Esteban Alfaro decidió generar un cambio en su cantón, Perez Zeledón, cuando en el 2016 él y su novio fueron expulsados de un bar. Puso la denuncia buscando demostrar que en esta ciudad rural al sur de Costa Rica y fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM), había discriminación contra la población sexualmente diversa. Jamás imaginó que las pruebas de esa discriminación serían generadas por la denuncia en sí, y la publicidad que la acompañaba: amenazas de muerte contra él y su familia, personas gritando en la calle “ese es el playo que anda promoviendo la homosexualidad en el cantón”, o una golpiza al salir de su trabajo como profesor universitario que cerró con un “esto te pasa por playo”.
“Podríamos tener acceso a todos los derechos”, dice Esteban refiriéndose a la implementación dee Matrimonio Igualitario en el 2020, “pero la discriminación que recibimos en la calle puede que no se acabe hasta que no se lleven a cabo los procesos de sensibilización”
Esteban, además de ser el fundador y director ejecutivo de Proyecto Somos Más—una organización sin fines de lucro que tiene representación en seis países de centroamérica y el caribe, y que trabaja temas de política pública y gobernanza en la región—trabaja como asesor para la Asamblea Legislativa y para el Sistema de Integración Centroamericana en temas de inclusión y juventudes. Y es después de toda la experiencia acumulada en los últimos años que Esteban reconoce que los procesos de sensibilización dependen de las personas que están trabajando en sus propias comunidades para generar un cambio.
“Esas iniciativas colectivas locales para mi son la herramienta fundamental para el reconocimiento de los derechos y el acceso a esa igualdad social”, dice Esteban, “porque hay organizaciones como Somos Más que trabajamos tanto nacional como regionalmente, pero que nuestras acciones al ser tanto lo que abarcamos son menos significativas, a decir en mi cantón vamos a hacer un grupo de ayuda, terapia grupales para saber cómo lidiar con la presión social, con la discriminación, vamos a hablar con el consejo municipal, al ser más cercanas con la gente para mi son mucho más efectivas.”
Son muchas las organizaciones de este tipo que existen en diferentes localidades de Costa Rica. El Colectivo 506 conversó con líderes de cuatro de ellas.
“Es una carrera contra el tiempo”—un espacio seguro para la población LGTBIQ+ joven
Shi Alarcón, co-fundadora de Casa Rara, recuerda que en el 2015, un año antes del evento que vivió Esteban en Pérez Zeledón, recibió un mensaje en el Facebook de un profesor en nombre de una persona joven (o “chique” como les llama cariñosamente sin referir género) pidiendo ayuda. Ella y Roig Brenes, el otro co-fundador de Casa Rara, al entender más del caso, se dieron cuenta que esta persona joven estaba en peligro y necesitaba salir de donde vivía.
Shi, Roig, y muchas otras personas del grupo “Personas, Sexualidades y Géneros” tenían muchos años de apoyar la comunidad LGTBIQ+ de muchas formas, desde asesoramiento hasta apoyo económico y alojamiento. Pero decidieron hacer algo más oficial cuando otre chique les contactó pidiendo ayuda pero no lograron llegar a tiempo para salvarle la vida.
“Entendimos que esto es un asunto de tiempo”, dice Shi refiriéndose a cómo una reacción rápida puede evitar un suicidio. “Pensamos que no podemos esperar que la gente nos busque, ocupamos que la gente sepa dónde estamos, entonces empezamos a pensar qué hacer porque era mucha responsabilidad”.
Shi y Roig tardaron más de un año pensando qué hacer, y cuando iniciaron el proyecto de Casa Rara, en el 2017, en cuestión de unas semanas ya tenían siete chiques que necesitaban donde vivir, sin embargo, dice Shi que en el proceso se dieron cuenta que ocupaban más que un espacio seguro para que estas personas jóvenes pudieran llegar, les chiques necesitaban de acompañamiento, de cariño, de espacios de discusión. “De ahí empezamos a reinventarnos una y otra y otra vez, hasta la fecha”.
Hoy en día Casa Rara tiene una casa en la GAM para personas adultas y menores de 25 años, oficinas en San José y los espacios virtuales (Página Web, Facebook y WhatsApp: 84604829) donde atienden las consultas y solicitudes de les chiques que les contactan.
Entonces, aunque Casa Rara inició con el objetivo de proveer un lugar seguro para personas jóvenes entre 15 y 25 años que necesitaban salir de sus hogares y/o comunidades, parte de esa transformación constante les ha llevado a atender necesidades de una población LGTBIQ+ cada vez más jóven.
