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Upala y la alerta temprana: las lecciones de Huracán Otto

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¿Imagina ser sorprendido por una cabeza de agua en la noche?

Saber que lo peor está por llegar, pero no saber cómo será. En medio de la oscuridad, escuchar los árboles caer, gritos de ayuda, el agua romper todo a su paso. Tratar de sobrevivir mientras el agua te llega a las rodillas.

El 24 de noviembre del 2016 será una fecha que quedará marcada por el resto de la vida de cada upaleño. Ese día, el Huracán Otto llegó sin avisar, y dejó miles de millones de colones en pérdidas en todo el cantón de Upala. A unos, nos dio tiempo únicamente de buscar un lugar donde estar seguros hasta que el agua bajara. A otros, lamentablemente la cabeza de agua y el flujo de lodo les arrebató la vida. Diez personas en total se convirtieron en las víctimas mortales de esa noche.

Esa vez, en medio del barro y el agua sucia, quedaron sepultados los esfuerzos de cientos de pobladores de este humilde cantón que lo perdieron todo.

Cientos de familias upaleñas perdieron todas sus pertenencias con el paso del Huracán Otto en el 2016. Cortesía Leonidas Vargas / El Colectivo 506

El paso del Huracán Otto dejó muy claros los factores de vulnerabilidad a los que por años han estado expuestos los habitantes de esta comunidad y a su vez la necesidad de mejorar la planificación y organización de las instituciones y comunidades, en materia de gestión del riesgo.

Las soluciones inmediatas pero paliativas de aquel evento fueron evidentes. Según datos de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), 4.5 años después, cerca de 10 mil millones de colones (USD 16 millones) han sido invertidos en la reconstrucción de puentes, diques, caminos, centros educativos, acueductos y sistemas de alcantarillado que fueron totalmente destruidos en este cantón de la región huetar norte.

Escenas de la destrucción, horas después del Huracán Otto, 25 de noviembre, 2016. Katherine Benavides / El Colectivo 506
Escenas de la destrucción, horas después del Huracán Otto, 25 de noviembre, 2016. Cortesía Leonidas Vargas / El Colectivo 506

Sin embargo, para las autoridades era necesario encontrar una solución sólida para reducir el riesgo de la población y que por supuesto evitara mayores pérdidas en los futuros eventos naturales.

Yo formé parte de ese proceso. Laboré como encargada de prensa en la Municipalidad de Upala entre los años 2017-2020, y era encargada de información pública del Comité Municipal de Emergencias de Upala en ese tiempo también. Entonces desde esa posición, pude ver cómo las instituciones y organizaciones internacionales empezaron a fusionar esfuerzos. Ahora, como participante de la RED 506, pude volver al tema con otros ojos, para ver cómo ha evolucionado el trabajo para lograr un Upala más preparado y organizado.

Las preguntas que enfrentaron a la comunidad y las autoridades en los días que siguieron al evento del 2016 fueron sencillas y urgentes. ¿Cómo podría esta comunidad que fue duramente abatida garantizar que esa noche de terror no se repitiera? O bien, si las aguas volvieran a subir de esa forma, asegurar que esta vez estaríamos listos.

Comunidades acostumbradas a las ‘llenas’

La zona devastada por el Huracán Otto, en las cercanías del Lago Nicaragua y de importantes sitios turísticos como el Río Celeste, conoce la inestabilidad. Sus pobladores sabemos que vivimos en una zona inundable y constantemente expuesta, además de estar rodeados por los imponentes volcanes Tenorio, Miravalles y Rincón de la Vieja. Al menos, así lo reflejan los distritos de Upala, Delicias, Yolillal y San José de Upala con inundaciones frecuentes, en la llanura.

Nuestros abuelos aseguran que por años han logrado convivir con las “llenas” que ha causado el Río Zapote, acostumbrándose a ver el agua correr por las principales calles del pueblo. Era habitual ver a los pequeños de la casa jugar descalzos en el parque inundado.

Sin embargo, antes del año 2016, este cantón fronterizo jamás esperó ser abatido por una crisis de tal magnitud. A pesar de las constantes inundaciones, los sismos, los deslizamientos y las erupciones volcánicas nos convierten en una zona altamente vulnerable—la comunidad que se revisó después del Huracán Otto tuvo que reconocer que nunca estuvo preparada para un desastre grave. Esa es una de las realidades más fuertes y difíciles de asimilar. La respuesta local falló.

