Las personas apasionadas de la educación han sido una presencia constante en el desarrollo de El Colectivo 506—docentes, administradores, madres, padres, y estudiantes. Entonces en nuestra edición co-creada con nuestra comunidad lectora, no pudo faltar una mamá que quería compartir la historia de una escuela que ha cambiado la trayectoria de su familia y su vida profesional al mismo tiempo.
Conversamos con Mélida Luconi, Directora de Desarrollo at La Paz Community School, un centro educativo bilingüe (prekinder a12vo año) con una sede en Cabo Velas y otra en Palmira de Guanacaste, cerca de la entrada a Papagayo. También nos habló del sistema de becas de la institución, que está recaudando donaciones en este momento para poder beneficiar a más niños y jóvenes en el 2023 y en adelante. A continuación, los extractos de nuestra conversación.
¿Cómo llegó a conectarse con La Paz?
He sido educadora por más de diez años. Había trabajado como profesora de ciencias, y… tengo una maestría en mercadeo digital. Yo quería que mi hija estudiara en La Paz, entonces cuando de repente se me presentó esta oportunidad, pues por supuesto que ni lo pensé mucho. La oportunidad de poder ayudar en un programa como estos. Para mí es un privilegio, definitivamente.
¿Por qué le interesaba tanto esta escuela?
La Paz tiene una idea muy progresista de la educación. El método de aprendizaje es más que todo basado en proyectos. Le voy a poner un ejemplo de mi materia favorita que dan aquí, que se llama proyectos Anchor, o Ancla. Trabajan en la tierra: los niños pequeños cultivan, arreglan caminos, cosechan, cuidan a las gallinas, recogen los huevos y el producto de lo que hacen, lo venden. Los chicos más grandes, en la misma materia Ancla, tienen otro tipo de estrategias. Por ejemplo, los chicos de 8.º manejan una tiendita donde venden comida. Ellos manejan los inventarios, los ingresos, la contabilidad, todo el mercadeo.
En décimo, onceavo y doceavo manejan además proyectos donde ellos tienen que empezar desde una idea—ya sea crear una pequeña empresa, o una pequeña organización que recolecta fondos y ayuda a otros. Eso es un requisito para graduarse del Bachillerato Internacional.
¿Y cómo funciona el programa de becas?
El programa de becas nació exactamente en el mismo año en que nació la escuela. Uno de los propósitos de la escuela fue empezar con becas: el objetivo es crear una comunidad inclusiva. El programa de becas se financia 100% por donaciones privadas, no con la matrícula.
Lo que lo hace muy diferente a todos los demás, es que nosotros no solo con ese dinero financiamos los estudios del chico o la chica que esté matriculado, sino que también buscamos que haya todo un apoyo integral para garantizar el éxito de este estudiante. Eso no solo significa graduarse de la escuela, sino significa que llegue a una universidad; que se gradúe de la universidad; y que vuelva y que le devuelva a la comunidad.
Con esos niños becados es muy probable que cuando entren en una escuela privada tengan cierto choque cultural, que sea difícil, para ellos y para sus familias, psicológicamente. Aquí se garantiza un apoyo socio emocional para el niño y para la familia, el apoyo tecnológico cada mes, y apoyo en actividades extracurriculares. Si ellos quieren participar en algún club, se les incentiva a hacerlo también. Eso lo cubre el dinero del programa de becas.
Además de eso hacemos talleres para empoderar a esas madres y padres. Tenemos un grupo de profesionales increíbles que trabajan 100% dedicados al programa de becas—dos profesionales, uno en cada escuela.
Hace unos años una profesora de una universidad pública de Costa Rica me dijo que solía ver a estudiantes de zonas rurales y de escasos recursos en la Universidad al final del mes, como compartiendo unas galletas soda para el almuerzo porque se les acabó el dinero. Necesitaban más apoyo adicional a sus estudios.
Yo lo viví. Yo estudié en la Universidad Nacional y yo tenía compañeros [así]. Tenía un grupo de amigos apoyándolos, pero para mí eso fue impresionante. Fue la primera vez que entendí que uno es privilegiado, definitivamente.
Nuestros exalumnos de becas, todos están estudiando en la universidad o ya se graduaron… En este momento podemos decir que tenemos un éxito del 100%.
¿Cómo seleccionan a los becados?
No es por habilidad deportiva y no es por habilidad académica. Buscamos a familias que puedan garantizar el apoyo emocional que van a necesitar los chicos para estar aquí.
Este año tenemos 84 estudiantes becados en las dos sedes. Es más o menos un 15% de los estudiantes. Además de eso, más o menos un 50% de la población estudiantil tiene algún tipo de ayuda financiera. La ayuda aquí empieza en un 10% y termina en un 49%; a partir del 50% ya empiezan las oportunidades de becas.
Eventualmente queremos seguir creciendo. Nuestra misión es tener más sedes en el país y poder replicar este modelo que está siendo exitoso y que está ayudando a las comunidades a poder salir adelante.
Como mamá, pienso mucho en esto. Si mañana todos nos despertamos en el sistema público y ponemos todos nuestros recursos allí, el sistema público mejorará. Pero supongo que eso no es realista, y tal vez necesitamos tener espacios donde se puede innovar, se puede probar cosas diferentes—siempre y cuando haya un fuerte compromiso comunitario.
Eso es lo que creo. Empezando con pequeños proyectos, ojalá replicables, podríamos empezar a generar un cambio.
Y si existen escuelas y colegios privados, esos estudiantes pueden estar sólo con otros niños y jóvenes de muchos recursos, o pueden estar en un ambiente inclusive.
Creo que es algo que les enseña a los niños a ser más empáticos y más solidarios. Y no solo hablo de las clases altas hacia las clases más bajas, sino en viceversa también, porque entienden que todos tenemos problemas con nuestros papás. Todos tenemos problemas amorosos. También a todos nos cuesta la escuela.