Desde hace dos años y seis meses Jafet Villegas se levanta de lunes a viernes a las 6 de la mañana. Se toma su momento para saludar a sus perros y gatos y luego ayuda a su mamá a preparar el desayuno, que come con su familia. Luego, se pone el uniforme para ir a trabajar, se sube a su moto y conduce cinco minutos por las calles verdes de Cóbano, Península de Nicoya, hasta la planta de reciclaje.
Jafet trabaja como recolector de reciclaje para el Centro de Reciclaje Waterkeeper-Bionic.
“Hay miles de labores en este mundo y todas son relevantes,” dice Jafet, “pero trabajos como este son muy importantes hoy en día. Si no existiesen personas que trabajen en esto, el planeta estaría destruido”.
Es claro que Jafet siente mucha satisfacción. Sin importar si es época de lluvia o temporada de calor agobiante siempre tiene una sonrisa. Le da tristeza ver que las personas a veces no comprenden lo importante que es su trabajo, pero sabe que día a día él puede cambiar el mundo.
Jafet nació y creció en Cóbano. Tiene 21 años y trabaja desde los 13. Durante el colegio trabajaba en construcción o vendiendo ropa y a los 19, en el 2018, comenzó a trabajar en el Centro de Reciclaje Waterkeeper-Bionic.
Jafet es alto, moreno de tanto nadar en el mar bajo el sol, tiene pelo oscuro. Siempre está bien peinado y vestido de forma impecable. Como todo lo que uno es por dentro también es por fuera, se preocupa por su limpieza personal tal y como se preocupa por la limpieza del pueblo. Uno se imaginaría que trabajar con reciclaje es estar en constante contacto con la suciedad. Sin embargo, esto no es así y Jafet es un claro ejemplo. Los compañeros de trabajo de Jafet siempre lo vacilan por ser tan pulcro.
Le gusta nadar en el mar abierto y lo hace todos los fines de semana. En sus tiempos libres pasa el rato con su hermana menor o con sus amigos. Le gusta escuchar música para relajarse, hacer ejercicio y, desde pequeño, su compasión y amor por los animales lo llevó a actuar diferente del resto. Para Jafet, los animales tienen el mismo derecho a una vida digna como las personas, y por eso entiende que un pueblo limpio y un pueblo que recicla es un pueblo que cuida su biodiversidad y los seres vivos que la componen. Todos somos importantes. Todos estamos conectados.
Las olas de bolsas transparentes
A las 7 de la mañana, Jafet llega a la planta donde se encuentra con sus compañeros de trabajo, más bien sus amigos. La primera tarea del día es limpiar el camión que los va a acompañar en la ruta de recolección de reciclaje.
Algunas mañanas, antes de comenzar la ruta, Jafet, Roy (el conductor del camión) y el tercer mosquetero del día, recargan energías: frenan en Playa Carmen y se sientan en alguna palmera caída, toman un refresco y un pan mientras contemplan las olas, los y las surfistas y se inspiran con la energía del océano antes de comenzar el duro trabajo. Duro pero muy satisfactorio.
Dejan atrás el mar para ir en busca de las primeras bolsas transparentes que han sacado los vecinos, llenas de vidrio, plástico, tetrabrik y aluminio. Las familias en la comunidad están muy agradecidas por su trabajo y se lo hacen saber. Les regalan agua o algún pancito y siempre con una sonrisa Jafet les devuelve el agradecimiento.
Jafet dice que es el primer trabajo que tiene que lo llena tanto de satisfacción. Se sube al camión cada día con alegría sabiendo que sus acciones están ayudando a limpiar esta comunidad que lo vio crecer. Sabe que no es solo limpiar, sino también es proteger la vida en este planeta de nuestra contaminación.
Desde las 8:30 am hasta el mediodía realizan la ruta de recolección. Luego llegan al Centro de Reciclaje y descargar todo lo recolectado. Normalmente se recolectan tres toneladas de reciclaje por día. El primer paso, al llegar al centro de reciclaje, es separar según el material y luego procesarlo. Procesar significa: limpiarlo, sacarle las etiquetas y las tapas, dividirlo por color, pesarlo y triturarlo. Dependiendo si es vidrio, plástico, tetrabrik o aluminio tienen diferentes destinos y procesamientos. Finalmente dejan listo el camión para el día siguiente y terminan su día.