“Cada vez tenemos chiques más pequeños, que no necesariamente están en violencia, pero que ocupan un espacio para informarse”, dice Shi. “Porque sólo tienen espacios de adultos o sin supervisión de adultos”. Por ello han creado un grupo de apoyo para personas menores de 15 años donde por 15 semanas pueden recibir capacitaciones en todo tipo de temas, desde educación financiera, qué hacer si quiero salir del closet, derechos humanos, hasta cómo manejar mis redes sociales. Según Shi, la población que asiste a las capacitaciones es muy fluctuante, pero el objetivo de las mismas y de todo el proyecto de Casa Rara es “que los chiques dejen de ser víctimas y pasen a ser protagonistas”, y además que esta población entienda que su orientación sexual no les define. “No todo es ser LGTBIQ+, también podemos ser profesionales, o deportistas, o artistas o lo que sea”, agregó Shi.
En atención directa, Casa Rara ha apoyado a 190 personas diversas, ya sea con atención sicológica, comida, hospedaje, un plan de educación o lo que “les chiques” necesiten según el momento en el que se encuentran. Los talleres, tanto para personas menores de 25 años como aquellos específicos para personas menores de 15 años, han atendido a más de 300 personas.
Sin embargo, las solicitudes de apoyo han sido muchas más, en especial entre la primera y segunda ronda electoral del 2018, donde recibieron más de 100 solicitudes, y desde que inició la pandemia. Otros picos de solicitudes, según Shi, se presentan entre navidad y año nuevo y en el mes de junio, mes del orgullo LGTBIQ+. Sin embargo, muchas de esas solicitudes, después de un estudio y análisis del caso, no son atendidas por la organización, porque no son casos que competan directamente a sus objetivos.
“Mi sueño es que hubiera una Casa Rara en cada cantón. Mi sueño en función de la problemática” dice Shi, aclarando que al final su sueño es que estos espacios seguros no sean necesarios porque la niñez y adolescencia LGTBIQ+ son aceptados y respetados.
“El problema es que los niños y los adolescentes no están recibiendo un acompañamiento LGTBIQ+ y no porque sean [LGTBIQ+]”, agregó Shi, “es porque si hay alguien en sus amigos [que sí lo es] ellos deberían entender, sus profes deberían entender, su familia debería entender. Ellos estan en un sistema hetero cis normado que les podría negar su existencia y eso va minando su autoestima”.
“Es que tiene que haber otros por ahí”—un espacio seguro para la población de hombres trans
Síwo Alâr significa hijos de la luna en lengua Bribri, pero porque la luna es un referente feminino, y sufre transformaciones, también es como se dice hombres trans en esta lengua. Así se llama esta agrupación de hombres trans en Costa Rica que nació en el 2016 por la necesidad de cuatro hombres trans de verse representados en la lucha por los derechos de las personas diversas. Al principio la participación fue lenta, les tomó varios meses lograr su quinto miembro, pero hoy en día cuenta con 35 miembros activos, todos hombres trans, dos menores de edad y el resto entre 18 y 38 años.
“Los hombres trans no tenían voz, otras organizaciones hablaban por nosotros”, dice Jean Matarrita, el co-fundador y presidente interino de la organización quien es docente del Ministerio de Educación Pública y artista. Él y sus tres amigos querían tener incidencia política junto a otros grupos que luchan por los derechos de la comunidad LGTBIQ+ de Costa Rica, y aunque así lo han hecho, se dieron cuenta en el proceso que el trabajo que más hacía falta era un acompañamiento de pares para los hombres trans en el país, especialmente los más jóvenes.
Ese acompañamiento con los años es cada vez más complejo. Por ejemplo, durante la pandemia a representado realizar cinco campañas de recolección de víveres para apoyar a 30 familias de la comunidad LGTBIQ+ que se han quedado sin ingresos, han logrado entregar un total de 66 diarios. También, siguiendo el ejemplo de TRANSVIDA, otra organización de personas trans en Costa Rica, en el 2021 iniciaron un grupo de estudio para miembros de la organización que quisieran terminar su secundaria, en la que seis jóvenes están recibiendo apoyo de una profesora voluntaria para presentar los exámenes. En este grupo ya hay dos personas que han logrado aprobar dos exámenes.
Pero la lucha principal sigue siendo la lucha por los derechos de los hombres trans.
“[En Costa Rica] no hay una salud integral para los hombres trans”, señala Jean la hablar de esos derechos y comentar que aunque en la Caja Costarricense de Seguro Social hay un protocolo de atención a personas trans, para la organización este protocolo es “patologizante”, ya que las personas han sentido que más que ser un protocolo de acompañamiento en la transición hormonal, está diseñado para comprobar “si son trans o no, o si tiene alguna otra patología que con las hormonas pueda verse alterada. Osea, nos están tachando de locos”, agrega.
