Hablar del Parque Nacional Chirripó inevitablemente implica hablar de cifras. Las más conocidas son 3821, la altura en metros sobre el nivel del mar del cucurucho del cerro Chirripó y el punto más alto de Costa Rica; y 14.5, la longitud en kilómetros del sendero más conocido y transitado de ingreso al parque y que lleva al albergue en Base Crestones.
Pero hay otras cifras menos conocidas que son quizás más importantes, como 80 y 70, que corresponden al porcentaje de vegetación páramo que protege esta área protegida en Costa Rica y en Centroamérica respectivamente. Cinco, las cuencas hidrográficas que nacen y se protegen en esta área protegida, una hacia el pacífico y cuatro hacia el atlántico. Y 13, el número de comunidades rurales que se benefician y le aportan a la misma.
Cuando el Parque Nacional Chirripó fue fundado en 1975, algunas de las comunidades vecinas empezaron a ver un cambio en su relación con la montaña a medida que el turismo al Chirripó empezó a crecer.
“Mi papá era monteador que se conocía la montaña al dedillo y nunca lo iban a agarrar”, cuenta David Arias, presidente de la Asociación de Arrieros, Porteadores, y Cocineros del Chirripó, sobre su padre Jorge Luis Arias, uno de los fundadores de la asociación. David recuerda el acierto que tuvieron las autoridades del parque nacional al crear acuerdos con los habitantes de Rivas. Rápidamente esta relación entre el parque y la comunidad generó mucho más que la protección de flora y fauna. “Mi papá me cuenta: ‘yo ya no tenía que ir a matar un tepezcuintle para traer carne a la casa, ahora tenía un recurso y mejor iba y compraba 2 kilos de carne y hacía unos chicharrones».
Sin embargo, a inicios del nuevo siglo, las comunidades y autoridades del Chirripó se encontraban enfrentando las mismas preguntas que surgen en otras áreas protegidas de Costa Rica. ¿Cómo pueden las comunidades vecinas generar más ingresos, y cómo se puede distribuir esos ingresos de forma más equitativa? ¿Cómo se puede involucrar más a la comunidad para aliviar la carga de conservación en los guardaparques, que siempre enfrentan presupuestos limitados?
Las soluciones que se han aplicado en esta montaña han ayudado a formular respuestas a estas preguntas. Sin embargo, lograrlas ha sido el equivalente administrativo de llegar a la cima de una montaña icónica, la montaña más alta del país. Se basan en dos figuras legales: la Concesión de Servicios No Esenciales, y el Permiso de Uso.
Una concesión, siete años de espera, siete años de prueba
La Concesión de Servicios No Esenciales es una figura de contratación pública relativamente nueva en Costa Rica. Según explica Laura Díaz, administradora del PNChirripó desde Octubre del 2018, es una contratación administrativa que permite la Ley de Biodiversidad, y que otorga al concesionario la posibilidad de hacer usos de infraestructura (edificios, parqueos, albergues, etc) dentro de las Áreas Silvestres Protegidas para dar un servicio a un tercero, que en el caso del PNChirripó son los turistas. Una característica de este tipo de contratación es que se crean los requisitos de manera que priorice la contratación de organizaciones que pertenecen a las comunidades que rodean el parque.
Es decir, aunque las organizaciones comunales que rodean el PNChirripó ya prestaban servicios de manera individual—como el acarreo de equipaje, el alquiler de equipo o la esporádica preparación de alimentos en Base Crestones—la concesión les permitiría hacerlo como un conjunto de organizaciones y de manera permanente. Además, les permitiría incluir otros servicios como el hospedaje en las habitaciones del albergue y las tiendas de productos.
En el 2007, estas comunidades se convirtieron en un laboratorio nacional para poder aplicar una primera concesión de servicios no esenciales en un parque nacional, facilitado por la buena relación que ya existía entre comunidades y el PNChirripó, y a la práctica histórica de prestación de servicios a los visitantes. Pero pasarían muchos años antes de lograrlo, incluyendo tres intentos de licitación y dos figuras gremiales.
