajuela. Igual que la Dra. Ninfa Salas en la Región Huetar Norte, protagonista de nuestro reportaje de ayer, Catalina trabaja en una región con diversas geografías y contextos, desde urbano hasta comunidades rurales sumamente aisladas.
Pero tienen algo en común: tasas altas de suicidio, que subieron durante la pandemia.
Ninfa trabaja desde su trinchera capacitando a trabajadores de la Caja Costarricense de Seguro Social en herramientas para tratar la salud mental. Catalina trabaja desde la suya, en el Ministerio, juntando instituciones públicas y privadas—nacionales, regionales, e hiperlocales, como un grupo de duelo para mamás en una iglesia—para que se pueda atender diversas necesidades de apoyo en salud mental, aunque el Ministerio o la Caja tengan recursos financieros limitados.
Esta psicóloga especialista en la prevención del suicidio tiene como prioridad fortalecer las IRAIS y ILAIS del Ministerio: Instancias Regionales y Locales para el Abordaje Integral del Riesgo Suicida. Sin embargo, su trabajo la lleva a dar seguimiento a muchos temas de salud mental, desde la prevención de consumo de drogas, hasta el trabajo con emociones en las escuelas.
El Colectivo 506 conversó con Catalina via Zoom sobre los mitos que rodean el suicidio en Costa Rica, las deficiencias que han encontrado mediante su trabajo, y el poder de las alianzas. La conversación ha sido editada para mayor claridad y brevedad.
¿Cómo empezó este gran esfuerzo?
Para poder trabajar salud mental en términos comunitarios, se empezó a analizar que debíamos de trabajar la salud mental, primero a lo interno—o sea, en la casa. Entonces desarrollamos un programa de salud mental para trabajadores [de la Caja].
Posteriormente trabajamos una metodología que eran talleres optativos donde se ofrecía a la población diferentes temáticas y si a mí me interesaba, yo me inscribía: habilidades para la vida, manejo de emociones, límites en el hogar. Lo que pasa en las casas cuando yo, como funcionario, cuido a mis papás porque tienen alguna patología o porque son adultos mayores. Desarrollamos también articulaciones con otras instituciones que nos colaboraban con charlas de duelo, de prevención del consumo de sustancias psicoactivas. En fin, varias. Lo hemos trabajado desde 2015 hasta la actualidad.
Y esto coincidió con la publicación del Decreto 40-881 [N° 40881 – S, “Oficializa la Normativa Nacional para la Articulación Interinstitucional en el Abordaje Integral del Comportamiento Suicida, 22 de febrero del 2018]. De esta normativa nace que en los cantones y regiones que tienen ya redes de salud mental, tienen que incorporar el tema de prevención de suicidio—y señala que aquellas que no lo tienen, tienen que crear esa instancia.
Entonces acá tenemos, por ejemplo, la participación de Cruz Roja, de Fuerza Pública, de ONGs, el MEP [Ministerio de Educación Pública], el PANI [Patronato Nacional de la Infancia], el IAFA [Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia] entre otros. Cada instancia debe desarrollar planes de trabajo, enfocados en tres ejes de lo que la Secretaría Técnica de Salud Mental nos ha indicado: prevención, atención y promoción de factores protectores de la salud mental. Entonces por ejemplo si a mí me piden [apoyo para prevenir] el consumo de sustancias, yo sé que puedo contar con la participación del IAFA.
Nosotros desde que iniciamos la pandemia, hicimos una vinculación con una plataforma se llama Yamba Radio. Todas las semanas, les llevamos programas de salud mental. Hemos hablado de autismo, de manejo de emociones, de duelo. Hemos hecho articulaciones con Paniamor, con la Fundación TeenSmart, con gente de las diferentes universidades, hospitales. Cuando vemos la cantidad de reproducciones que tiene el programa nos damos cuenta de que le estamos llegando a la población. No podemos decir que hay una gerencia de cambio conductual, pero sí sabemos que el mensaje va quedando ahí y que es un recurso para ellos.
Capacitaciones buscan reducir la brecha de la salud mental en Costa Rica
¿Cómo le ha servido esa red para tratar el tema de suicidio en particular?
Una cosa es trabajar salud mental y que yo venga y diga, “Voy a dar una charla sobre regulación de emociones”. ¿Verdad?
Pero cuando ya te tocan el tema de suicidio uno siente el miedo. Uno siente que la persona de repente reacciona como, “Es que yo no sé qué decirle, o no sé qué voy a hacer”. Tratamos de abrir estos espacios y llevar los mensajes a nivel comunitario para que las personas pierdan como ese temor y puedan escuchar.
Empezamos a romper estos mitos.
¿Cuáles son algunos mitos sobre el suicidio con particular fuerza aquí en Costa Rica?
Hay un mito que que es muy, muy, muy riesgoso. Es el silencio, porque el suicidio es alimentar el silencio. Entonces, entre más yo pueda generar espacios donde yo pueda hablar con las personas, explicarles, decirles… háblelo.