Cuando hablamos de ese fallo, nos referimos a la poca capacidad que tenía la Comisión Municipal de Emergencias en aquel momento para atender el nivel de devastación que se aproximaba esa noche de jueves, al menos así fue dado a conocer en el informe de una auditoría especial sobre la gestión de los Comités Comunales de Emergencia de la Contraloría General de la República (CGR).

Además—pese a que ese día, las autoridades locales emitieron comunicados para desalojar a la población y comercios en general hacia el albergue más cercano—los perifoneos, mensajes en la radio, redes sociales y mensajes parecen no haber sido suficientes para lograr la evacuación de las poblaciones vulnerables, sumado a que algunas familias que sí fueron alertadas prefirieron quedarse en casa. Los medios de comunicación, incluyendo La Nación, que hicieron recorridos horas después del impacto del huracán, encontraron que el mensaje no llegó a toda la población por igual. También, en un recorrido que hizo Semanario Universidad por la zona de desastre, varios vecinos dijeron desconocer cualquier tipo de advertencia.

“Nunca, en esta zona no se nos pidió evacuar, salimos por nuestros propios medios. Mi primo fue el que pasó y me avisó y salimos apenas”, dijo a Semanario Universidad José Vinicio Quesada en el barrio El Rosario, como a kilómetro y medio del centro, una de las zonas más amenazadas por el río Zapote, según los informes previos.

Escenas de la destrucción, horas después del Huracán Otto, 25 de noviembre, 2016. Cortesía Leonidas Vargas / El Colectivo 506

Mientras la costa caribeña era desalojada con asistencia policial, en la zona norte todo quedó a iniciativa de la población. Había albergues habilitados, pero pocos consideraron necesario ocuparlos para el momento del huracán. A eso también se le debe sumar el fracaso a nivel de gobierno local del que habla el informe de la CGR, pues no existían comités comunales de emergencia ni se le dio seguimiento a la estructura recomendada por la Comisión Nacional de Emergencias en cuanto a la gestión del riesgo.

Después de Otto, gran cantidad de instituciones, gobierno local, central y organismos internacionales, a través del aporte económico, científico y profesional, empezaron a involucrarse en la generación de ideas para crear capacidad local ante futuras emergencias. Ejemplo de eso fue el Programa de Naciones Unidas (PNUD), quienes identificaron la ausencia de comités comunales de emergencia (CCE) en las zonas de riesgo, por lo que la contribución de esta organización se enfocó en fortalecer las capacidades de los líderes comunales, aquellos que conocen mejor que nadie la vulnerabilidad de los pueblos y que en medio de una emergencia, se convierten en las autoridades comunales inmediatas.

Ese trabajo inter-institucional generó dos conclusiones. Primero, había que fortalecer al Comité Municipal de Emergencias (CME), integrado por todos los representantes de las instituciones con presencia en el cantón y encabezado por el Gobierno Local, y constituir comités comunales de la mano con las comunidades de la zona.
Segundo, una vez organizadas, esas entidades requerirían herramientas para identificar amenazas y poder ejercer sus funciones ante futuras tormentas e inundaciones. Para atender esas dos necesidades, a principios del año 2018 el Sistema de Alerta Temprana (SAT) dio sus primeros pasos en la zona.

Sonando la alarma

El SAT es un componente técnico-científico que involucra a las comunidades para que sean ellas mismas las que conociendo sus áreas más vulnerables, estén preparadas para dar una respuesta inmediata como actores principales en una emergencia.

Esta iniciativa está desarrollada para que pueda ser trasladada de generación en generación y en especial, con la finalidad de empoderar al sector comunitario.

Para lograr esta parte, el PNUD y el AyA unieron esfuerzos para dotar de asistencia técnica a los comités comunales de emergencia y apoyar el desarrollo del Sistema de Alerta Temprana para eventos hidrometeorológicos en Upala.

Taller de evacuación para los CCE de la cuenca del río Zapote (2019). Katherine Benavides / El Colectivo 506
Taller de evacuación para los CCE de la cuenca del río Zapote realizado en el 2019. Katherine Benavides / El Colectivo 506
Durante la emergencia del Huracán Otto, en la mayoría de viviendas, el barro llegó a una altura de hasta un metro. Leonídas Vargas / El Colectivo 506

Para que el Sistema de Alerta Temprana en Upala sea efectivo, convergen dos factores relevantes: la estación hidrológica y la estrecha articulación entre las autoridades locales y las comunidades.

Uno de los componentes—la estación hidrológica de Upala—es la primera que se instaló en el país y básicamente lo que contiene es un sensor que mide el nivel del caudal del río Zapote. Está colocado en el puente de Canalete y puede ser monitoreado en tiempo real por cualquier persona ingresando a una página web.

