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En Talamanca: una poderosa ‘mamá gallina’

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En el 2020 me convertí por primera vez en madre. Recuerdo que una de las primeras personas a las que quise llamar fue a doña Eugenia. Fue algo instintivo: ella me recordaba a mi abuela, que ya no está conmigo. Me recordaba esa figura tan importante que me guío durante mi infancia y adolescencia, esa figura cálida, fuerte, valiente y tenaz. Tal vez por eso quise llamarla, para sentir ese aliento de inspiración que me iba a acompañar durante todo mi embarazo y el resto de mi nueva vida como madre.

Eugenia Juan caminando con uno de sus nietos hacia la finca para ir a sembrar y cosechar, como lo hace todos los días. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506

La historia de Eugenia Juan Santiago queda corta en palabras y en un artículo. Se requiere mínimo un libro para contar la fortaleza de esta mujer, pero también nuevas palabras en el diccionario para describirla, una mujer de poca conversación pero de mucha acción.

Nacida en Bocas del Toro, Panamá, es una mujer indígena Ngöbe Buglé que reside en Limón, específicamente en Sixaola, desde hace más de 30 años. Es la matriarca de un hogar con 10 hijos, 43 nietos y siete bisnietos.

Acompañar a los abuelos a la finca significa jugar por horas en las líneas de carga de banano. Las risas de sus nietos acompañado del sonido de los filosos machetes pasando por el pasto es la música habitual que acompaña a los abuelos Eugenia y Saucedo mientras trabajan. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506
La casa de Eugenia Juan Santiago está rodeada de matas de banano, ya que vive en una ex-finca bananera en Sixaola, Limón. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506
Lidereza, guardiana, matriarca: son palabras que describen a la perfección a Eugenia. Sus hijos con cariño se refieren a ella como “mamá gallina”. Donde quiera que ella va, sus pollitos van detrás, sean aves o nietos. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506
El machete oxidado de tanto trabajo de Eugenia Juan Santiago. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506

Actualmente ha adoptado a cuatro de sus nietos, todos menores de edad, para criarlos dentro de su hogar. Además de eso, comparte el cuido de 27 de sus otros nietos cuando sus hijas o hijos lo requieren. La rutina diaria inicia a las 5:30 am con el desayuno para su familia y regularmente termina alrededor de las 9:00 pm.

Eugenia dice que no imagina su vida sin sus hijos y nietos, pero que si hubiera podido dedicarse a tiempo completo a algo que no fuera ser madre, sería a la agricultura. Es algo que la llena de felicidad y calma. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506

Remontándonos a su pasado, a sus 14 años tuvo a su primer hijo, sin saber que hacer dentro de su situación de madre adolescente. Obtuvo la mayoría de apoyo de su madre, su ejemplo a seguir y soporte incondicional, así como de su abuela; dice que esas experiencias la marcaron por siempre para ser quien es hoy.

Recuerdo la primera vez que conocí a Eugenia cuando visitaba la zona realizando un trabajo de fotoperiodismo. Entré por la puerta de su casa: ahí estaba ella sentada en su mecedora, meciéndose a un ritmo lento, casi adormecedor, sacando los frutos de cacao mientras una turba de niños la rodeaban entre saltos y correteos. De vez en cuando se le escuchaba llamarle la atención en su lengua ngabere a sus nietos por andar correteando. Pude ver en ella de inmediato una abuela dedicada, amorosa—que no necesariamente estaba mostrando su afecto por medio de caricias si no por su dedicación al cuido, al observarlos, cocinarles y atenderles.

Conozco a Eugenia desde hace siete años y he visto durante ese tiempo la devoción hacia su familia y viceversa. Ella es una parte fundamental para cada miembro familiar. Sin ella, la vida de esta familia no sería igual.

Los cuartos de la casa de Eugenia están llenos de dibujos en las paredes hechos por sus nietos. Son las obras de arte que decoran las casas de ella y de sus hijos. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506

Hace dos años pude presenciar el dolor más grande que ha vivido Eugenia en los últimos tiempos, la pérdida de uno de sus nietos de apenas meses de nacido. Vi su dolor profundo y como, al mismo tiempo, fue una madre fuerte y un gran apoyo para sacar a su hija y familia de este luto. Eugenia ha luchado 16,060 días sin parar, siendo un motor para ese engranaje tan grande y complejo como lo es una familia de 60 personas—dedicando su vida entera al cuido de su familia, de la tierra y sus cultivos, algo que llena su alma y corazón.

Las gallinas de Eugenia. Desde hace más de una década, ella cría gallinas y pollos. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506

A pesar de su cansancio, el desgaste en su rodilla y padecer de diabetes, nunca para de trabajar. Imaginen un día caliente, el suelo húmedo y el aire denso, sin brisa. Vemos a Eugenia caminando con sus Crocs rosado-fucsia desgastados, sus nietos incontables con los dedos de mis manos detrás de ella, junto a su esposo. Ella es la líder. Ella es la que guía a la familia. Llegan al campo y, con su machete oxidado, es como la directora de una orquesta. Marca el ritmo y todos la siguen, cortan el pasto, aran la tierra, sacan las yucas y de forma coordinada y armónica cosechan lo que han sembrado tan arduamente para que luego, ella con todo su amor alimente a las más de 20 bocas que visitan su casa diariamente.

El cuido también lo traslada al campo, donde cria a sus gallinas y a su cerdo. Cuando la vi llamar a sus pollos, de inmediato pensé en la metáfora de sus nietos. Mientras recitaba su llamado, los pollos atendían de inmediato y en orden se colocaban detrás de ella, su presencia es tan imponente que hasta los animales la pueden sentir.

