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sábado, diciembre 21, 2024
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¿Qué puede catalizar una simbiosis? El caso de Barra Honda

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Nuestra edición de agosto, “Simbiosis”, exploró las relaciones entre áreas protegidas de Costa Rica y las comunidades que las rodean. Como parte de nuestra edición de diciembre, “Retrovisor”, hemos dado seguimiento a ese tema mediante esta exploración de la relación parque-comunidad en un lugar que recientemente se sumó a los casos de simbiosis en Costa Rica.

“Ellos dicen que fui yo, pero no, no fui yo”, dice Dorian Méndez, administrador del Parque Nacional Barra Honda. “Yo hice una propuesta. Esa propuesta es una visión; la misión la hacemos todos”.

Dorian está hablando de un cambio en la relación que tiene el parque nacional con las comunidades aledañas al parque—en especial Barra Honda, Santa Ana y Del Flor de Nicoya, Guanacaste.

Al preguntar a los diferentes actores que están viviendo de este cambio, es cierto que mencionan a Dorian como uno de los catalíticos, pero incluyen un evento más a la lista: la pandemia por COVID-19.

“Lo que hizo que esto fuera posible es básicamente la pandemia”, dice Karina Poveda, Gestora en Desarrollo de Soluciones de la Universidad EARTH (UEARTH), quien ha acompañado un proceso de formación empresarial en esas comunidades desde el segundo semestre del 2020. “El haber tenido una situación crítica, creo que eso movió a la gente para pensar en diferente y salir de la caja”.

“Hay mucha gente del pueblo que piensa que el parque nacional tiene que darles cosas. Hay mucha gente que se ha escudado en el pobrecitico”, dice Yenys Baltodano Díaz, presidenta de la Asociación de Guías Ecologistas del PNBH y originaria de Santa Ana. “Mucha gente que tenía sus emprendimientos nunca había visto al parque como un músculo de desarrollo, y cae la pandemia y nos damos cuenta que sin el parque nacional no entra nadie aquí. Entonces los hoteles, los restaurantes, las pulperías, todo estaba muerto”.

“O nos unimos para salir adelante o nos vamos todos en bancarrota”, agrega Yenys.

Guardaparques del Parque Nacional Barra Honda. Francisco Loría (izq) es el encargado del programa de turismo, de la coordinación de investigación y de los programas de voluntariado. Xinia Campos es la educadora ambiental. Dorian Méndez es el administrador del área protegida. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506

El pasado—y presente—indiferente

El Parque Nacional Barra Honda fue creado en 1974 para proteger las formaciones calcáreas dentro de esta montaña de 423 metros sobre el nivel del mar, que como un taburete se eleva casi solitaria en la sabana del cantón de Nicoya. Es la única área protegida de este cantón, que es conocido internacionalmente por ser una de cinco zonas azules del mundo.

Andrea Carvajal Cordero y Yow Cárdenas Navarro, miembros de la Asociación de Guías Ecologistas del Parque Nacional Barra Honda, preparan el equipo para el decenso seguro de los turistas a la caverna Terciopelo. Esta es una de las dos cavernas que se pueden explorar en este parque. Mónica Quesda Cordero / El Colectivo 506

Pero a pesar de ser una área protegida única en el país, es uno de los parques nacionales menos visitados. Según el informe SINAC en números 2019-2020, en el 2019 el PN Barra Honda recibió 5.691 visitantes, el 0,27% de la visitación total de todas los parques nacionales de Costa Rica. En el 2020 recibió 2.718, que representó el 0,26% del total. En ambos años, el 70% de los visitantes fueron nacionales y residentes.

“Cuando estábamos en la escuela nuestras excursiones eran ir al parque”, cuenta Digna Hernandez Jiménez, quien a sus 65 años ha regresado a su pueblo natal de Del Flor a administrar Villa Nico y Anita, un emprendimiento familiar de hospedaje que han construido en la propiedad de sus padres. “Nos íbamos a caballo, llegábamos y lo más que hacíamos era subir un poquito y nos hablaban de que habían cavernas y nos las imaginábamos. Nos mostraban el ruido que produce la tierra, y llevábamos la comida y nada más”.

Digna tiene seis hermanas y un hermano. Todas estudiaron y trabajaron fuera de su comunidad, y aunque regresaban constantemente a visitar a sus padres, no es hasta ahora que todas están pensionadas, que han regresado a invertir y vivir por temporadas en la zona.

