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Juventud del Caribe Sur de Costa Rica revela el pasado y protege el futuro de su comunidad, buceando

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Pete Stephens Rodríguez, un jóven de 23 años vecino de Cocles, en el Caribe Sur de Costa Rica, puede decir con toda confianza que él ha descubierto y ha hecho historia en su comunidad. Pete es miembro de la familia Brown, una de las familias reconocidas como fundadora del pueblo de Puerto Viejo, pero esa no es la razón por la que él ha hecho historia.

En setiembre del 2023, Pete fue parte de la quinta expedición de arqueología subacuática en las aguas del Parque Nacional Cahuita, y la primera excavación de este tipo en el país, organizada por el Centro Comunitario de Buceo Embajadoras y Embajadores del Mar (CCBEM), y acompañados por múltiples organizaciones nacionales e internacionales. Pete es miembro del Centro Comunitario, y ha sido parte de esta organización desde que tenía 15 años.

Durante la expedición de setiembre del 2023—la cuarta expedición de Pete—él recuerda que los arqueólogos subacuáticos que estaban liderando la excavación, los daneses Andreas Bloch y David Gregory del Museo Vikingo de Dinamarca, decidieron dejarlo a cargo de la delicada succión de la arena, mientras uno de ellos recargaban su tanque de oxígeno. En este sitio las cuatro expediciones anteriores, también lideradas por el CCBEM, habían demostrado la presencia de un naufragio centenario que, según pruebas recaudadas hasta ahora, parece corresponder a dos barcos esclavistas daneses del siglo XVIII llamados Fredericus IV y Christians V.

“Empecé a escarbar poco a poco. Encontré una pipa, que era de fumar”, dice Pete quien además ayudó a ubicar y extraer piezas de madera del barco que hoy en día están siendo examinadas para determinar, de manera certera, que estos barcos corresponden a los naufragios que traían más de 600 personas esclavas de África.

El Centro Comunitario de Buceo Embajadoras y Embajadores del Mar es una organización sin fines de lucro fundada oficialmente en el 2015, después de que, en el 2014, la periodista y activista comunitaria María Suárez Toro decide buscar oportunidades para que un grupo de jóvenes del Caribe Sur aprendan sobre buceo.

Durante los últimos ocho años, esta organización que hoy día cuenta con 25 miembros activos (23 de ellas y ellos entre 14 y 28 años de edad) han dedicado decenas de buceos y han involucrado a centenares de personas de la comunidad para que, a través de la ciencia ciudadana, no sólo logren reescribir una parte de la historia de Costa Rica, sino que además, han promovido la práctica del buceo para cuidar de los arrecifes de corales que distinguen al Caribe Sur.

Dos antiguos miembros del Centro participan de un monitoreo de corales durante la pandemia. Cortesía de CCBEM / El Colectivo 506

Pero, ¿cómo un grupo de jóvenes ha podido lograr esto? Y ¿por qué decidieron embarcarse en esta aventura en el rinconcito del océano que les rodea?

“La idea de hacer estos cursos de buceo con la juventud era [originalmente] para relacionarnos con el mar y buscar una manera de mantenernos ocupados, y en algo que nos gustaba, pero al mismo tiempo cuidando los océanos”, dice Maraya Jiménez Taysigue, presidenta del Centro Comunitario y otra de las miembros fundadoras. Pero Maraya explica que rápidamente el propósito del centro dejó de ser principalmente una actividad recreativa.

En abril del 2023, miembros del Centro recibieron un reconocimiento por su liderazgo juvenil en el Caribe Sur de parte de la UCR. En la foto (izq-der): Ana María, Matthieu, Salim, Maria, Maraya, Jimena, Pete y Adir (atrás). Cortesía de CCBEM / El Colectivo 506

Ciencia ciudadana y joven

¿Por qué Maraya, Pete y todos los miembros del Centro empezaron a realizar expediciones para buscar barcos naufragados en las costas del Parque Nacional Cahuita? Porque ya sabían que algo debía existir ahí.

“Es el conocimiento que nosotros adquirimos de generación en generación”, cuenta Maraya. “Venimos de familias de pescadores y habitantes de la zona, siempre hemos estado relacionados con los arrecifes coralinos”.