“Cuando el grupo comenzó decíamos es que tiene que haber otros por ahí”, recuerda Jean, porque aunque fue tan sólo hace 5 años, afirma que había menos información. “Ahora hay muchos jovencitos que tienen mucho acceso a la información”, agrega Jean cuando cuenta que él comenzó su transición hormonal a los 31 años, que luego complementa con la operación de senos. “Hay un chico en el grupo que comenzó [su transición] a los 12 años”, comenta Jean, “qué maravilla que tengan acceso”.
En el 2020, la organización recibió un financiamiento de la Internacional Trans Fund, que les permitió abrir una oficina en el centro de San José y tener a una persona trabajando a tiempo parcial para atender a quienes les contacten. El dinero recibido también les permitió comprar equipo y materiales para que esta oficina sea un espacio de reunión y encuentro, algo que la pandemia ha ralentizado.
“Hemos logrado que las reuniones sean virtuales, todos los sábados hay una reunión de acompañamiento”, comenta Jean, sin embargo enfatiza en que no todos los miembros son tan abiertos a socializar, entonces han organizado un club de cine y un club de lectura en la que – en grupos pequeños y siguiendo las medidas sanitarias – pueden reunirse y romper el hielo.
La organización también tiene muchas alianzas con otras organizaciones de hombres trans, como la Red de Colectivos Americanos de Hombres Trans y Personas Disidentes de Género Femenino Asignado al Nacer. A través de estas alianzas han podido ofrecer otras fuentes de atención y acompañamiento a los miembros de Síwo Alâr, por ejemplo, en el 2020 la organización Hombres Trans Panamá les aportó acompañamiento sicológico a través de reuniones grupales virtuales.
Además de los 35 miembros activos que tiene la organización hoy en día, Jean dice que Síwo Alâr ha apoyado al menos otros 100 hombres trans, quienes eventualmente deciden no participar del grupo. “Hay quienes [después de realizar su transición o aclarar su duda] ya no quieren saber más”, dice Jean. “Para los que les gusta estar en colectivo existe Siwö Alâr”.
“Dígame cosas que puedo decir para defenderlo, dígame armas”—familias y amigos unidos para apoyar la población LGTBIQ+
El acompañamiento de pares no sólo ha sido importante para las personas diversas sexualmente, sino también para sus familiares y amigos. Un ejemplo de ese esfuerzo es GAFADIS, el Grupo de Apoyo a Familiares y Amig@s de la Diversidad Sexual Costa Rica. Esta organización fue fundada en el 2015 por dos psicólogos que vieron la necesidad, en las personas que atendían, de descubrir otras personas viviendo la misma experiencia. Hoy en día la organización está en las manos de las familias, cuenta con 102 miembros y aunque el grupo es completamente confidencial, desde el 2016 un grupo de siete madres se han dado a la tarea de hacer activismo, para mostrar que las personas diversas también cuentan con el apoyo de sus familias.
“Tratamos de mantenerlo a salvo, para que las familias hagan su proceso con tranquilidad”, cuenta Anette Jimenez, una de las voceras de GAFADIS. Durante la pandemia el grupo se reúne el segundo y cuarto sábado de cada mes a las 3pm de forma virtual, antes se reunían una vez al mes. Durantes estas reuniones, además de crear espacios para conversar, se dan charlas con especialistas como sicólogos, endocrinos o grupos organizados LGTBIQ+. “La idea es que la gente se mantenga informada, que siempre vaya progresando en el conocimiento sobre todo alrededor de nuestros hijos, hijas, hijes”, agrega.
Manine Arends, otra vocera de GAFADIS, dice que otra misión de la organización es proveer a las familias de un “mapeo de organizaciones y personas aliadas”, refiriéndose a los profesionales en sicología, salud y otras áreas como la legal, que han demostrado ser respetuosas de la diversidad y que pueden apoyar a las familias, “nada de terapias de conversión”, agrega.
“La gente que viene a GAFADIS es la gente que dentro del amor que siente hacia su hijo, hija, hije en ese momento necesita una respuesta a todas las preguntas que se le están viniendo”, agrega Anette, “y la opción de echarle a la calle no es una opción”. Anette dice que estas familias quieren ser aliadas de sus seres queridos, “Dígame cosas que puedo decir para defenderlo, dígame armas”, recuerda que le han dicho en las reuniones.
