En setiembre del 2020, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) reportó que, según los datos estadísticos del Observatorio Global de Cáncer (GLOBOCAN), una de cada 52 personas en Costa Rica podría ser diagnosticada con cáncer y una de cada 117 podría morir por esta enfermedad.
Hoy, primero de octubre, muchas y muchos costarricenses empezaremos a escuchar y pensar sobre el cáncer—específicamente de mama—por un mes, pero esta estadística nos dice que es algo que debería tener presente durante todo el año.
“Hace 18 años en Costa Rica usar la palabra cáncer era tabú y nadie lo hablaba”, dice Fabiola G. Ross, una de las fundadoras y hasta hace un año directora ejecutiva de la Fundación Anna Ross. “Uno no conseguía que en los programas de televisión lo invitaran a hablar de cáncer porque eso no era bonito para hablar en las mañanas”.
El panorama de la concientización y reconocimiento del cáncer como un problema de salud pública ha mejorado mucho en los últimos 18 años, pero su peso sobre la población no ha tenido esa suerte. Según datos del INEC y del Registro Nacional de Tumores del Ministerio de Salud, el cáncer es la segunda causa de muerte más importante, responsable de alrededor de 5000 muertes por año.
“Estamos en un momento donde la realidad costarricense ha cambiado muchísimo”, dice Fabiola. “Cuando se empezó la CCSS hace 80 años eramos un país donde la gente se moría por diarreas. Hoy tenemos una expectativa de vida de las más altas del mundo”.
Y aunque el análisis estadístico del proyecto Fortalecimiento de la atención integral del cáncer de la CCSS demuestran que los número de nuevos casos están presentando una pequeña disminución desde 1990, en el año 2016 (último año con datos oficiales) se registraron 11350 nuevos diagnósticos.
El cáncer con mayor incidencia en la población costarricense es el cáncer de próstata, seguido por el cáncer de mama, ambos con bajos porcentajes de mortalidad. El cáncer de estómago y el cáncer colorrectal continúan la lista de principales cánceres, pero son los cánceres con mayor peso en la estadística de mortalidad.
“El cáncer es una enfermedad génetica”, dice el Dr. Alejandro Calderón del proyecto Fortalecimiento de la atención integral del cáncer de la CCSS.
Pero no debemos confundirnos: sólo un 10% de los casos de cáncer son transmitidos a través de los genes de padres a hijos. Esa genética de la que habla del Dr. Alejandro se trata del “cúmulo de alteraciones en el ADN de cada personas que hace que se provoquen alteraciones en la normalidad”.
¿A qué se refiere el Dr. Alejandro con alteraciones? ¿Qué causa esas alteraciones? ¿Será algo que sólo debe preocupar a los que fuman o consumen licor de forma desmedida?
Entonces, ¿por qué nos da cáncer?
Según la OMS, un tercio de los casos de cáncer en el mundo pueden evitarse haciendo cambios en el estilo de vida de las personas, como dejar de fumar, comiendo de manera más saludable y realizando actividad física.
Es decir, el impacto de las alteraciones en nuestro organismo que pueden ocasionar cáncer dependen directamente de qué tan saludable sean nuestros hábitos diarios, de factores ambientales como la alta exposición al sol, o de no estar vacunado contra virus que pueden causar el cáncer, como el de la hepatitis o el de papiloma humano.
Ahora bien, el Dr. Alejandro señala que existe un factor de riesgo que es difícil de evitar y que favorece inevitablemente el desarrollo de esas alteraciones en nuestra genética.
“Entre más edad tengamos mayores son las posibilidades de este tipo de micromutaciones”, dice, “que en acúmulo puedan llegar a ocasionar estas enfermedades”. De manera general, la incidencia de cáncer en el ser humano aumenta a partir de los 45 años.
Costa Rica es un país donde su pirámide poblacional ya se ha invertido: es decir, cada vez tenemos más personas adultas mayores y menos personas menores de 15 años, y esta tendencia no va a cambiar. Por ello, hay que evitar los factores de riesgo relacionados con los hábitos de vida para disminuir el impacto del cáncer en nuestra población, que inevitablemente tendrá una mayor probabilidad de tener cáncer sólo por el hecho de envejecer.
La Dra. Maureen Fonseca, coordinadora de clínicas de mama de la CCSS, explica que disminuir los factores de riesgo es algo que se logran con cambios pequeños y paulatinos, y que además ayudan a prevenir todos los tipos de cáncer.
“Alimentación saludable”, dice la Dra. Maureen, “consiste en porciones adecuadas de acuerdo a la persona, frecuentes, reducir el consumo de azúcar y grasas no saturadas y trans, comidas ‘chatarra’, consumir agua para mantenerse hidratado”. También menciona la importancia de realizar actividad física, tan sencilla como caminar; la reducción gradual del consumo de tabaco; antener un peso adecuado; y poner atención a nuestra salud mental.
“La [mala] salud mental nos puede hacer un caos tremendo”, dice, “desde que no me hago el estudio [de tamizaje] porque tengo miedo que me digan que tengo cáncer”.