La familia Hernández Jiménez celebra los 100 años de Nicolás Hernández en su casa de habitación en Del Flor de Nicoya, Guanacaste, que hoy es Villa Nico y Anita. De izquierda a derecha las hijas de Nicolás: Vianney, Myriam, Anabelle, José Aristides, Aracelly, Gloria, Cruz María y Digna. Cortesía de Indiana Biassetty Hernández/ El Colectivo 506.
Max Enriquez Guevara, 57, es co-propietario de Bar y Restaurante Piso Tierra en Santa Ana de Nicoya, Guanacaste. El Bar abre 7 días a la semana de 11 am a 10 pm, y de martes a domingo ofrece comidas tradicionales ganacastecas como la gallina achiotada, que prepara Shirley Enriquez Enriquez. Shirley es la esposa de Max y co-propietaria del negocio. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506.

Shirley Enriquez Enriquez, 57, es originaria del pueblo de Santa Ana y también es una empresaria de la zona. Es co-dueña junto a su esposo, Max Enriquez Guevara, y la cocinera estrella del Bar y Restaurante Piso Tierra, donde ofrece platillos tradicionales de Guanacaste.

“Yo no lo conozco, sólo cuando pasan cosas por tele y foto”, dice Shirley refiriéndose al área protegida que tiene su entrada principal a 3.5 Km de su casa y negocio. “Los hijos y nietos sí van ahí. A mi no me ha dado ganas de ir”.

Esa es la realidad de esta área protegida y las comunidades que le rodean. Las personas que viven y trabajan cercando el parque, aún cuando dependen indirectamente del turismo, en su mayoría no tienen vinculación con el parque. Así lo demuestra el informe diagnóstico del Plan General de Manejo 2014-2024 Parque Nacional Barra Honda, donde a partir de una encuesta realizada en el 2012, que incluyó el 20% de las familias que viven en las seis comunidades circundantes al parque—Del Flor, Santa Ana, Corralillo, Caballito, Quebrada Honda y Barra Honda—concluyó que “la mayoría de la población sabe de la existencia del Parque y además han visitado un área silvestre protegida, sin embargo no existe vinculación directa con esta ni con los funcionarios del Parque”.

Vista del Parque Nacional Barra Honda desde la calle que conecta la entrada del parque con las comunidades de Santa Ana y Barra Honda. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506

“Ese es un reclamo amargo que Dorian hace”, dice Sergio Cantillo Malavasi, originario de Tres Ríos de Cartago y el relevo generacional desde hace siete años de la administración de La Casita Posada Rural en Santa Ana. “La gente no se integra al parque a pesar de que el parque los invita. Sólo los que tenemos un interés claro. Pero el vecino regular que trabaja en Nicoya, u otro vecino que tiene su casita por aquí, no logra visualizar la conveniencia de integrarse”.

“Esa es la grada que hay que subir”, dice Sergio.

Estela Agüero Mora de 80 años, es la fundadora de La Casita Posada Rural. A la izquierda su nieta Ileana Cantillo Campos, estudiante de administración quien se encarga de la contabilidad y mercadeo de la posada. A la derecha, su hija Ileana Campos Agüero y su yerno Sergio Cantillo Malavasi, quienes hace siete años se mudaron con Estela y su fallecido esposo Luis Guillermo Campos Garita, para apoyar y relevar en la administración del negocio. Ileana es la cocinera y administradora principal de la Casita y Sergio se dedica a la fotografía. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506.

Creando un destino, no sólo una atracción

“A nosotros nos llaman las personas y nos preguntan qué tan cerca está la playa, que si pueden llegar caminando”, dice Sergio sobre el turismo nacional que les contacta. “Cuando les decimos que esto es montaña, muere el interés”.

La Casita Posada Rural fue fundada por los suegros de Sergio, Luis Guillermo Campos y Estela Agüero, quienes hace 34 años decidieron dejar Tres Ríos de Cartago para vivir en el campo. Sin planearlo, y de manera muy espontánea, su casa se fue convirtiendo en un hospedaje y restaurante, ya que los visitantes del PN Barra Honda llegaban a la zona y necesitaban servicios. Por muchos años la posada sólo atendió a clientes directamente referidos por agencias de viajes francesas, pero poco a poco empezaron a recibir más clientes y en el último año ha visto franca mejoría.