“Yo llegué con mucho miedo por el tema de ideación suicida”, cuenta Manine de su experiencia con su hijo diverso. “A mi me ayudó mucho encontrarme con muchas familias que habían pasado por el mismo dolor. La idea es que mientras que vos vas resolviendo tus problemas como papá o mamá, seas un apoyo para tu hijo o hija o hije”.
Entonces, GAFADIS logra “ayudarles [a los familiares] a bajar ansiedad”, dice Manine.
Sin embargo, la organización reconoce que, aunque su trabajo es muy importante, desearían poder tener más incidencia. “Las personas que llegan a GAFADIS son personas que de alguna forma ya aceptan [a sus familiares diversos] aunque no entiendan”, dice Manine. “Todavía tenemos el desafío muy grande de cómo llegar a la gente que no apoya … para poder demostrar al mundo que tener un hijo, hija, hije de cualquiera de las letras, no cambia nada, sigue siendo tu hijo y sigue siendo la misma persona que era antes de que te lo dijera”.
Es por eso que han dedicado mucho tiempo a realizar trabajo de activismo participando en espacios de educación para la sociedad civil. “Hemos participado [en charlas] con el Ministerio de Justicia, en colegios, escuelas, con la caja, con empresas, nos han invitado a dar charlas de concientización y es interesantísimo ver la reacción de la gente cuando les hablamos de nuestras experiencias”, dice Edna Julia Rodríguez, otra vocera de GAFADIS, “[nuestro objetivo] es sensibilizar lo más que podamos a la sociedad”.
“La gente reaccionaba con asombro, se imaginan que esa gente estaba sola”, dice Anette sobre la experiencia de participar en diferentes actividades de concientización. “Lo que nuestros hijos homosexuales, lesbianas, trans quieren es lo mismo que yo quería cuando me casé, es lo mismo que la que tiene novio quiere, una pareja para jalar la carreta de la vida”.
“Usted es hombre ¿sólo porque tiene genitales?” Anette recuerda decir en una charla, “y si los pierde, ¿usted dejó de ser hombre?”.
“Mi alma lo necesitaba y el universo me lo puso”—un espacio seguro para la comunidad LGTBIQ+ que nace en la Costa Rica rural
Vitinia Varela y Adolfo Murillo tienen 39 años de casados y en el año 2019 participaron de la Campaña Sí Acepto con un video en el que desde Tilarán, Guanacaste, dijeron sí acepto a su hija lesbiana. Y se volvieron virales.
Vitinia ya tenía unos años de participar en GAFADIS, pero al convertirse en figura pública, ella y su esposo Adolfo decidieron crear un espacio como ese en su pueblo natal, y a finales del 2019 fundan junto a su hija Amor a la diversidad de Tila.
“Tenía la espinita, pero no me atrevía”, cuenta Vitinia sobre crear este grupo de apoyo, “con la campaña Sí Acepto ya éramos visibles, entonces fue con esa intención de hacernos visibles para el joven que está en casa, que está con miedo, o esa madre que al igual que yo tal vez no puede viajar a San José”.
“Lo curioso y lindo, es que hay más personas de la comunidad [LGTBIQ+] que padres, pero yo no pierdo la fe”, agregó al comentar que sólo hay tres madres más que forman parte del grupo.
Al día de hoy el grupo cuenta con 30 miembros activos de todas partes de Costa Rica, que en su mayoría participan de las reuniones quincenales virtuales. En esas reuniones, además de crear espacios para conversar, suelen contar con la participación de algún experto.
Pero además, recientemente el grupo ha volcado fuerzas hacia sus redes sociales, en las que cuentan con más de 1200 seguidores en Facebook y cerca de 500 en Instagram. “El grupo está en franco crecimiento”, dice Grace, una educadora lesbiana de Tilarán que es una de nueve voceras, voceros y voceres del grupo, “y yo no veo un límite”.
El primer evento masivo que realizaron en sus redes fue el 16 de mayo para celebrar el Día Internacional Contra la Homofobia y la Transfobia, y aunque duró casi 5 horas, durante el evento la asistencia en Facebook life llegó a tener picos de más de 80 personas y al día de hoy el video ya tiene más de 1200 reproducciones. “Es un antes y un después”, dice Mich una persona no-binario licenciade en administración y estudiante de tecnologías, también vocere del grupo, refiriéndose al evento del 16 de mayo. “Queríamos informar, queríamos educar a personas, hablar de lenguaje inclusivo, que conocieran historias y se involucraran”, agregó, “no pensábamos que íbamos a llegar a tanto”.