“Ahora, si ya nos expusimos a los factores de riesgo y esos factores podrían generar una alteración”, agrega el Dr. Alejandro, “lo que debemos hacer es detectarlos de forma temprana. Los programas de tamizaje son indispensables”.
¿Qué es la detección temprana?
“Otro tercio [de los casos de cáncer] puede detectarse de forma temprana aumentando las posibilidades de sobrevida”, agrega el Dr. Alejandro. “Las sobrevidas del cancer colorrectal, de mama, de cervix, en el país son de los más alto a nivel Latinoamericano. Eso significa que estamos haciendo algo bien en cuanto a los programas de detección temprana. Falta mucho, pero lo que hacemos ha tenido un impacto positivo”.
“La detección temprana sigue siendo la reina para vencer el cáncer”, dice Fabiola de la Fundación Anna Ross.
La detección temprana de un cáncer depende de un tamizaje. La Dra. Maureen explica que “un tamizaje es un estudio que se le pueda aplicar con relativa facilidad a la población en general sin restricciones” y que sus resultados permiten determinar si se debe continuar con otros estudios más especializados para diagnosticar si esa persona tiene o no un cáncer en su organismo. Para cada tipo de cáncer existe un tipo de tamizaje o estudio específico que permitirá encadenar los seguimientos o determinar que la persona se encuentra sana.
“El tamizaje se hace en pacientes asintomáticos, que lo que usted anda buscando es el diagnóstico temprano”, explica el Dr. Efraín Cambronero, cirujano oncólogo que realiza su práctica en el sector privado. “Una mamografía diagnóstica es cuando se sintió una pelota”.
Para el Dr. Efraín, el tamizaje “tiene sus bemoles, no es perfecto”, porque considera que si no se realiza en el grupo etario pertinente, puede ocurrir sobrediagnóstico que genera resultados falsos positivos. Sin embargo, concuerda con los médicos de la CCSS entrevistados en que un tamizaje aplicado a la población que realmente está en riesgo de presentar cáncer, es la mejor manera de disminuir la mortalidad por cáncer.
“Los programas de tamizaje son una responsabilidad compartida, primero nosotros como sistema de salud en ofrecerla y lo segundo la responsabilidad de cada persona de asistir”, agrega el Dr. Alejandro. “Necesitamos educar a las personas para que puedan saber la importancia de hacer esos exámenes”.
“Cuando se habla de cáncer se habla de la enfermedad,” dice la Dra. Maureen. “Tenemos que darle la vuelta y enfocarnos en la prevención, en antes de llegar a la enfermedad”.
Queda claro que hablar de cáncer y lo que significa para Costa Rica y su población vivir con las consecuencias de esta enfermedad es muy complejo, e implica hablar de prevención tanto o más que hablar de atención.
El cáncer y el COVID
En un escenario ideal, Costa Rica tendría implementado programas de tamizaje poblacional en el que todo el sector de la población que debe mantener un control preventivo de cáncer, se somete de manera organizada y sistemática a los exámenes. Aunque todas las personas que contribuyen a la seguridad social tienen derecho a que se le realice esos exámenes de detección temprana, no existe todavía en Costa Rica un sistema nacional que lleve un control sobre esos tamizajes.
Desde el 2017 se han implementado varios planes piloto de tamizaje organizado, en los que en ciertas comunidades y aplicando ciertos estudios para detección temprana de cáncer, ya existe un sistema que invita a la comunidad a participar y lleva un control de la periodicidad de los estudios. En el 2019 muchos de esos tamizajes organizados entraron en su segundo ciclo de análisis, hasta que llegó la pandemia.
El Dr. Alejandro explica que la CCSS espera un impacto del COVID en el aumento de la incidencia del cáncer en la población por tres razones. Primero, el confinamiento y aislamiento pude haber provocado que las personas sean más sedentarias y hayan incorporado hábitos de vida poco saludables.
El segundo impacto tiene que ver con que los programas de detección temprana no sólo se han ralentizado, sino porque “durante el climax [del COVID], hubo un momento que se suspendieron las consultas presenciales y empezamos a atender de forma virtual”, afectando directamente la aplicación de exámenes y estudios que sólo se pueden hacer de forma presencial.
“En el primer semestre del 2020, disminuimos la cantidad de papanicolau respecto al 2019 en un 40%”, dice. “Son muchas personas [sin someter al estudio] que quién sabe cuántos casos [sospechosos de cáncer] no se están detectando”.
Por último, y aunque asegura que la CCSS ha hecho un esfuerzo por evitarlo, también sabe que pueden existir personas ya diagnosticadas con la enfermedad que “han tenido retrasos en su atención o están descompensadas”.
Pero sin dudarlo, el Dr. Alejandro asegura que “el impacto mayor que vamos tener es en cuanto a la detección temprana”.
En las próximas semanas, El Colectivo 506 podrá su lupa sobre los programas de detección temprana del cáncer de mama, cáncer de prostata, cáncer colorrectal y cáncer de cervix—no sólo para presentar la realidad de estos procesos de tamizaje hasta marzo del 2020, y el impacto que el COVID ha tenido desde entonces, sino para informar y educar sobre cómo cada costarricense puede y debe participar de estos programas de prevención.