Este mes para nuestra edición especial de Salud Mental entregamos nuestra columna Media Naranja—que se enfoca en el amor, en todas sus formas—a una iniciativa que tiene años de crear una comunidad apasionada por romper estigmas de salud mental en Costa Rica. La iniciativa es Vaso Lleno; su fundadora, Cris Gomar. En sus redes sociales comparte regularmente mensajes de amor y apoyo para personas que enfrentan diversos retos de salud mental.
Para la columna de hoy, compartimos un mensaje de Cris basado en un post de Vaso Lleno sobre la psiquiatría. Lea el post original aquí.
Yo fui como vos.
Durante muchos años de mi vida fui anti medicamentos porque 1) me daba pánico desarrollar una adicción, 2) me daba vergüenza tomar un tratamiento psiquiátrico y 3) creía que yo podía manejar mi ansiedad y mis depresiones sin necesidad de este tipo de medicamentos. En palabras más sencillas era 1) ignorancia, 2) estigma de la salud mental y 3) ego. Así de simple.
Después de una conversación con un familiar, tomé la decisión de buscar ayuda con un psiquiatra. Casi seis meses después hice la llamada para pedir la cita. Ese tiempo me tomó hacerlo de verdad. Me costó mucho. Sabía que era la decisión correcta, valiente y responsable. Sabía que aceptar pedir ayuda era una buena noticia. Incluso me emocionaba ir. Pero, saber eso no lo hacía más sencillo. No era excluyente uno del otro. Era difícil. Sin duda lo fue.
Después de años de no querer tomar medicamentos, de seis meses que me tomó hacer la llamada, ese día en la sala de espera llegué con el corazón inflado de orgullo por la valentía de ser vulnerable y decir, “Me equivoqué. No puedo sola. Necesito ayuda.» No solo no me dio vergüenza hacerlo, ¡me sentí gatísima y feliz!
Ese día le dije al psiquiatra de mi posición antimedicamentos y de las razones por las que pensaba así. Me concentré en la tercera: creer que podía manejar todo sola. Con mucho orgullo le dije que había buscado ayuda con psicoterapia, aceites, yoga, ejercicios y lo que fuera posible pero que no era suficiente. Necesitaba otro tipo de ayuda y eso estaba bien.
Ahora cuando me preguntan de tomar medicamentos, los recomiendo sin duda, siempre y cuando 1) haya un profesional en la salud que se haga responsable y 2) un paciente que sea responsable. Es decir, alguien que sepa de la dosis, la frecuencia, los síntomas y las reacciones. Un buen profesional que entienda de su uso, su impacto y los posibles efectos secundarios. Un psiquiatra que pueda atender una emergencia o hacer una modificación a la dosis. Y, por encima de todo, un buen psiquiatra que nos brinde confianza—porque sí, es raro. Al inicio es muy raro pero definitivamente es un alivio.
La vida es muy diferente después. Diferente para bien.