Maraya explica que en el Centro se practica ciencia ciudadana, donde el conocimiento empírico o transferido se combina con nuevos aprendizajes. Las personas que conforman el Centro adquirieron esos aprendizajes a través de distintas formaciones desde el 2016 con organizaciones como la Sociedad de Arqueología Náutica, o Nautical Archeology Society (NAS), la organización Buceo con propósito, o Diving with a Purpose (DWP), e Innoceana. También fueron acompañados por instituciones costarricenses como el Museo Nacional, la Universidad Nacional (UNA), la Universidad de Costa Rica (UCR) y el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC).

Fotografía de un pecio en Playa Grande, que es parte de los proyectos de investigación de NAS. Cortesía de CCBEM / El Colectivo 506

De esta forma, jóvenes como Maraya y Pete han logrado integrar su propio conocimiento de las costas del Caribe Sur y el conocimiento que han recibido de sus familias y comunidades, con conocimiento científico para atender dos necesidades puntales: la recuperación de una parte de la historia afrocostarricense y el monitoreo y conservación de los corales.

En ese proceso, han aportado significativamente en esas dos áreas, y han sorprendido.

“Los arqueólogos mapeaban un área y después de hacer su mapeo mandaba a los compañeros [del Centro] a hacer la búsqueda y el mapeo”, cuenta Maraya. “Y lo sorprendente para ellos, y no para nosotros, es que los chicos siempre encontraban más cosas de lo que ellos pudieran haber encontrado.

“[Los arqueólogos] se preguntaban qué, por qué [los chicos podían encontrar más], si ellos son los arqueólogos y tienen años de experiencia”, dice. “[La respuesta es] quienes conocen estos arrecifes y las formas del coral y de todo, somos nosotros, porque hemos vivido en esa zona”.

Para Maraya, reconocer que la comunidad tiene conocimiento irreplicable sobre su propio espacio e historia, es uno de los logros más importantes que ha tenido el CCBEM.

“Es muy importante cuando se utiliza ese conocimiento de esa comunidad y la comunidad se une para participar en este tipo de proyectos. No solamente porque tiene que ver con su historia y su cultura, sino porque es de mucha ayuda en el método”.

Es por eso que el papel de Pete en la excavación y expedición del 2023 fue tan importante.

“Que un asistente llegue a ayudar de una manera tan de lleno, es algo bastante difícil”, dice Pete, recordando su participación en la meticulosa succión de arena de la excavación subacuática. “También [los arqueólogos subacuáticos] me dieron la opción de poder sacar la pieza para la muestra. Entonces todo esto hace que mi esfuerzo durante ocho años haya valido la pena”.

Fotografía de una parte del arrecife en el Caribe Sur que muestra un ecosistema sano. Cortesía de CCBEM / El Colectivo 506

Extendiendo la labor científica a la comunidad

El Centro Comunitario ha creado toda una filosofía de trabajo. Le llaman el ABCD. Primero, Maraya explica que para participar, las personas jóvenes deben comprometerse a seguir estudiando. Ella predica con el ejemplo y hoy en día está trabajando en su tesis de graduación y horas de Trabajo Comunal Universitario para ser abogada graduada de la UCR.

Ahora bien, todas las personas que cumplan con ese requisito inicial deben alinear sus actividades a cuatro pilares: A de arqueología subacuática, B de buceo scuba con propósito, C de conservación coralina y D de desarrollo juvenil.

La B, buceo scuba con propósito, no sólo se ha centrado en la recuperación de la historia afrocostarricense a través de las expediciones de arqueología subacuática, sino que se realiza una serie de talleres con la comunidad. Estos talleres tienen como objetivo enseñar a personas de todas las edades cómo realizar monitoreo de los arrecifes coralinos.

Participante de un monitoreo de corales organizado por el Centro en el Caribe Sur. Cortesía de CCBEM / El Colectivo 506

Este trabajo de la organización está a cargo de Ana María Arenas; ella y la fundadora María Suarez son las únicas dos personas mayores de 28 años. A través de diferentes proyectos, han creado materiales para promover la educación sobre los ecosistemas coralinos a través de talleres y, junto a estas personas capacitadas, está recolectando datos e información científica sobre los corales del Caribe Sur.

“Pretendemos que la comunidad esté capacitada”, dice Maraya, “porque yo puedo estar muy capacitada, pero yo no puedo estar en el mar todos los días, [además] no tenemos sólo una playa.

“Entonces, la idea es capacitar a la comunidad que vive en las diferentes playas (Cahuita, Playa Negra, Puerto Viejo, Manzanillo, Punta Uva) y que esas personas puedan estar monitoreando esos corales, y así determinar el estado de los corales y de las cosas que están ocasionando problemas”.