“Fue una lucha grande para llegar a ese objetivo”, cuenta Juan Carlos Ureña, actual presidente de la Asociación de Desarrollo Integral (ADI) San Gerardo., “La comunidad lo veía como una amenaza, porque a la gente le preocupaba mucho el incremento en los precios y que el público no viniera”.
“Tanto nosotros como funcionarios y la comunidad teníamos que entender qué era una concesión”, cuenta Laura. “Ni siquiera el SINAC tenía muy claro qué es una concesión de servicios no esenciales”.
A finales del año 2013, se logró adjudicar la figura a la ruta principal de ingreso al parque, que inició operación en el 2014. Por casi seis años, la concesión la tuvo el Consorcio Aguas Eternas, que estuvo integrado por la ADI de San Gerardo; la Asociación de Arrieros, Porteadores y Cocineros del Chirripó; y la Cámara de Turismo Rural Comunitario Chirripó (CATURCOCHI).
Según explica Omar Elizondo, presidente de CATURCOCHI, organización que ha sido parte de ambos consorcios concesionarios en el PNChirripó, un consorcio es una figura contractual que “agremia empresas u organizaciones que firman un compromiso solidario de participación” para poder participar por una licitación pública por servicios no esenciales que específicamente solicita esta figura. Ese compromiso solidario, entre otras cosas, implica que se cumplirá con el servicio contratado por el estado aunque una o varias partes abandonen el consorcio, y además implica que las ganancias por el contrato se repartirán de manera que fomente el desarrollo de las comunidades.
“Es la opción que tiene una logística más compleja”, agrega Omar, ya que este tipo de unión de organizaciones y empresas no sólo representa coordinación entre las partes, sino que para el caso específico de el PNChirripó implicó administrar el equivalente a cinco empresas. “No hay margen de error, cualquier error que usted cometa pone en riesgo la concesión”.
El consorcio es fiscalizado por la administración del PNChirripó de manera constante, pero cada tres meses se revisan los servicios siguiendo un estricto formulario de requisitos.
La figura de concesión tiene un impacto positivo tanto para las comunidades como para los funcionarios del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) que son responsables del parque.
“Ahora es la comunidad la que recibe [al turista], y le brinda los servicios”, dice Laura, “pero en cada una de estas organizaciones vamos inculcando no sólo que con la concesión podemos hacer dinero, sino que podemos conservar porque tenemos comunidades más atentas, más comprometidas con el ambiente”.
También, la concesión ha venido a liberar muchas de las labores que el guardaparques tenía que asumir antes—como el manejo de desechos sólidos y orgánicos en Base Crestones—para permitirles dedicarse a trabajar con las comunidades y en la conservación.
Tres permisos de uso
Además de la concesión, hay otra herramienta que permite a las comunidades cercanas al Chirripó, generar un ingreso gracias al área protegido. La ADI San Gerardo, ADI Herradura y ATURENA son las tres organizaciones que cuentan con el Permiso de Uso dentro del PNChirripó.
Un permiso de uso, según explica Laura, es una potestad que le otorga la Ley Forestal a cada Área de Conservación (AC) para permitir el uso del patrimonio natural del estado. Hay tres tipos de uso: investigación, capacitación, y ecoturismo. Este último implica actividades como senderismo, rapel, canopy, y otras.
En el PNChirripó, los permisos de uso otorgados permiten que las organizaciones ofrezcan servicios de guiado en las tres rutas de ingreso al Chirripó y carga de equipaje en dos.
Según Alexis, el presidente de ATURENA, lograr un permiso de uso es un proceso “bastante complicado”. Al final, parece ser un tema de confianza y buenas relaciones, ya que cada AC estudia a nivel local si las organizaciones que están solicitando el permiso se pueden o no convertir en socios estratégicos del parque a través del uso del patrimonio.