Las medidas del agua son actualizadas cada cinco minutos, lo que permite un control estricto del río.

Estación Hidrológica de Canalete, entró en funcionamiento en noviembre del 2020. Katherine Benavides / El Colectivo 506

El Instituto Meteorológico Nacional (IMN) es el ente regulador de la estación, por lo que sus funcionarios mantienen una constante comunicación con el Comité Municipal de Emergencias, los comités comunales de emergencia y los enlaces regionales de la Comisión Nacional de Emergencias.

Según explicó el señor Wilson Espinoza Cerdas, vicealcalde de la Municipalidad de Upala y coordinador operativo del Comité Municipal de Emergencias del mismo cantón, el margen de advertencia que indica que el centro de Upala se podría inundar se da cuando el sensor registra la medida de -5.8 metros o menos, que corresponde a la cantidad de metros que hay entre el puente y el caudal del agua.

A partir de ese momento, el protocolo de alerta temprana advierte que la población del centro de Upala tendría entre 45 minutos y 1 hora para tratar de resguardar sus pertenencias, levantar sus enseres y buscar un lugar seguro mientras el agua baja. En cuanto se genere la alerta, se activará también la sirena colocada en la Municipalidad de Upala, complementada con las sirenas de los cuerpos de emergencia.

“Con las primeras lluvias de junio en este año, experimentamos una importante crecida del río. De hecho, el sensor generó la alerta indicando que el agua estaba llegando a -5.24 metros. Gracias a que la cabeza de agua perdió fuerza en el recorrido, el agua sí cruzó la calle, pero no causó mayores inconvenientes”, indicó el vicealcalde.

Wilson Espinoza, Vicealcalde Municipalidad de Upala y coordinador operativo del CME Upala. Cortesía Wilson Espinoza / El Colectivo 506

De esa manera, es importante aclarar que el objetivo de la estación hidrológica no es prevenir las inundaciones, sino más bien alertar a la población más vulnerable del casco central y zonas aledañas sobre crecidas repentinas del río, y así poder disminuir el impacto directo en los ciudadanos.

“Hemos avanzado mucho en este tema, incluso estamos trabajando para poder sincronizar el sensor con la sirena que tenemos en el centro de Upala. Actualmente lo que hacemos es que apenas se da la alerta, activamos la sirena manualmente”, comentó Wilson.

Aunque desde la instalación de la estación—en noviembre del 2020—que forma parte del SAT Upala, no ha sido necesaria la evacuación de la población, el Comité Municipal de Emergencias y los diferentes comités comunales mantienen una constante comunicación.

El poder de la gente

Los líderes del proyecto enfatizan en que la adquisición de los equipos es solo un componente del proyecto SAT-Upala. El otro componente esencial que se enmarca en el SAT es que esta estación se logró tras más de un año de trabajos y preparación de las comunidades. Desde el principio, paralelo a la adquisición y preparación de equipos, se realizaron capacitaciones con los comités de emergencia.

No solo se capacitó al Comité Municipal, sino que, como parte del proyecto, también se conformaron y capacitaron a seis nuevos comités comunales de emergencia en Zapote, Pata de Gallo, Bijagua, Canalete, Upala centro y Yolillal, comunidades ubicadas sobre la cuenca del río Zapote.

Luis Enrique Salazar es miembro del comité comunal de emergencias de Canalete, uno de los comités involucrados en el proyecto SAT quien agradeció la oportunidad que se les ha dado a las comunidades en la gestión del riesgo, un concepto desconocido hasta hace un par de años.

“Tuvimos la dicha de ser tomados en cuenta para el SAT y ha sido una experiencia muy provechosa, podemos decir con certeza que estamos preparados para hacerle frente a cualquier tipo de emergencia”, comentó Salazar. “Nosotros tenemos el conocimiento, tenemos a la comunidad identificada por zonas de riesgo, contamos con un mapa de riesgos y un plan de emergencias aprobado por el CME”.

Luis Enrique Salazar, miembro del CCE Canalete, Upala. Cortesía Luis Enrique Salazar / El Colectivo 506

En esa misma condición se encuentran los demás comités comunales de la cuenca. Así lo demuestran cada vez que las fuertes lluvias provocan que ellos tengan que activarse de manera oficial.