Entonces, aunque la organización nació con la intención de construir un espacio seguro para personas como Vitinia y Adolfo, se ha convertido en la familia y el lugar seguro para muchos miembros de la comunidad LGTBIQ+ y ha volcado sus espacios públicos para desarrollar actividades de información y educación para todas las personas.
“Cuando llegué al grupo fue la primera vez que pude hablar en público [de mi condición sexual]”, dice Melania, una diseñadora gráfica originaria de un pueblo muy pequeño de Coto Brus, al sur de Costa Rica, que ella llama conservador. Melania dice que cuando integró Amor a la Diversidad de Tila ya “había pasado su tormenta”, entonces encuentra satisfacción en poder apoyar y dar esperanza a otros miembros del grupo que aún están en la tormenta. “Mi familia son las únicas personas por las que recibí discriminación”, cuenta Melania, “mi historia, sea como sea toca a muchas personas porque tenemos muchas cosas en común”.
Paula Céspedes, una mujer lesbiana, ingeniera industrial, originaria de Santa Ana, San José, dice que hasta que llegó a formar parte del grupo pudo verbalizar lo que es y siente. “En este grupo encontré el apoyo que no había encontrado en el hogar”, dice, “y a mí me motiva trabajar por este grupo porque mi adolescencia fue muy complicada porque yo estaba sola, entonces si podemos ser ayuda para personas que están pasando por una situación difícil, yo quiero estar ahí”.
“Yo creía que yo era la única persona que sus papás le habían echado de la casa por su orientación”, dice Mich “y al llegar a este grupo y darme cuenta que hay muchas personas que pasaron por esa situación, me hace sentir apoyade, me hace sentir protegide”.
Amor a la Diversidad de Tila entonces se ha convertido en una organización que busca crear un espacio seguro y respetuoso para las personas LGTBIQ+ donde pueden recibir educación, apoyo en los procesos de autoaceptación, “y amor”, según dicen sus voceres.
“Buscamos darle las herramientas para que pueda afrontar una sociedad hostil”, dice Vitinia. “El problema es que no hay educación sobre el tema, no hay formación … Sí hay campañas de odio, sí hay campañas de desinformación. Al no haber información, la solución es esto, unirnos, acompañarnos y educarnos desde el amor”, agrega al recordar un evento en que familiares rechazaron a su hija. “Ese día entendí que ella tiene las herramientas, con nuestro amor, para enfrentar este mundo”.
El trabajo de mantener seguros los espacios seguros
“Yo le digo a las personas de la GAM”, dice Esteban Araya de Proyecto Somos Mas, “ustedes se quejan porque un carro pasó y les dijo playo… [en zonas rurales] hay gente que la están matando, que la están agrediendo, que la están vulnerando, que la están despidiendo de sus trabajos, y son realidades muy distintas al privilegio que tengo yo por ser hombre, gay y vivir en el área metropolitana”.
Esta realidad la conocen muy bien todas las organizaciones mencionadas, y es una de las razones por las que dedican mucho tiempo a cuidar quienes participan de las mismas.
Tanto GAFADIS como Amor a la Diversidad de Tila tienen procesos de inscripción que incluyen entrevista o formulario para asegurarse que las personas que ingresan no vienen a crear disrupción en los procesos.
En el caso de Casa Rara, Shi comenta que, además del análisis que hacen de los casos para decidir a quién pueden apoyar, ellos permiten la participación de familiares de les chiques cuando “la gente viene con dudas lo convencemos, pero si no, si es violenta no vamos a ir a negociar”, ya que no consideran que además de mantener el proyecto a flote, deban exponerse a personas violentas.
Síwo Alâr es un grupo que se siente un poco más protegido. “Las mujeres trans no tenemos closet”, dice Jean refiriéndose a los comentarios que ha escuchado de mujeres trans. “Los hombres trans podemos pasar más desapercibidos, es una realidad, al hacer la transición accedemos a algunos privilegios”. Sin embargo, siguen siendo muy cuidadosos de las personas que admiten como miembros o aliados.
Jean dice que la comunidad ha logrado un “pequeño y gran avance” con la nueva legislación que permite el cambio de nombre y el matrimonio igualitario. Sin embargo, tanto Jean como los miembros de las otras cuatro organizaciones enfatizan que es “importante seguir con las capacitaciones tanto en el sector público como en el sector privado”.
“Las organizaciones LGTBIQ+ seguimos trabajando ahora más que nunca de la mano y no vamos a soltarlo, hasta que logremos todos los derechos”, dice Jean, “no pedimos ningún privilegio, pedimos los derechos que tiene cualquiera, como educación, trabajo, o ir a una piscina y que no se le discrimine por usar cierto baño, por verse de cierta manera”.