Según Sergio, como la pandemia exigía distanciamiento social y evitar aglomeraciones, Barra Honda dice “voilá, aquí estamos”. Al ser un lugar olvidado y de difícil acceso se convirtió en un destino para los costarricenses. Al 9 de diciembre del 2021 el parque ha recibido 4.600 visitantes, 83% de ellos nacionales y residentes—casi el doble de la visitación en el 2020.

En La Casita Posada Rural uno de los principales platillos es el Almuerzo Campestre, donde todos sus ingredientes son comprados a productores y emprendedores locales, beneficiando a cerca de 30 personas entre productores y proveedores de servicios. Este plato también es producto de la pandemia y la necesidad de unir y beneficiar a la comunidad y reinventarse. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506

Pero antes de que eso pudiera ocurrir, el liderazgo del parque nacional a través de sus funcionarios, como Dorian, su administrador, y Xinia Campos, la encargada de Educación Ambiental, tuvo que decir “aquí estamos” aún más fuerte.

Dorian ya venía teorizando en su Trabajo Final de Graduación de la Maestría en Desarrollo Comunitario Sustentable en la Universidad Nacional (UNA), un programa para promover la creación de emprendimientos y encadenamientos turísticos alrededor del parque nacional, pero al ver a toda la comunidad paralizada por los cierres sanitarios ocasionados por la pandemia, tuvo que acelerar este proceso y llevarlo a la práctica.

De esta forma, el parque realiza un proceso de acercamiento a todos los emprendimientos conocidos de la zona, incluyendo la asociación de guías, y trae a escena dos actores más, la Universidad EARTH y su proyecto EARTH Futures, y la Asociación Costa Rica por Siempre.

La UEARTH, desde el segundo semestre del 2020, ha impartido capacitaciones en temas empresariales administrativos y humanos, empezando por la asociación de guías y siguiendo con los emprendimientos locales que decidieron participar.

Mariela Enriquez Rosales, Andrea Carvajal Cordero, Yulissa Díaz Reyes y Yow Cárdenas Navarro (izq-der), miembros de la Asociación de Guías Ecologistas del Parque Nacional Barra Honda, posan para una fotografía con el equipo de espeleología que se utiliza para la exploración de la caverna Terciopelo dentro del parque. Para reservar el ingreso a la caverna, los visitantes deben comunicarse con la asociación al +506 8539-1010, o a través de sus redes sociales como Guías Barra Honda en Facebook e Instagram. Mónica Quesda Cordero / El Colectivo 506

“Lo primero que empezamos a hacer fue un mapeo de recursos, un inventario turístico”, dice Karina, quien es la encargada de este proyecto desde la UEARTH. Ese mapeo de recursos le permite a los empresarias darse cuenta de todo lo que pueden ofrecer como destino. “Definitivamente algo que para ellos es muy común, como tomar café con tortilla y cuajada, es algo que tiene valor para un turismo más autóctono”.

A partir de este trabajo, hoy en día una decena de pequeños emprendimientos, desde Felina Matarrita Gómez, quien imparte un taller de tortillas y vende productos tradicionales guanacastecos hechos a base de maíz, hasta la recientemente formada Nama Tours, una tour operadora local, están trabajando juntos para que el visitante encuentre en la zona mucho más que una caverna.

Felina Matarrita Gomez, prepara tortillas palmeadas tradicionales, en su fogón dentro del Rancho El Fogón de Doña Felina en Del Flor en Nicoya, Guanacaste, que fundó junto a su esposo. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506

La Asociación Costa Rica por Siempre también aportó a este proceso.

En noviembre del 2020, un proyecto que tenía seis años sin consolidarse fue finalmente inaugurado: 200 m de pasos elevados en el sendero que lleva al mirador Nacaome, uno de los principales atractivos de esta área protegida. El paso elevado no sólo protege formaciones rocosas importantes, sino que hace el recorrido más accesible.

Y luego, en enero del 2021 inició el Desafío CRx10 2021, donde CR por Siempre reta a los costarricenses a visitar en burbuja social al menos cinco de 10 áreas protegidas elegidas en diferentes partes del país y al cumplir con una serie de requisitos pueden participar por un premio monetario. Una de esas 10 áreas protegidas fue el PN Barra Honda.