A veces naturalizamos conductas. Yo escucho a papás que nos dicen, “Es que de por si ese chiquito es así. Ya él tenía ese temperamento. Él siempre llegaba, se encerraba en el cuatro, y uno ¿que iba a hacer?” Pero en realidad, nos hace falta esa malicia de analizar qué lenguaje conductual nos está diciendo algo, que a veces es muy complicado que yo lo pueda poner en palabras.
¿Cuántas veces vemos llorar a alguien y no le preguntamos que tiene? O: “Mira, no llores”, ¿verdad? Hay temas del patriarcado o de la parte sociocultural… A veces los mensajes que se le dan a la población masculina es no lloren, sea fuerte, usted no puede ser—disculpe la expresión—un maricón. Le brindamos esos mensajes de dureza que en ocasiones, cuando esta población no puede más… pues optan por un tema de suicidio porque no saben pedir ayuda.
Y está el mito de que solamente las personas capacitadas de salud mental pueden ayudar a alguien en riesgo suicida o en una crisis. Eso nos debilita la ayuda que cualquier persona puede hacer.
Podemos escuchar. ¿Y después de escuchar
Ahí activamos. Llamamos 911. Llamamos de pronto a los familiares. Nos toca mucho sensibilizar porque las personas siguen teniendo esa resistencia de “No, porque después se mata porque yo no soy psiquiatra, y es que yo no sé ni qué decirle”. En realidad es una escucha, y que después se pueda actuar como corresponde.
Nosotros en la red tenemos una ruta crítica que nos ha servido de borrador, donde sabemos qué hacer con esa ideación, si hay intentos, si hay un suicidio, tratamos de darle una articulación a los sobrevivientes, que son todas las personas dolientes en torno a esa pérdida.
¿Cuáles son las limitaciones con las cuales se han topado? ¿Qué hay que mejorar en Costa Rica o en su región para que estas redes comunitarias se fortalezcan?
Hemos logrado encontrar muchas deficiencias en el sistema que yo he reportado a la Secretaría Técnica de Salud Mental en algún momento. Espero que cambie. Yo soñaría que mi país sea avanzado, igual que España o Argentina, que tienen institutos especializados para personas en riesgo suicida, o inclusive que tengan un trato diferente—porque no es lo mismo una emergencia porque tengo ideación suicida, a una emergencia porque voy baleado para el hospital. En realidad todavía falta mucho que abrir caminos de que el suicidio es una emergencia como tal.
El sueño mío es tener como un modelo comunitario de prevención de suicidio y abordaje de salud mental… La Secretaría me solicitó que hiciéramos un proyecto comunitario y yo lo que propuse primero fue un diagnóstico de salud mental, pero me lo negaron.
¿Cuánta información tiene usted sobre la salud mental en su zona, y qué le hace falta
Tenemos bastante información en Costa Rica. Existe la Normativa N° 40556-S [Reglamento de vigilancia de la salud] que viene a indicar que hay eventos de notificación obligatoria. Uno de los elementos de notificación obligatoria es el intento de suicidio, entonces yo sé cuáles son las zonas de mi región que pueden tener ahorita una mayor tasa de intentos de suicidio.
¿Esa notificación obligatoria, es de parte de cualquier funcionario, cualquier institución
Exacto, de cualquier institución pública o privada, cualquiera. Hasta médicos privados tienen que notificar e inclusive, no solo notifican intentos: hay otros trastornos o problemas relacionados con salud mental que tienen que notificarse, como por ejemplo depresión, esquizofrenia, bipolaridad, o trastorno del desarrollo, como el autismo.
¿Qué haría con un diagnóstico para complementar los datos que ya tienen?
No es que no haya información, es que hay que sentarse, como depurar mucho y a veces uno no tiene el tiempo. Para darle un ejemplo, nosotros nos hemos dado cuenta que existe un grupo de ansiosos que se reúnen en un lugar, entonces se dan contención entre ellos. Me parece un excelente recurso, porque muchos pacientes, pues salen con sus ansiedades, un medicamento y después dicen y ¿ahora qué hago? ¿Qué hay más allá en la comunidad? …Hay grupos de duelo que trabajan con mamás que han perdido un hijo. Entonces, si yo sé que de repente viene una señora que me está diciendo vea, se me murió el hijo el año pasado y este otro se acaba de suicidar. Entonces yo ya sé que sí, que hay que hacer todas las articulaciones con la Caja, pero el hecho que yo conozca que allá, de hay un grupo me sirve.
Entonces necesitamos tener ese bosquejo de qué más hay.
El diagnóstico, aunque no me lo hayan aprobado, lo tenemos que hacer. Ellos no lo aprobaron porque ellos quieren que todo el país tenga el mismo diagnóstico, la misma guía. En sana teoría vamos a arrancar… en estos meses. Esperemos.
Uniendo fuerzas para contar historias de salud mental en Costa Rica