Maraya explica que las amenazas que viven los corales van desde la agricultura de gran escala de banano, que deposita químicos y plásticos en los océanos, depósito indiscriminado de aguas residuales en el mar, talas de áreas boscosas, las amenazas del cambio climático y hasta el impacto del turismo. Por eso, el trabajo de monitoreo también se acompaña de limpieza de fondos marinos y de playas.

Limpieza de fondo marino organizada por el Centro. Cortesía de CCBEM / El Colectivo 506

Los retos y el impacto en la juventud del Caribe Sur

Todo el trabajo realizado por los miembros del CCBEM, con excepciones de unas pocas becas y contrataciones específicas, es un trabajo voluntario. En el caso de Maraya, quien ejerce la labor de presidenta del centro, para subsanar sus gastos personales trabaja como masajista, mientras estudia y es voluntaria del Centro Comunitario. Con más recursos, la organización quisiera invertir en equipos de buceo nuevos, ya que lo que tienen también son donaciones, y correr con otros gastos, como el alquiler o adquisición de un local. Hoy en día deben cubrir el costo de alquilar una bodega para los equipos. Pero estas limitaciones de crecimiento son pequeñas, comparadas con las que han enfrentado antes.

“Quienes llevaron el proyecto y quienes realizaron las investigaciones, junto a los arqueólogos, fue la juventud del Caribe Sur”, dice Maraya con gran orgullo. Para ella, ese es uno de los impactos más importantes del trabajo que ha realizado el Centro en sus ocho años de existencia. Sin embargo, reconoce que no fue fácil.

“Ha sido un trabajo muy difícil, porque para una organización donde los que hacían la asistencia de arqueología éramos unos carajillos de 15, 16, 17 años, cuesta mucho que las autoridades crean en un proyecto de jóvenes”, dice Maraya. Señala además que la complejidad también viene de que es una organización que nace de la determinación de una mujer, María Suárez Toro, que es blanca y extranjera, en una comunidad con muchas culturas y muchos pueblos tribales.

En ese proceso no sólo han logrado demostrar el valor del trabajo de la juventud, sino también sensibilizar a la comunidad sobre la importancia de su patrimonio y sus recursos naturales.

Parte del proceso de recuperación arqueológica incluyó una gran cantidad de entrevistas a miembros de la comunidad que les permitió descubrir la existencia de artefactos en casas particulares, algunos provenientes de las embarcaciones que el Centro estaba explorando. Hoy en día, muchas de esas piezas pertenecen a una colección privada de la comunidad del Caribe Sur, a la cual las personas tienen acceso y de la que pueden aprender.

Ana María Arenas y Maraya Jiménez se preparan para realizar un simulacro de naufragio, que es un ejercicio que se utiliza como parte de las formaciones en arqueología submarina. Cortesía de CCBEM / El Colectivo 506

“Por el trabajo de educación y sensibilización que hacemos con las comunidades, y las escuelas y los niños, [los dueños de los artefactos] han decidido que esas cosas tienen un valor más significativo, si la gente lo conoce y lo valora, y por eso se hizo esa colección privada”, dice Maraya.

Ese proceso de visibilizar el valor de la cultura del Caribe Sur continúa en otros frentes, como el de los idiomas.

“Nos encontramos en una comunidad donde no todas las familias tienen la meta de seguir transmitiendo las tradiciones, la cultura, su dialecto, su idioma”, agrega Maraya. “No es solamente un tema de afro, de negritud y esclavitud, sino una historia de una mezcla de culturas que es lo que representa Talamanca. Talamanca es el lugar más mixto de Costa Rica, y es increíble como ha sido así desde el inicio, desde hace muchos muchos años”.

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Mónica Quesada Cordero
Mónica Quesada Corderohttp://www.mqcphoto.com
Mónica (Co-Fundadora, Editora Gráfica) es una galardonada fotoperiodista con 15 años de experiencia en el desarrollo de proyectos fotográficos en el área editorial, retrato, vida silvestre, comida y arquitectura. Además, cuenta con experiencia en escritura y redacción y una maestría en Producción Audiovisual y Multimedia. Mónica (Co-Founder, Graphic Editor) is an award-winning photojournalist with 15 years of experience developing photographic projects in the editorial, portrait, wildlife, food and architecture areas. In addition, she has experience in writing and a master's degree in Audiovisual and Multimedia Production.

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