Paso elevado sobre el sendero que lleva al mirador Nacaome en la cima del Parque Nacional Barra Honda. Estos pasos elevados fueron inaugurados en noviembre del 2020. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506
Paso elevado sobre el sendero que lleva al mirador Nacaome en la cima del Parque Nacional Barra Honda. Estos pasos elevados fueron inaugurados en noviembre del 2020. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506

“Eso fue el éxito más grande que ha vivido este lugar desde hace mucho tiempo”, dice Sergio, quien vió a su esposa Ileana Campos Agüero, preparar muchos almuerzos campesinos para los visitantes. “En lo peor de la pandemia, teníamos visita y visita y visita. Empezó a sonar el parque”.

Shirley, del Bar y Restaurante Piso Tierra, al igual que la familia que dirige La Casita, ha visto muchos años de la historia del PN Barra Honda. Su negocio empezó como una coyolera que atendía a los vecinos, pero hoy en día es muy solicitado por las comidas que ella prepara. En los últimos meses de pandemia Shirley ha visto cambios. “La gente como que viene más, seguro como antes no había tanta cosa, ahora se ve mucho el parque. Han hecho muchas mejoras, se ve muy bonito. Han habido más clientes después de estas mejoras”.

Para la familia Hernandez Jiménez, de Villas Nico y Anita, la realidad ha sido diferente, ya que ellos empezaron a operar como hospedaje formal en setiembre del 2019. “Hasta febrero del 2020 iba bien”, dice Digna, la quinta hija de la familia.

Myriam, Cruz y Digna Hernández Jimenez, tres de las hermanas dueñas de Villa Nico y Anita en Del Flor, Nicoya, Guanacaste. Este hopedaje nació por la necesidad de tener cuartos para que la extensa familia tuviera donde dormir cuando visitan a los abuelos. Desde el 2019 opera oficialmente como un emprendimiento. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506.

“Ahora la relación con nosotros como Nico y Anita [con el PN Barra Honda] se ha fortalecido de un año y medio para acá”, dice. “Don Dorian se ha preocupado muchísimo por apoyar a los emprendedores de la comunidad, y nos hemos integrado. Ahorita hay una armonía a todo nivel, no sólo en comunicarnos sino en ayudarnos y brindarnos información de cómo atraer turistas, que es la razón de ser, la manera de estar enlazados como un todo, no de una manera parcializada. Ellos nos incluyen en todas las actividades que como parque nacional tienen”.

Digna dice que el objetivo de su familia es crecer al punto de poder emplear a más personas de la comunidad. Por el momento, entre todas las hermanas y sus cónyuges están administrando y atendiendo a los clientes.

“Aunque no tenemos 15 años estamos dándolo todo”, dice. “Queremos que sea suficientemente robusta la empresa para abrir trabajo a los vecinos de la comunidad que se ganan 6.000 colones al día en un jornal, y quisiéramos ayudarles”.

Felina Matarrita Gomez y Jose Ángel Rosales Acosta son originarios de Del Flor en Nicoya, Guanacaste. Juntos fundaron el Rancho El Fogón de Doña Felina, donde ofrecen taller de tortillas y venta de productos tradicionales guanacastecos a base de maíz, que ellos mismos cosechan, como rosquillas y tanelas. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506

¿Qué sigue para esta simbiosis tan joven?

“Barra Honda es un laboratorio súper interesante”, dice Leonardo García, Oficial de Programa de la Asociación Costa Rica por Siempre. “Lo positivo jala positivo”, agrega, refiriéndose a cómo poco a poco las acciones correctas—desde un liderazgo transparente que genera confianza en la administración del parque, hasta el apoyo de entidades externas—han empezado a cambiar las relaciones del área protegida con la comunidad.

“Depende mucho de ese tejido social, de que las personas tengan un vínculo fuerte con el área protegida”, dice Leonardo, “Los nuevos paradigmas de conservación dictan que la conservación tiene que hacerse con las comunidades”.

“Hay futuro siempre y cuando la gente quiera continuar”, agrega Karina de UEARTH, pero además trae a la conversación una serie de problemas que atender muy importantes: por ejemplo, que estas comunidades poseen nulo o muy básico acceso a telecomunicaciones.

“¿Cómo vas a desarrollar una touroperador si no tenés internet? ¿Cómo vas a desarrollar sitios de hospedaje si no podés ni siquiera abrir el booking porque no tenés internet?”, dice Karina.

Vista desde el mirador Nacaome en la cima del Parque Nacional Barra Honda a 423 m.s.n.m. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506

Sergio, de La Casita, cuenta que hasta el 2020 lograron que la SUTEL colocara una torre de comunicación que provee a la comunidad de una conectividad celular de un mega, y todo porque el alcalde de Nicoya no pudo realizar una llamada durante una de las visitas oficiales al parque. “Seis meses después teníamos la torre”.