Para Alexis y sus colegas de otras organizaciones, la principal ganancia de estas relaciones es que entre todas las organizaciones cuidan del parque.
Blaine Villareiva, el presidente del Comité de Turismo de la ADI Herradura, conversó con El Colectivo 506 por teléfono desde el Paso de los Indios, donde descansaba con el grupo de turistas que llevaba hacia la cima, a una temperatura de 8℃.
“Nosotros apoyamos a mantener la vigilancia en el sendero, ayudar en la parte de conservación, informar si hay alguna anomalía o turismo ilegal en el sendero, mantenimiento del sendero, y estamos comprometidos con una brigada de bomberos forestales para apoyar en caso de una emergencias, y una brigada para apoyo de emergencias dentro del parque”, cuenta Blaine.
“Ahora tenemos una brigada [para atención de incendios forestales] de 25 personas y estamos buscando por medios propios todo el equipo personal”, cuenta David de la Asociación de Arrieros de San Gerardo.
“Se refleja mucho el compromiso de estas comunidades, si hay un incendio lo atienden de manera inmediata”, dice Laura sobre las consecuencias de otorgar permisos de uso. Ante la situación actual de recorte de gastos que sufre el SINAC, las mismas organizaciones les ofrecen transporte al personal del SINAC para que no tengan que incurrir en gastos, y además están participando todavía más activamente en los Comités de Vigilancia de los Recursos Naturales (COVIRENA), que según lo define el SINAC en su sitio web “son grupos de personas de la sociedad civil que se han organizado para coadyuvar en la vigilancia y protección de los recursos naturales”. (Lea más sobre COVIRENAS en nuestra edición de mayo, aquí.)
“Que nada nos pare, es el mensaje que he recibido de ellos”, dice Laura.
Otra actividad emblemática que ocurre en el PNChirripó es la Carrera de Montaña Cerro Chirripó, que en diciembre del 2021 ocurrirá en su 32va edición, y que recientemente ha sido certificada por el International Skyrunning Federation.
La carrera es organizada por la ADI de San Gerardo, que hace uso de su permiso de uso sobre el sendero para organizar la única carrera en todo el país que se realiza en un área protegida. En ella participan casi 500 corredores (en categorías de 12 y 34 Km) que en tres horas suben hasta Base Crestones y regresan a San Gerardo. Esta carrera, además de promover la zona, el deporte, generar encadenamientos productivos y recaudar fondos a través de patrocinios y actividades que se reinvierten sobre todo en mantenimiento de calles y caminos, se ha convertido en una herramienta para promover la conservación.
“Dos semanas previas se hacen talleres para motivar la parte de la conservación en los niños de la comunidad”, cuenta Juan Carlos, “usamos la carrera como plataforma para iniciar la campaña contra los incendios forestales”.
Tres retos
Aunque la concesión y los permisos de uso han ayudado a fomentar una relación fuerte entre todas estas comunidades y el parque, y sus efectos positivos son tangibles, estas mismas relaciones enfrentan dificultades.
“La dependencia que tenemos del SINAC para operar el proyecto [es una limitación] porque no tenemos la facilidad de vender la admisión”, dice Omar, caso que ha empeorado durante la pandemia que ha obligado a manejar el ingreso en burbujas sociales. El PNChirripó es el primer parque nacional que en el 2016 implementó la reserva y compra en línea del ingreso al parque, pero según explica la administradora del parque, este año se han visto obligados a volver a la reserva por teléfono, que es lenta.
Para Juan Carlos, presidente de la ADI de San Gerardo, uno de los retos y recomendaciones que él hace para futuros consorcios es que se invierta en la formación en liderazgo y negocios de las personas que conforman las organizaciones. Agrega que es importante que las personas entiendan que un consorcio “es una empresa comunal y una empresa social”.
