“Mamá, no hagas eso. Mamá, cuidado que no te caigas. Mamá, ¿estás bien?”
La psicóloga Giselle Chanto está tratando de contarme cómo fue el comportamiento de uno de varios de los cuidadores a los que entrevistó por varias horas en sus hogares en Curridabat, justo al este de San José. Como tantos otros, este hombre prestó atención a Giselle y logró mantener una rica y valiosa conversación sobre sus problemas como cuidadora, pero nunca perdió de vista la salud y la seguridad de su madre.
Es precisamente este compromiso el que, según Giselle y otras personas preocupadas por la salud mental de los cuidadores en Costa Rica, hace que sea tan complicado apoyar a este grupo. A diferencia de los nuevos padres y madres, por ejemplo—que pueden asistir a un taller con sus bebés a cuestas, o dejar a sus hijos en una guardería infantil mientras asisten a un grupo de apoyo o sesión de terapia—muchos cuidadores de personas mayores rara vez pueden salir de casa. Incluso cuando reciben apoyo en el hogar, no pueden fácilmente dejar de lado sus deberes, ni hablar libremente, sin distracciones.
Más allá de esto, muchos cuidadores simplemente no consideran que su salud mental sea una prioridad, lo que genera la profunda preocupación que Giselle y otros sienten por este grupo, cada vez más abrumado, en Costa Rica.
“Las personas cuidadoras de adultos mayores suelen ser familiares. No es nadie que pagamos por fuera. ‘A quien cuido es a mi mamá, mi papá, mi tío. Ni siquiera tengo derecho a enojarme’”, dice Giselle. “Esto lleva a gastritis, colitis, migraña… Vemos personas muy desgastadas, con sintomatología física sin tiempo de sacar cita al EBAIS porque tienen que buscar quien cuida al adulto mayor para poder cuidarse ellos”.
“Son condiciones de muchísima invisibilización”, agrega. “En esta sociedad los adultos mayores suelen ser invisibilizados. Las personas que los cuidan? Multiplicado por dos”.
¿Por qué las municipalidades son tan cruciales en el esfuerzo por proteger la salud mental de los cuidadores y cómo lo están haciendo? ¿Y cómo hacen los gobiernos municipales que están invirtiendo en el bienestar de los adultos mayores de sus ciudades para lograr una diferencia para las personas que los cuidan?
Una crisis de salud mental que puede causar enfermedades físicas
No sorprende que el estrés del cuidado pueda tener un impacto negativo en la salud mental. Pero ¿sabía que el impacto es tan grave que los investigadores utilizan a los cuidadores para estudiar los problemas de salud mental? Un artículo del 2009 sobre la salud mental de los cuidadores familiares escrito por Richard Schulz y Paula R. Sherwood señala que “la prestación de cuidados se ajusta tan bien a la fórmula del estrés crónico que se utiliza como modelo para estudiar los efectos del estrés crónico en la salud”.
Además, el artículo señala que cuanto mayor sea la edad del cuidador, mayores serán los riesgos para la salud de esa persona. En Costa Rica como en todo el mundo, los porcentajes de adultos mayores cuidadores están creciendo.
Esos riesgos incluyen «angustia psicológica, hábitos de salud deteriorados, respuestas fisiológicas, enfermedades psiquiátricas, enfermedades físicas e incluso la muerte», afirman Schulz y Sherwood. Un estudio de los CDC sobre cuidadores en los Estados Unidos en 2015-2017 mostró que “los cuidadores tienen un mayor riesgo de tener múltiples enfermedades crónicas, ya que pueden descuidar sus propias necesidades de salud mientras brindan atención a los demás… 53.4% de los cuidadores de 65 años o más tienen dos o más enfermedades crónicas”.
Las trabajadores municipales comprometidas con los cuidadores de ancianos han visto estas tendencias en el campo. Giselle dice que trabajó con una cuidadora en su cantón que estaba muy enferma pero que no podía encontrar a nadie, ni siquiera a un hermano, que la reemplazara para que pudiera recibir el tratamiento que necesitaba con urgencia.
Verónica Hernández, de la Municipalidad de Cartago—que, al igual que la Municipalidad de Curridabat, es uno de los gobiernos locales líderes en Costa Rica cuando se trata de iniciativas que mejoran la accesibilidad y el bienestar de las personas mayores—dice que todos estos diversos desafíos de salud física y mental son agravados por un problema de base que comparten casi todos los cuidadores de ancianos: el cansancio.
“El cuido es cansado”, dice Verónica. “Cuando son cuidadores fijos, la persona que más se cansa es la persona que tiene que ver a una persona adulta mayor con muchas limitaciones, están encamados. Allí se dan casos, ‘Me siento cansado, no puedo hacer más’”.
Incluso en los casos menos extremos, la soledad del cuidado pasa factura, así como los conflictos de personalidad y las tensiones que pueden surgir.
“No es que la persona llega a los 65 años y se convierte en una persona noble”, dice Giselle, con una sonrisa irónica. A pesar de nuestro amor por nuestros padres, el cuidado implica una relación íntima entre dos adultos complejos e imperfectos, y es probable que surja algún conflicto.
Para Verónica, cuando asesora a los cuidadores que conoce a través del sólido programa para personas mayores del municipio, es algo personal. Se basa en su propia experiencia como cuidadora actual de su madre de 89 años para hablarles sobre algunas de las tensiones interpersonales que podrían experimentar. Dice que en un taller reciente para cuidadores llamado “Me cuido para cuidar”, una mujer habló sobre el conflicto que ha tenido con sus padres, quienes no quieren que ella los acompañe a sus citas médicas.