“Ya ellos están muy capacitados para actuar en una emergencia, de acuerdo a un protocolo establecido y de acuerdo al tipo de alerta que tengamos en el cantón, sea verde, amarilla o roja”, aseveró Wilson Espinoza, vicealcalde de este cantón fronterizo.

El trabajo en equipo se convierte en un aspecto esencial para estar alertas, especialmente cuando las lluvias entre junio y octubre provocan las crecidas de los ríos.

Laura Pérez Bertozzi, consultora del PNUD y encargada del fortalecimiento de los comités comunales de emergencia. Cortesía Laura Pérez / El Colectivo 506

Laura Pérez Bertozzi, consultora del PNUD y funcionaria del Departamento de Gestión del Riesgo y Servicios Comunitarios de la Cruz Roja, fue la encargada de promover una intensa jornada de conformación y capacitación de los líderes comunales.

En primer lugar, identificarlos para poder conformar los primeros CCE, estructurarlos y capacitarlos sobre sus funciones en una emergencia, prepararlos sobre cómo atender amenazas hidrológicas y, por último, elaborar los planes comunales de emergencia de acuerdo con las necesidades particulares de cada zona, para su respectiva aprobación.

“Fue una labor intensa y muy gratificante. Todas estas personas que ahora son parte de un comité comunal de emergencia lo hacen de manera voluntaria. Los tuvimos que preparar desde cero, pues no contaban con ningún tipo de conocimiento en emergencias, pero sí con una experiencia fuerte como lo fue el Huracán Otto”, agregó la consultora, quien durante un año y tres meses trabajó en el proyecto.

Incluso, cada uno de ellos se enfrentó a un simulacro de emergencia final donde fueron evaluados por la CNE. Además, lograron intercambiar experiencias con otros comités comunales de emergencia de Sarapiquí, quienes también cuentan con un SAT similar.

“Los seis comités mantienen una comunicación fluida mediante un chat unificado de WhatsApp y radios que se mantienen en la zona alta y la zona baja de la cuenca. También ellos están preparados para el manejo y el análisis de la información, que es algo muy importante, pues se evita generar pánico masivo”, indicó Laura Pérez, consultora del SAT comunitario.

“Si nosotros como comunidad, hubiéramos estado preparados como lo estamos ahora, posiblemente otra historia estaríamos contando. Ahora nosotros estamos pensando también en formar una brigada juvenil para atender emergencias en la comunidad”, dice don Luis Enrique.

Por eso, la efectividad del SAT radica en el empoderamiento de los líderes comunales para una correcta gestión del riesgo y la existencia de la estación hidrológica.

Referente a eso, el vicealcalde indicó que, en una emergencia, los miembros que integren el CCE se convierten en autoridades de su comunidad. “Ya ellos tienen un papel protagónico en este tema y no tienen que esperar al Comité Municipal esté presente para actuar”, concretó.

Sesiones semanales de los miembros de los CCE en el 2019. Katherine Benavides / El Colectivo 506

¿Cómo lo han logrado?

Sin duda, con una experiencia trascendental de por medio—el Huracán Otto y su impacto— se facilitó la movilización inmediata de instituciones y organizaciones dispuestas a hacer su aporte en la recuperación del cantón.

En el SAT han participado instituciones como el Instituto Meteorológico Nacional, la Comisión Nacional de Emergencias, la Municipalidad de Upala, la Universidad de Costa Rica, el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), Cruz Roja Costarricense, empresas privadas y organizaciones internacionales como PNUD, ACNUR, Visión Mundial, USAID y la más reciente de ellas, Fundación Ayuda en Acción.

Miembros de los diferentes CCE de Upala intercambiando experiencias en talleres de trabajo en el 2019. Katherine Benavides / El Colectivo 506

Lo anterior, evidencia que la participación del sector institucional ha sido pilar en este proyecto. “Aquí somos una suma de muchas instituciones que han trabajado arduamente para poder hacer realidad este sistema. Yo creo que ya estamos prontos a llegar a la meta esperada que es que sea un sistema expedito” reiteró el señor vicealcalde.

Recientemente, el IMN en conjunto con Fundecooperación para el Desarrollo Sostenible, logró implementar de manera exitosa trece estaciones meteorológicas en diversos cantones de Guanacaste, Puntarenas, Heredia y Alajuela, lo que refleja un interés significativo que está beneficiando poco a poco a los cantones que presentan mayores amenazas por inundaciones.

Por otro lado, la labor más fuerte la tienen las comunidades, para lo que se requiere un acompañamiento ininterrumpido por parte del Gobierno Local, quienes también han tenido un papel fundamental en la solicitud de ayudas y capacitaciones.