El cambio de concesionario del 2020 ocurrió después de una ruptura interna en el Consorcio de Aguas Eternas. La respuesta de la administración del parque hacia este conflicto fue sugerir a las organizaciones que buscaran apoyo de profesionales en el manejo de conflictos, quienes a su vez sugirieron que las decisiones fueran tomadas en asamblea de afiliados y no sólamente por sus líderes. El Consorcio de Aguas Eternas se disolvió, y de ahí nacieron dos nuevos consorcios que compiten por la concesión.
Las actividades productivas siguen funcionando bajo la operación del nuevo consorcio, pero el cambio dejó muchas heridas en las comunidades. Laura recuerda haberse topado gente casi llorando al bajar el sendero porque pensaban que ya no iban a poder ir más al parque.
Todas las organizaciones involucradas con el parque siguen reinventándose. Sin embargo, fue evidente en todas las entrevistas realizadas por El Colectivo 506 que las comunidades están sufriendo las consecuencias de una diferencia de opiniones sobre el manejo de una empresa que terminó generando grandes resentimientos.
“La administración también se ve envuelta en ver como la confianza y la agenda que tenemos desde 1975 no se pierda”, dice Laura sobre ayudar a sanar las rencillas, “porque son organizaciones muy importantes para el parque, por todo lo que ellos han trabajado”.
Tres ingredientes para el éxito
“Muchos compañeros [en el SINAC] me preguntan, ¿es función nuestra el propiciar estos mecanismos de participación?”, cuenta Laura, la administradora. ¿Su respuesta? Afirmativa. “Si el área de conservación no desarrolla estos mecanismos de participación con estos aliados estratégicos el cuento sería otro, posiblemente tendríamos enemigos y la tarea [de disminuir las amenazas] nunca acabaría”.
Pero según todos los entrevistados, el éxito de la relación entre todas estas comunidades y el PNChirripó va más allá de la disponibilidad y apertura de los trabajadores del SINAC, y la institución misma, de permitir y promover estas relaciones. Para todos lo más importante es cultivar la confianza entre todas las partes, una confianza que debe traspasar a las personas y ser parte de la esencia de las instituciones y organizaciones.
“Antes de meterse con ese toro hay que conocer cómo tiene que ser”, dice Omar, quien ha participado de ambas concesiones y consorcios, “nos tocó sufrir bastante en el proceso previo”. Por eso, para él es importante lograr consenso entre las organizaciones comunales, para disminuir las diferencias y la competitividad interna entre grupos y líderes.
Para David de San Gerardo, es muy importante el sentido de pertenencia que tenga la comunidad sobre el parque, que aumenta cuando el parque genera beneficios para la comunidad: “Si la gente no entiende que a como recibimos también tenemos que aportar de voluntad, será muy difícil que la relación sea duradera”.
“Tiene que haber mucha disponibilidad de la comunidad y los líderes comunales en lo que es la parte de conservación”, dice Alexis de San Jerónimo, algo en lo que coinciden todos los líderes comunales entrevistados.
A la hora de publicar este artículo, el PNChirripó está a punto de crecer una vez más: no sólo en fortalezas empresariales y en organizaciones en pro de sus comunidades, sino también en tierra.
El presidente de ATURENA compartió a El Colectivo 506 que el próximo 18 de Agosto se formalizará la incorporación del cerro Ena al PNChirripó, y el acto oficial de firma será parte de las celebraciones del Día Nacional de los Parques Nacionales. Esta acción incorporará 459,64 hectáreas de montaña con más de 3000 msnm – que de todas formas es patrimonio del estado – a las 50150 hectáreas actuales.
“Somos nosotros la organización la que promovió ese proceso”, dijo Alexis, “pudimos haber dicho ‘nos vamos a adueñar de esto y no vamos a dejar entrar a nadie’, pero no, más bien queremos protegerlo de una mejor manera”.
—-
El próximo jueves: Conozca las tres rutas de acceso a Chirripó, las comunidades que las operan y cómo usted puede visitarlas en una nueva entrega de Tips de Viajes 506.