No hay parque nacional que se resista.
No hay parque nacional que se resista ante el paso tranquilo y respetuoso, el ojo y los oídos atentos y curiosos, y la cámara artística e incansable de Don Oscar de la Cruz.
Es muy probable que todos los y las guardaparques en Costa Rica le conozcan, o por lo menos hayan escuchado historias de él, porque para Don Oscar, visitar, fotografiar, y promover los parques nacionales de Costa Rica es una pasión, un estilo de vida, una misión. Claro, cuando no está cultivando uno de los mejores cacaos del país, o reforestando un área remota de la zona norte.
Le pedimos a Don Oscar que nos contara cuál parque nacional tiene un lugar especial en su corazón. Fue difícil, pero para los que le conocen, sabíamos que eventualmente iba a escoger a su querida Cangreja.
Lo que siguen son fragmentos de sus comentarios y un texto original de su autoría junto a Mario León, editados para El Colectivo 506.
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Un parque nacional protegido por una gigante
Dice la leyenda indígena que había una enorme cangreja que dominaba el cerro y no dejaba pasar a los caminantes entre aldeas. Llegó un valiente guerrero y luchó contra ella hasta cortarle una pata. Con rabia y humillada por la derrota, la cangrejo se refugió en la parte alta del cerro y desde entonces, convertida en piedra, admira desde ahí lo que fue su dominio: El Parque Nacional La Cangreja.
Pocos son los que visitan este rincón de la provincia de San José, específicamente en Santiago de Puriscal, 35 Km sobre la antigua carretera a Parrita. Se necesita un carro doble tracción para llegar hasta ahí. Pero ha sido referencia antigua y recientemente, ya que su cerro principal a 1305 msnm, el de La Cangreja, fue punto de orientación para aviones pequeños que viajaban de San José a Parrita y Quepos.
Transitar los senderos de este parque es una experiencia nueva dependiendo de la época del año. Durante la época lluviosa el parque tiene un verde intenso con gran diversidad de tonos. En la época seca las hojas caen, el verde ya no es intenso; algunos árboles se llenan de flores amarillas, otros naranja o lila o rosado. En fin siempre hay algo diferente que mirar.
Este es el único Parque Nacional que se encuentra totalmente dentro de la provincia de San José, y cerca de una de las ciudades más antiguas del país: Santiago de Puriscal, parte de lo que pudo haber sido el Camino de Mulas.
El parque encierra bosque tropical húmedo, semejante al que existió el siglo pasado en las montañas que rodean el Valle Central, llenos de ríos y arroyos con aguas cristalinas, que en el verano son un susurro eterno que se confunde con el canto de los grillos y las chicharras.
La variedad y cantidad de cataratas invernales es un atractivo impresionante. Algunas de estas cataratas tienen muchos metros de altura, otras cascadas parecen que juegan quedo saltando una detrás de la otra. En otras quebradas las aguas se deslizan sobre pisos de piedra de varios metros de longitud, formando paisajes alegres llenos de vida donde se puede caminar mientras el agua se desliza entre los pies.
Hablar de La Cangreja es hablar, también, de biodiversidad. Hay hongos de múltiples colores y formas, que nacen entre los restos de la vegetación. A quien admire nuestros árboles le premiará un gigantesco Nazareno, especie amenazada por la belleza de sus maderas. Igual sobresalen los Guanacaste, los Robles, los Cedros, los Porós, Pellejo de Toro, Guayacán, Ron Ron, la lista es larga, y todos estos amigables gigantes están cubiertos por una gran variedad de epífitas. Sapitos, ranas, y lagartijas sorprenden cuando corren huyendo entre las hojas.
No sé si es porque esa Cangreja sigue celando sus dominios, pero a pesar de estar a menos de dos horas del centro de San José, son pocos los que transitan los senderos de esta joya natural.