Los participantes en el proyecto aseveran que el cantón de Upala hoy está mejor preparado por un antecedente grave como el Huracán Otto.

“Sí, hoy sí sentimos que estamos más preparados para hacerle frente a una emergencia. Sabemos de qué se trata y cómo gestionar el riesgo desde nuestras comunidades. Añadido a eso, contamos con más recursos como el salón comunal, que ahora se encuentra en óptimas condiciones para convertirse en albergue, por ejemplo”, dijo don Luis Enrique Salazar, miembro del CCE y vecino de Canalete.

“Ojalá los otros cantones del país no tengan que esperar un escenario como el del Huracán Otto o la Tormenta Nate, por ejemplo, para estar preparados como población. Hay mucho trabajo que se puede adelantar”, aseveró el vicealcalde de Upala.

Por su parte, Laura Pérez, del Departamento de Gestión del Riesgo y Servicios Comunitarios de Cruz Roja indicó que existen programas muy completos para la preparación de las comunidades ante una emergencia. Lo que se requiere es que existan comunidades interesadas, y se hagan las solicitudes oportunamente. Además de aceptar el compromiso que recae en manos de las autoridades locales y las comunidades para que el SAT sea sostenible. Con eso su nivel de efectividad aumenta.

Ejemplo de ese compromiso y acompañamiento necesario es que actualmente y de manera virtual, los comités comunales continúan un proceso de capacitación con el apoyo de la Fundación Ayuda en Acción. Para reforzar el papel comunitario, también se han conformado más comités en otras áreas del cantón y, además se les está dotando de recursos como chalecos identificadores para facilitar el trabajo ante sus comunidades.

Asimismo, el Gobierno Local continúa en la lucha por disminuir el riesgo de inundaciones mediante obras de mitigación, aunque en este momento la limitante es que los recursos del Fondo de Emergencias están orientados a la atención del Covid-19.

El vicealcalde del cantón indicó que el Instituto Meteorológico Nacional está instalando el segundo sensor en la parte alta de la cuenca, en las cercanías del pueblo de Higuerón y a futuro, pretenden instalar uno en la parte baja, específicamente en el centro de Upala, lo que permitiría un reforzamiento en el Sistema de Alerta Temprana y con eso, velar por la solidez de esta iniciativa.

Por otro lado, la pandemia ha introducido nuevas limitaciones para el proyecto, ya que han tenido que suspender capacitaciones de seguimiento a los comités comunales dado que muchos de sus miembros no cuentan con computadora o acceso a internet. De igual manera, actividades como simulacros o conformación de otros grupos de atención comunitaria se han tenido que posponer ante el aumento acelerado de casos de Covid-19 en el cantón.

Sin embargo, a partir de conversaciones informales con vecinos de la zona, mis vecinos, mi comunidad, pude observar otra limitante al avance del proyecto: una falta de conocimiento entre la población del cantón sobre la existencia del SAT Upala. Este proyecto es una herramienta que podría salvar la vida de los ciudadanos, pero muchos de ellos no saben ni que existe o bien, muchos de ellos saben del sensor pero no saben cómo interpretar los datos del mismo.

Una población informada y entrenada en cómo funciona el sensor podría ser capaz de gestionar el riesgo con tan solo ingresar al enlace de la página web del IMN y monitorear en tiempo real la situación del río.

Eso sí: información podría faltar, pero no el interés en el tema. Como señala el vicealcalde Wilson Espinoza, el tema de la vulnerabilidad de la zona es algo que cada upaleño tiene muy presente.

“Hay un recordatorio muy fuerte de noviembre del 2016 y que todavía está en la mente de muchos upaleños. Somos un país vulnerable y como Comité Municipal de Emergencia y ahora nuestros comités comunales debemos estar preparados para lo peor”, finalizó el vicealcalde. “Precisamente el SAT Upala se ha convertido en ese gran aliado para evitar vivir algo similar como lo vivido con el Huracán Otto”.

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Katherine Benavides Murillo
Katherine Benavides Murillo
Katherine Benavides es periodista. Actualmente vive en el cantón de Upala, donde se dedica a ser Community Manager. Tiene experiencia en periodismo de televisión. En la pandemia se ha dedicado a buscar historias positivas en su comunidad, esas que puedan devolvernos la esperanza en medio de la crisis. Katherine Benavides is a journalist living in the canton of Upala, where she works as a community manager. She has a background in television journalism. During the pandemic, she has focused on finding positive stories in her community that can help restore hope in the midst of crisis.

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