¿Qué tiene que ver la terminología oficial con el amor?
No mucho, por lo general. Pero de vez en cuando—en medio de un mar de papeleo, a la deriva en interminables reuniones y Zooms, atravesados por rayos de luz fluorescente—las personas tienen la oportunidad de levantar la mano por lo que creen que es la verdad.
En una lista de enfermedades, las autoridades mundiales incluyeron “vejez”. Costa Rica levantó la mano y no estuvo de acuerdo. Al final, los trabajadores del papeleo, los Zoomeadores, los iluminados por fluorescentes, la quitaron de la lista.
¿Por qué importaba?
Porque mantener la vejez fuera de la lista de enfermedades es más que un tema de lenguaje. Es un tema de padres y abuelos, tías abuelas y tíos abuelos, de cualquier persona mayor: emprendedores, fotógrafos, maestros, activistas, comediantes, guardianes de la tradición, líderes, innovadores.
Es más que un tema de lenguaje. Es un tema de nosotros. Nosotros con nuestras canas multiplicándose sin parar, con nuestras arrugas profundizándo cada vez que reímos. Nosotros, arrugando la frente ante nosotros mismos en el espejo.
Nosotras, abriéndonos camino en nuestras vidas afligidos por el ruido, por la falta de visión y de memoria, por la falta de atención, por la falta de sabiduría.
La vejez no es una enfermedad. Para tantos de nuestros males, es la cura.
Inspirado en la postura de Costa Rica a la cabeza de un grupo de países que se opusieron a la inclusión de la “vejez” en una lista de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud. Nuestra columna semanal de Media Naranja cuenta breves historias de amor con un toque costarricense. Durante nuestra edición de enero, nos estamos enfocando en el amor por los abuelos.