La condición de las carreteras es otro reto que Karina trae a la luz: “Ahorita el polvo es algo que afecta un montón, especialmente en proyectos de alimentación”.

Justamente para Sergio, lograr cambios en estas áreas que menciona Karina podrían mejorar la relación entre las comunidades y el parque.

“Tenemos que generar un efecto visible para que la comunidad tenga más fe en el proyecto, por ejemplo, tener un camino decente”, dice Sergio. “Este es el único parque nacional que tiene el cantón de Nicoya, y cómo va a ser que usted no puede venir en un automóvil, tiene que venir en 4×4 o a 5 km/h porque sino se mata en uno de esos cráteres”.

“La gente no siente el parque como algo propio o como algo útil”, dice Sergio. “Dicen ‘yo que gano con que esté eso ahí’”.

“Lo que falta es que la gente se la crea”, dice por otro lado Andrea Carvajal Cordero, una de las cuatro mujeres que forma la asociación de guías que tiene siete miembros. Andrea junto a su esposo Yow Cárdenas Navarro, también miembro de la asociación, ha empezado a diversificar su oferta turística.Ya no sólo ofrecen el guiado tradicional en el parque, y los muchos nuevos productos que han diseñado en la asociación, sino que construyeron un cabaña llamada Eleanor Estancia donde ofrecen hospedaje. Como parte del encadenamiento económico, los visitantes pueden contratar los servicios de preparación de comidas de una vecina.

Yulissa Díaz Reyes, miembro de la Asociación de Guías Ecologistas del Parque Nacional Barra Honda, explica a unos turistas el recorrido que se realiza dentro del parque. Mónica Quesda Cordero / El Colectivo 506

Para Dorian, el camino andado es mucho y productivo. Señala que hay siete emprendimientos que se están capacitando y beneficiando directamente del trabajo de gestión que realizan los funcionarios del parque, y detrás de ellos hay muchas personas de la comunidad que se están beneficiando. Se ha promovido la compra de productos locales por parte de los emprendedores, en especial los productores de maíz y frijol.

“Teníamos un problema tremendo en el manejo de residuos. Nos organizamos y llamamos a la municipalidad”, dice Dorian sobre otro logro. “Ahora tenemos una campaña mensual de recolección de basura. Antes la gente quemaba la basura”.

También señala que la relación con la asociación de guías se ha fortalecido, al punto de que la asociación ha aportado combustible para el mantenimiento del parque ante los recortes presupuestarios que sufren todas las áreas protegidas del país.

Además, explica que en el 2021 parte del ingreso que pagan los turistas se ha colocado en un fondo dentro de la Fundación para el Equilibrio entre la Conservación y el Desarrollo (FUNDECODES) que ya alcanza los 4 millones de colones y que será utilizado para otorgar microcréditos a los jóvenes y las mujeres de la comunidad, para que puedan continuar estudiando o para que puedan empezar o mejorar un emprendimiento.

“Lo que estamos haciendo es una inversión social y cultiva muchos frutos”, dice Dorian.

Pero el camino aún es largo y la simbiosis necesita de más miembros de la comunidad para que su impacto sea amplio y permanente.

Para Karina, la continuidad dependerá de que “las personas que están vinculadas mantengan la emoción, o entes externos como nosotros sigamos acuerpando para facilitar o abrir oportunidades para que ellos puedan continuar en el proceso de consolidación”.

Felina Matarrita Gomez, prepara para la venta las tanelas y rosquillas que preparó esa mañana en el Rancho El Fogón de Doña Felina en Del Flor en Nicoya, Guanacaste, que fundó junto a su esposo. Mónica Quesada Cordero / El Colectivo 506
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Mónica Quesada Cordero
Mónica Quesada Corderohttp://www.mqcphoto.com
Mónica (Co-Fundadora, Editora Gráfica) es una galardonada fotoperiodista con 15 años de experiencia en el desarrollo de proyectos fotográficos en el área editorial, retrato, vida silvestre, comida y arquitectura. Además, cuenta con experiencia en escritura y redacción y una maestría en Producción Audiovisual y Multimedia. Mónica (Co-Founder, Graphic Editor) is an award-winning photojournalist with 15 years of experience developing photographic projects in the editorial, portrait, wildlife, food and architecture areas. In addition, she has experience in writing and a master's degree in Audiovisual and Multimedia Production.

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