“Le dije que siempre se les tenía que respetar el derecho a la independencia y la autonomía pero también hacer ciertas tácticas para empezar a trabajar con ellos”, dice. “Les puse el ejemplo de mi mamá. Es muy activa y todo, pero ya tiene sus limitaciones. Mi mamá tiene 89 años. Yo a mami le digo, ‘Ma, vaya despacio. No es que no camine. Hágalo, pero hágalo más despacio. No es que no puede cocinar: hágalo, pero hágalo más despacio’”.
El simple acto de desahogarse e intercambiar ideas con otros cuidadores puede hacer una gran diferencia en el estado de ánimo de los cuidadores, dicen las representantes de ambos municipios.
Sin embargo, es difícil incluso comenzar a crear esas redes cuando es tan difícil sacar a una cuidadora de la casa.
Trayendo a los cuidadores a la mesa
Como hemos informado desde que lanzamos nuestra Ruta de Salud Mental en junio, el acceso público a la atención de salud mental es deficiente a nivel nacional porque la salud mental ha sido tradicionalmente descuidada y pasada por alto. Sin embargo, tanto Giselle como Verónica dicen que la principal razón por la que los cuidadores a menudo no reciben atención de salud mental y física es una cuestión de logística. Y es por eso que las municipalidades, con su infraestructura local y conocimiento de las familias que conforman el cantón, pueden jugar un papel tan importante
Verónica dice que cuando comenzó la pandemia, el Municipio de Cartago se acercó a los cuidadores a través de Teams y Zoom, pero con bajas tasas de participación. Particularmente cuando los cuidadores tienen recursos económicos limitados, pueden tener un plan de datos limitado que dificulta dichas sesiones. Y “muchos igual están cuidando a la persona mayor entonces se les olvida”.
Giselle tuvo una experiencia similar. A medida que avanzaba la pandemia, comenzó a tratar de que los cuidadores acudieran a los centros de atención para personas mayores que ha establecido el municipio, pero descubrió que simplemente no pueden salir de casa. Así que comenzó a visitarlos en sus casas en todo el cantón a principios de este año.
“Hubo un trabajo comunitario de la UCR quienes hicieron un mapeo”, explica. “Con base en ese mapa empecé a hacer visitas domiciliarias, para hacer un rapport, sin ninguna entrevista estructurada. ¿Cómo está? ¿Cómo se siente? Empezar a escuchar sus historias”.
Una y otra vez Giselle encontró cuidadores, generalmente relacionados con las personas a las que cuidan, que se estaban agotando y experimentando fatiga, depresión o ansiedad porque tenían problemas para establecer límites o priorizar sus propias necesidades. Pero aunque sus esfuerzos incipientes con alrededor de una docena de cuidadores ayudaron a fortalecer su determinación de desarrollar más programación para este sector, también le mostraron que hacerlo requeriría más manos. Sin una inversión adicional significativa que le permita contratar a dos profesionales de la salud mental más para poder programar visitas domiciliarias a los residentes de Curridabat con mayor regularidad, es difícil imaginar un cambio significativo en la salud mental de los cuidadores.
Giselle dice que una clave para aumentar la atención de los gobiernos locales sobre este problema es simplemente que los cuidadores, a menudo un grupo abrumado y por lo tanto silencioso, y otros sigan alzando la voz.
“Hacer peso para que la Municipalidad diga, ‘Ups! Eso hay que trabajarlo’”, recomienda. “La Muni, en particular la de Curri, tiene los recursos. Lo que hay que hacer es seguir haciendo énfasis en esa necesidad”.
Mientras tanto, los cuidadores pueden acceder a una variedad de herramientas virtualmente o por teléfono.
Verónica, en Cartago, dice que los cuidadores que necesitan ayuda primero deben acercarse a su equipo de salud local, o EBAIS, pero que la Línea Dorada—una línea telefónica lanzada en setiembre—es otro gran recurso para las personas mayores, ya sean cuidadores o cuidados. Este esfuerzo interinstitucional del Consejo Nacional de la Tercera Edad (CONAPAM), el Sistema Nacional de Radio y Televisión pública y el Poder Ejecutivo ofrece un número de teléfono gratuito las 24 horas, el 1165, al que pueden llamar las personas mayores que necesitan ayuda, especialmente si están experimentando maltrato o violencia.
Ella dice que quizás el mayor desafío es lograr que los cuidadores reconozcan que su propia salud física y mental vale el esfuerzo que implica pedir ayuda. Con demasiada frecuencia, los cuidadores piensan que simplemente están cumpliendo con su deber y que no tienen derecho a quejarse.
Pero “hay que entenderlo en las construcciones que tenemos en la sociedad. Si estamos pensando en una sociedad patriarcal, a las mujeres nos enseñaron que nacimos para cuidar”.
Deben producirse cambios importantes para que las mujeres digan, en palabras de Giselle: “Alto. Yo no solo nací para cuidar a otros. También tengo vida. También soy persona”.
Ella insta a las personas que se preocupan por este tema a que se comuniquen con su municipalidad para averiguar qué se está haciendo, si es que se está haciendo algo, para los cuidadores en el área, para asegurarse de que los líderes locales sepan que sus comunidades quieren ver progreso. Aunque las historias de Curridabat y Cartago muestran que brindar un apoyo significativo a los cuidadores de personas mayores es un gran desafío, ella dice que cualquier cantidad de ayuda significará mucho para este grupo, por una triste razón.
“Hay tanto que se podría hacer con las personas cuidadoras”, dice. “Y como no se ha hecho nada, cualquier cosa se va a recibir con calidez”.