Vista de la casa de una de las hijas de Eugenia que viven al frente de su casa. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506

Cuando le pregunto a su esposo Saucedo Baker que tanto significa Eugenia para él, de inmediato sus ojos se llenan de agua y su voz se quebranta.

“No hubiera podido sin ella”, dice. Eugenia ha sido la mano derecha de su esposo no solo en el cuido de la familia, si no también como sustento familiar. Saucedo habla con cariño de los almuerzos que le hace Eugenia para salir a la platanera a trabajar; agradece el cacao caliente con el que lo recibe por las tardes y se alegra con solo pensar en la deliciosa michelada (una bebida indígena) que le prepara a diario. ‘’No podría sin esta mujer. Lo que hace por nosotros no tiene palabras”.

Eugenia Juan y su esposo Saucedo Baker son abuelos de 43 nietos y siete bisnietos. Esa es la herencia que les han dejado sus 10 hijos. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506

Eugenia se considera una mujer prevenida: le gusta estar un paso adelante y utiliza un cuaderno para hacer apuntes, cuentas y números, llevar las finanzas de la casa y su familia en orden.

Es emprendedora e inversionista. Compra productos de cocina, limpieza y de higiene personal en la pulpería para revenderlos dentro de su misma familia. Cuando le pregunto por qué no vende a sus vecinos, me dice que no le interesa, que esto lo hace más bien para cuidar el dinero de su hijos y por el bien de sus nietos. El dinero circula dentro de la familia. Con lo que ellos le compran, puede ahorrar un fondo de emergencia por cualquier necesidad que surja.

Además de esto, muchas veces logra vender los productos que siembra dentro de la comunidad: ‘’Me siento poderosa, independiente”, me dice. “Me hace feliz poder comprar el cilindro de gas para que mi familia pueda comer’’.

En su poco tiempo libre, Eugenia visita a su hermana para conversar y recordar historias de infancia. Piensan juntas en su madre para llenarse de inspiración de cómo ella las cuidó durante su vida.

Dionisia Juan Santiago, de rojo a la izquierda, es la hermana de Eugenia. Aquí, hacen pan casero juntas. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506
Dionisia Juan Santiago, la hermana de Eugenia, se mudo cerca de Eugenia hace un par de años para no sentirse tan sola. Dice que la compañía de su hermana la hace sentir feliz, y Eugenia dice lo mismo: cuando las dos están cansadas o quieren distraerse, se visitan y pasan toda la tarde juntas. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506

Después de 10 hijos, 42 nietos y siete bisnietos, le pregunto a Eugenia qué siente cada vez que ve a una de sus hijas o hijos convertirse en madre o padre. Me responde que lo mismo que sintió con su primer nieto, mucha felicidad y ganas de estar cerca para brindarles amor y cuidado.

Justo antes de mi visita, Eugenia recibió la noticia de que pronto va a recibir a su nieto número 43. Al preguntarle qué sintió, solamente me miró con una gran sonrisa.

Toda su familia la considera la guardiana protectora del hogar, con su machete oxidado, sus uñas neón naranja fosforescente, sus enaguas y blusas floreadas y sus cabellos platinados. Es una mujer de pocas palabras, pero no hace falta que hable para sentir su energía, fortaleza y resiliencia.

Uno de sus hijos menciona que ella es la guardiana del hogar, con su machete oxidado, sus uñas neón naranja fosforescente, sus enaguas y blusas floreadas y sus cabellos platinados, es una mujer de pocas palabras pero no hace falta que hable para sentir su energía, fortaleza y resiliencia. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506
Eugenia camino a la casa de su hermana a visitarla. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506
Después de trabajar en la finca, no puede faltar ir a visitar el Río Sixaola, una de las actividades favoritas en familia. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506
Eugenia es el brazo derecho de Saucedo cuando se trata de cuidar la finca. Juntos cosechan la yuca. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506
Eugenia y dos de sus nietos posando con las herramientas con las que trabajan en la finca. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506
Eugenia Juan y Saucedo Baker tienen un papel fundamental en el cuido de sus nietos. Actualmente tiene a cargo a tres de sus nietos y un bisnieto, quien es hijo de una nieta que es menor de edad. Eugenia decidió cuidar de él para que su nieta pueda seguir con su educación colegial. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506
Eugenia cambiando el pañal a uno de sus bisnietos al que que ayuda a criar junto con su nieta. Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506
Mientras Eugenia está en calma, meciéndose en silencio, a su alrededor todo lo demás esta acelerado, sus nietos correteando y saltando por la casa.
Glorianna Ximendaz / El Colectivo 506

Nuestra edición de octubre 2022, “Las Titas”, explora las realidades del cuido de parte de adultos mayores en Costa Rica: cómo realizan sus labores, cuáles retos enfrentan, y quién está trabajando para apoyarlos. Con el apoyo de la Fundación Yamuni Tabush, hemos también contratado a cinco fotoperiodistas, todas mujeres y madres costarricenses, que se han desplegado por todo el país para capturar un día en la vida de personas adultas mayores que son cuidadoras y cuidadores. Gloria Calderón Bejarano es una de las cinco fotoperiodistas. Explore la edición aquí.

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Glorianna Ximendaz
Glorianna Ximendaz
Glorianna Ximendaz es una narradora visual y activista con base en Costa Rica, que utiliza la fotografía como su principal medio de trabajo. La exploración de la vida cotidiana con un enfoque humanista es el vínculo que conecta todos sus proyectos. Ejerce como fotoperiodista independiente para diversos medios de comunicación internacionales. // Glorianna Ximendaz is a visual storyteller and activist based in Costa Rica who uses photography as her primary medium. The exploration of everyday life with a humanistic approach is the link that connects all her projects. She works as a freelance photojournalist for various international media.

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