Al finalizar el día laboral se toman un momento de descanso y juegan al basquet o comparten algún refrigerio.
No todo es color de rosa
A Jafet, lo que más lo motiva a realizar su trabajo es ver las playas limpias y libres de basura. Es saber que a través de su trabajo está directamente evitando que una tortuga o un pez llegue a ingerir nuestra basura. Dice que lo inspira escuchar los sonidos de la naturaleza mientras recoge el reciclaje, como si fuese un canto de agradecimiento.
El Centro de Reciclaje Waterkeeper-Bionic está rodeado de una flora exorbitante. A un lado tiene una laguna y del otro lado está el Vivero Lacón, el vivero de Cóbano. Es un paraíso. Jafet le llama el “Centro de Salvación”. Pero no porque en él se convive con monos aulladores, ardillas e iguanas, o porque está rodeado de plantas tan verdes que parecen fluorescentes. Jafet recuerda que cuando él era niño no existía una planta de reciclaje y mucha gente realizaba prácticas dañinas como quemar el plástico o arrojarlo en la calle. Ahora, muchos materiales que antes eran basura ahora tienen un gran valor, tienen un lugar a donde ir. Es por eso que su lugar de trabajo es uno que salva al planeta.
Pero no todo es color de rosas. Jafet se ha encontrado con vecinos que le entregaban el reciclaje sucio o lo cuestionaban por “llenarse sus bolsillos de dinero con su reciclaje” pero Jafet aprendió a hacer oídos sordos y concentrarse siempre en los aspectos positivos de su trabajo.
El reciclaje no es basura, los materiales reciclables son productos limpios que cada familia lava y seca, y por sobre todas las cosas y a diferencia de la basura, tienen un valor. Van a ser convertidos en productos nuevos. Y Jafet lo entiende perfectamente.
El reciclaje es la última solución para reducir nuestra contaminación. Lo primero es dejar de consumir productos que no necesitamos. Preguntarnos si realmente necesitamos esa pajilla en nuestro batido o un par de cubiertos desechables para nuestro casado. Si no lo podemos rechazar, deberíamos reducir su uso y tratar de reutilizar lo que consumimos. Y finalmente, si no tenemos otra opción que comprarlo, es importante reciclarlo. Debemos ser conscientes de que lo que arrojamos a la basura no desaparece de este planeta, solo desaparece de nuestra vista. Su primer cepillo de dientes está aún en algún lugar de este mundo. Es por esto que debemos abrir nuestros ojos y ver el impacto que generan nuestras acciones.
Si está interesado en esta labor y quiere ayudar puede hacerlo de diferentes maneras. Nicoya Península Waterkeeper tienen un programa de membresías donde personas, familias o empresas se vuelven miembros a través de una donación anual. También, si están cerca de Santa Teresa, pueden hacer actividades de voluntariado con nosotros ayudándonos a procesar los materiales en el Centro de Reciclaje. Y por último, si vienen de visita al sur de la Península de Nicoya no se olviden que tienen la opción gratuita y sencilla de reciclar. Para Jafet es un honor recoger sus productos reciclables y procesarlos, para así darles una nueva vida.
Los reportajes creados bajo la autoría “Directorio 506” son un esfuerzo conjunto entre el equipo editorial de El Colectivo 506 y los emprendedores y organizaciones que participan en nuestro directorio nacional de turismo rural. Este reportaje fue creado gracias al talento e insumos de Mariana Cassini, coordinadora de comunicación de Nicoya Península Waterkeeper. Puede aprender más sobre Nicoya Península Waterkeeper aquí, y sobre su socio en el centro de reciclaje, Bionic Yarn aquí. También puede donar a Nicoya Peninsula Waterkeeper mediante Amigos of Costa Rica, aquí. Amigos of Costa Rica cuenta con el apoyo financiero de la Fundación CRUSA.
Para más información sobre el Directorio 506, envíe un mensaje de WhatsApp al 8506-1506 o envíe un correo: [email protected].